El dinamismo de la economía global tiene una influencia robusta sobre el crecimiento del Perú. En los últimos meses el ajuste monetario por parte de los Bancos Centrales, así como la invasión rusa, han deteriorado las perspectivas de crecimiento mundial.
El mes pasado, de acuerdo al consenso de mercado, la probabilidad de recesión para los próximos 12 meses en los EE.UU alcanzaba el 50%. Luego de revelarse los datos de crecimiento del segundo trimestre el pasado 28 de julio, se puede argumentar que el país norteamericano ha entrado en recesión técnica
Además, durante el mes pasado, el precio del cobre se contrajo en alrededor de 25%, aunque aún se mantiene en niveles relativamente altos.
En cuanto al ámbito local, la confianza empresarial en el país acumula 15 meses en terreno negativo y se espera que la inversión privada se mantenga en esta tendencia negativa.
Por otro lado, un síntoma derivado que está experimentando el Perú es la precarización del mercado laboral, fenómeno que inicio con la pandemia pero que hasta ahora no ha podido recuperarse del todo.
Al primer trimestre del año, 7 de cada 10 trabajadores urbanos se encuentran en la informalidad, más que en lo cinco años previos a la emergencia sanitaria, y además, 4 de cada 10 están subempleados.
Asimismo, dado un menor crecimiento global, el precio de los metales que el Perú exporta, como el cobre, ha disminuidos en los últimos meses.
Esto conlleva un riesgo fiscal, sobre todo por el mayor gasto público y las exoneraciones tributarias que se vienen llevando a cabo para mitigar el incremento de precios en combustibles y alimentos.
En línea con lo anterior, los precios internacionales cada vez más elevados de alimentos y energía inciden sobre la capacidad adquisitiva.
De esta forma, los salarios reales, es decir el salario descontado por el nivel de inflación, registran una perdida de poder adquisitivo en alrededor del 15% en comparación a los niveles previos a la pandemia.
A los factores mencionados anteriormente, se le añade un ambiente político muy convulsionado, lo cual se refleja en una menor confianza empresarial y de los consumidores.
Finalmente, hoy en día en el Perú no existe un ambiente propicio para alentar la inversión privada y por lo tanto no se generan empleos de calidad que los hogares necesitan para mejorar su calidad de vida.
