Como consecuencia de la emergencia sanitaria generada por el COVID-19, las ventas en bodegas de barrio se redujo en más de un 50%.
Según las Industrias San Miguel (ISM), la pandemia del coronavirus y las medidas restrictivas adoptadas por el Ejecutivo para contener el contagio afectaron negativamente el negocio de los bodegueros.
Dificultades
El primero factor que afectó a las bodegas de barrio fue el confinamiento extendido por casi tres meses. Con la mayoría de la población acatando la cuarentena desde casa y el temor al contagio, las compras presenciales descendieron notablemente.
También están los horarios de atención restringidos durante el estado de emergencia. Al inicio de la cuarentena el horario permitido de atención fue de 7 a.m. a 2 p.m, debido al toque de queda que limitaba la circulación de la población.
En tercer lugar está la falta de capacitación tecnológica. Gran parte de las bodegas de barrio que funcionaba de manera “tradicional”. No estaban capacitadas en el mundo digital.
Por eso era poco probable que atendiesen con mayor eficacia a sus clientes durante esta emergencia sanitaria, a través del pago electrónico, publicidad en redes, servicios de delivery, etc.
Por último, los problemas de abastecimiento. Ante un público urgido por comprar productos de la canasta familiar básica, el abastecimiento de los bienes más demandados ha sido difícil. La falta de stock y dificultades de reabastecimiento incluso han llevado a muchos establecimientos a tener que cerrar, anotó ISM a El Comercio.