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Talentos: spa chiclayano que busca dejar un legado en el norte

Juan Manuel Chapoñán nació en Túcume. En 1997 abre su spa Talentos luego de haber aprendido el oficio en un salón del centro de Chiclayo. El trabajo de este emprendedor ha sido reconocido en Argentina, Paraguay y Perú.
Por Yhan Chiroque Publicado: Últ. actualización: 30 mayo, 2020 13:31
7 minutos

En épocas donde la economía peruana aún estaba en plena recuperación y todos los negocios quebraban, surgió Talentos Salón y Spa.

Este emprendimiento se ha mantenido debido a la actitud y perseverancia de un joven estilista que logró establecerse en el mercado de Chiclayo.

A la fecha cuenta con dos locales en la ciudad y muchos reconocimientos internacionales . Esta es su historia.

Luego de una larga trayectoria como estilista profesional, Juan Manuel Chapoñán de la Cruz decidió emprender el sueño del negocio propio.

En febrero de 1997, Talentos abre sus puertas al público chiclayano en pleno centro de la ciudad.

El joven emprendedor vivió los primeros años de su infancia en Túcume, distrito ubicado a 40 minutos de Chiclayo y en el cual estudió la primaria y parte de la secundaria.

Sin embargo, la dificultad en el transporte público generó que sus padres evalúen otras opciones que le permitan continuar sin ningún problema con su formación académica. Por esta razón, se trasladan a Chiclayo para continuar con sus estudios secundarios.

Aprendiendo desde abajo

Una vez en la ciudad, el aún adolescente Juan Manuel se desempeñó como asistente de diversos oficios como la mecánica y la confección de trajes. No obstante, ninguno de estos oficios lo convencían.

Hasta que uno de esos días en los que salía, como de costumbre, a caminar al centro de la ciudad se encontró con su primo que trabajaba como estilista en un salón de belleza.

Se quedó mucho tiempo observando el trabajo de los estilistas y le comentó a su primo que quería aprender de ello. «Mi primo intercedió para que me dieran la oportunidad de aprender en ese salón”, relata.

Su rutina diaria empezó a cambiar. Llegaba al local a las siete de la mañana para realizar las labores de limpieza en el salón. Culminaba tres horas después. Una vez acabada esa tarea regresaba a su cuarto a las 11 de la mañana y alistaba todo para ir a clase.

“Yo entraba al medio día al colegio y en la noche regresaba a la peluquería. Al salir de clase. Esto era todos los días, durante un año”, recuerda Chapoñán.

Antes de convertirse en estilista profesional Juan Manuel tuvo que pasar por muchas experiencias, que luego le sirvieron para mejorar. Por ejemplo, la vez en la que el dueño del local creyó que él había trasquilado a un chico.

Sin embargo, luego de explicarle lo que en realidad había pasado le dieron una segunda oportunidad y finalmente se quedó a trabajar como estilista.

“El dueño del local pensó que ese había sido mi corte y me preguntó si es que yo había realizado ese trabajo a lo que respondí que no, porque el cliente ya había llegado así”, recuerda con una ligera sonrisa.

“Empiezas sin clientes”

Como en todo negocio, los inicios son complicados. Por aquellas épocas la economía en el Perú no terminaba de equilibrarse. Lo más común era ver a los negocios aledaños cerrar y la alternativa más cercana era tirar la toalla.

“Se tiene que pagar un derecho de piso. Empiezas sin clientes, hasta que vayas trabajando en ello”, recuerda.

El primer local está ubicado en la calle San José y fue el centro de operaciones para las decisiones que Juan Manuel y su esposa debían tomar.

“Iniciamos con dos personas, solamente mi esposa y yo”, comenta el estilista.

Sin embargo, «la clave del éxito fue la actitud, perseverancia y el apoyo de la familia».

Por esta razón siempre la consideró como una etapa pasajera por la que debían atravesar para luego conseguir el objetivo.

“Teníamos que pagar la mensualidad del local y eso no te espera, pero sabíamos que todo pasa y es allí donde nosotros nos fortalecimos y salimos adelante”, remarca.  

Sueño cristalizado

El fundador de Talentos comenta que siempre tuvo en mente el sueño del negocio propio. Desde el primer momento en el que le dieron la oportunidad de trabajar como estilista en aquel salón de belleza.

El segundo local está ubicado en la calle Vicente de la Vega. A este local acuden clientes más selectos debido a la ubicación y espacio. Mientras que en local inicial la clientela es mucho más variada.

El empresario explica que esto sucede debido al tipo de servicios que solicitan los clientes. Si diez clientes acuden al local de Vicente de la Vega será para consumir todos los servicios, ello implica: cabello, pies y manos.

Además, los clientes solicitan tratamientos y productos que allí encuentran. En cambio, en el local de San José pueden acudir 30 clientes, pero solo por uno o dos servicios.

“Acá incluso sacan cita y el cliente viene directamente a hacerse algún cambio en el cabello. Esta variación también se da en el precio, pero la calidad del servicio es el mismo”, señala.

Actualmente, el equipo de trabajo del empresario está conformado por 20 personas en ambos locales. 

Aprendizaje constante

Juan Manuel sabe que la constante capacitación es fundamental en su profesión.

Este concepto en su vida lo ha llevado a realizar especializaciones en Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Londres y Francia. Razón por la que logró conseguir trofeos nacionales e internacionales realizados en Perú, Argentina y Paraguay.

“Lo que recibas como información siempre debes repasarla, porque te va a fortalecer. No la tires en algún lugar. Repásala, léela”, expresa.

La pasión por el estilismo lo ha llevado a convertirse en socio-educador y parte del equipo de ID Artist de L’oréal Professionnel Perú. Motivo por el cual viajó hasta París-Francia, para celebrar los 110 años de la marca.

“Hoy en día tengo la satisfacción de poder trabajar para una empresa muy grande, la cual me dio la oportunidad de mostrar mi trabajo y compartir con muchos profesionales. Eso es maravilloso”, remarca.

Por otro lado, para reclutar a sus estilistas Juan Manuel menciona que si bien es cierto pasan por una evaluación previa, él los apoya en algo que les pueda faltar hasta que logren desarrollarse en las diversas áreas que requiere el negocio.

“Se les da la oportunidad para que sigan preparándose”, añade.

El legado

“Es algo que me llena mucho, porque hago lo que me gusta. Para mí no hay horario”, afirma Juan Manuel de la profesión que desempeña.

El mundo del estilismo está lleno de arte e innovación constante, pero lo más importante es el reconocimiento de las personas: “Para mí es algo maravilloso haber conocido este mundo, porque me llena muchísimo”. 

La pasión y energía con la que Juan Manuel realiza su trabajo lo ha llevado a conocer toda Latinoamérica y parte de Europa. Asimismo, sus viajes tuvieron como finalidad actualizar y reforzar conocimientos.

“Todos mis viajes fueron de capacitación constante, nunca fueron de paseo. Lo cual me ha servido para crecer como profesional y como persona”, puntualiza.

El fundador de Talentos se emociona hasta las lágrimas cuando recuerda aquellas épocas difíciles en las que no había dinero para la comida, pues solo le quedaba seguir y ser paciente.

“Hoy en día puedo decir que valió la pena el sacrificio y agradecerle a mi familia y padres, porque siempre estuvieron ahí”, sostiene.

En la actualidad Juan Manuel imparte clases para coloristas en su academia ubicada en el local de Vicente de la Vega. Por el momento solo abarca esa área, puesto que se necesita mayor tiempo y personal capacitado que pueda dictar seminarios.

Sin embargo, poco a poco espera ampliar sus programas de formación. De esta forma se genere mayor competencia y a su vez se contribuya con la mejora en la calidad del servicio, no solo en Chiclayo sino en todo el Perú.

“Creo que en algún momento vamos a dejar un legado y estoy seguro que esos profesionales estarán orgullosos de haber compartido esos conocimientos con nosotros”, finaliza.