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Jorge Paredes: «Hay que elevar el nivel del ambulante a microempresario»

Jorge Paredes, experto del Centro de Innovación y Desarrollo Emprendedor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CIDE-PUCP), conversó con Infomercado sobre lo que un empresario debe tener en cuenta para tomar decisiones en tiempo de crisis.
Por César Flores Córdova Publicado: Últ. actualización: 30 junio, 2020 19:55
7 minutos

Según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), hasta abril de este año, 45% de trabajadores formales se han visto afectados por el estado de emergencia pues el confinamiento ha paralizado varios sectores económicos.

En ese contexto, Jorge Paredes, experto del Centro de Innovación y Desarrollo Emprendedor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CIDE-PUCP), conversó con Infomercado sobre lo que un empresario debe tener en cuenta para tomar decisiones en tiempo de crisis.

¿Cuál debe ser la respuesta empresarial a la gestión de la crisis?

Se centra en tres ejes: la continuidad del negocio, la gestión del recurso financiero y humano, y la transformación de la estrategia y de la gestión comercial. En ese sentido, la reconversión es total. Por ejemplo, en Lima ha habido una reconversión al delivery, hacia el minorista. Por otro lado, los bancos ya venían reconvertidos porque tenían banca móvil y por internet. La minería impulsa que el administrativo trabaje desde su casa y solo esté en el socavón el hombre que realiza el trabajo duro. En lo textil tienen que tener presencia en las redes sociales para canalizar el comercio electrónico. La seguridad informática se irá acomodando.

Sin embargo, la gente aún seguirá golpeada por la crisis…

La clase media la tenemos golpeada con 2 millones de desempleos. Reactiva Perú solo ha llegado a algunos. Hay más informales que nunca y hay que agregar que existen 1 millón de venezolanos que son informales per se. Toda el comercio lo tenemos en la calle porque los formales han sacado sus productos a la calle mientras que se han sumado nuevos informales a los que ya existían. Los nuevos son los desocupados.

La informalidad que nunca la superamos…

Las áreas de oportunidad son los emprendedores que han pasado por un proceso estructurado. Ellos tienen el apoyo y lo van a tener porque hay un grupo de mentes que piensan en ese sentido. Pero las personas que están en el día a día, en la linea de la supervivencia, lo único que saben hacer es trabajar por su ingreso diario. Y ya no podemos hacer la discriminación entre microempresarios y ambulantes. Ambos son microempresarios. Es necesario generar la condiciones para que los microempresarios pierdan el miedo a seguir emprendimiento.

¿Las microempresas se van a multiplicar en este escenario?

La teoría del ‘Océano azul, rojo y covid’ la hemos encendido. La gente quiere hacer todo con lo mismo y se está produciendo una saturación. Por ejemplo: muchos hacen delivery y se está olvidando la experiencia del cliente. Hoy se piensa en sobrevivir y se ha generado un mal mercado informal, en muchos casos, con productos adulterados (mascarillas, alcohol, etc.). Creo que debemos devolverle la esperanza a la gente, capacitarla, ayudarles con el upgrade digital y entienda su nuevo mercado, su nueva estructura de costos.

¿Habrá una atomización de los microempresarios?

¿Qué hay que buscar? La Asociación, la comunidad, hay que ser comunitarios, deben generarse fraternidades de empresarios. La gente no puede andar sola. Hay que detectar cómo sumar esfuerzos y definir que demanda la región. En este momento tenemos una economía muy restringida y debería priorizar la liquidez y trabajar con las facilidades que brinda la tecnología. En este escenario se tomarán decisiones muy duras: la suspensión perfecta de labores y la reducción de la horas de trabajo. Por eso, hay que elevar el nivel del ambulante a microempresario, generar un nuevo rostro de emprendedor.

«Tengo más miedo a morir de hambre que de Covid», fue la conclusión de una encuesta. ¿Esto refleja la situación de los microempresarios?

El miedo es una condición natural del hombre y hoy ha sido golpeado en sus emociones. ¿Cómo entiende el ejecutivo al microempresario, cómo lo entiende la banca? Está claro que el subsidio no ha sido suficiente para levantar la economía familiar. Indudablemente si sales a trabajar en la época más dura de la pandemia es una irresponsabilidad, pero que nos sirva para entender que cada gobierno regional debe hacer su trabajo en conocer a los microempresarios en su mayor dimensión. Por otro lado, el microempresario tiene que capacitarse y que sumar esfuerzos es mucho mejor que andar solo por la vida microempresarial. Tenemos que enseñar a pensar fuera de la caja. Por eso, son necesarias las capacitaciones porque hoy las ideas están abiertas.

¿El poder legislativo traba la reactivación económica? ¿La propuesta de suspender el pago de intereses afectará a las microfinancieras?

Soy capacitador y he dictado cursos de posgrado a los funcionarios de carrera del Congreso y los que manejan las comisiones de comercio digital. Los poderes del estado deben ser complementarios porque el motivo principal de ellos es servir al ciudadano. Eso obliga a políticas públicas, pero no es un momento de enfrentamiento. Todos sabemos el tipo de mercado que hemos trabajado y debemos buscar un consenso con las fuerzas empresariales para hallar una salida social. No podemos cortar la cadena de valor, el flujo de capital de trabajo, independientemente si tenemos una banca responsable. Si queremos hacer reformas profundas hay que busca puntos de encuentros sin romper cadenas, hay que sincerar los costos y las tasas, hay que buscar una salida que le de respiro a la gente. Dentro del propio Congreso hay gente capacitada a los que se les puede consultar. No es un tiempo de enfrentamiento.

La resilencia es una cualidad destacada del emprendedor. ¿Que otra está entrenando en esta emergencia?

La resilencia y la longanimidad nos ayudan a entender la crisis desde el punto de vista del otro. Nos hemos hecho más solidarios, mas empáticos y con un mejor nivel de comunicación. Asimismo, las estructuras sobre cómo se manejan los negocios han cambiado. Hemos desarrollado el hábito del buen conocimiento e información pues todos han abierto sus plataformas digitales. Finalmente, la crisis nos está brindando el mensaje de aprender a manejar el riesgo como parte del análisis externo de una empresa, los riesgos que se han materializado con un hecho insólito. En el COVID19, el riesgo era alto, la probabilidad pequeña pero el impacto ha sido grande. Tenemos que generar una respuesta hacia el riesgo y generar un equipo de crisis.

¿Como tiene que reinventarse el microempresario? ¿Donde está su punto de apoyo para reiniciar?

La respuesta es qué otras capacidades tengo con la infraestructura tecnológica y física, qué condiciones del hombre no han sido explotadas: lo que me apasiona hacer, lo que estudié y mi oficio. Es un tiempo para activar nuestra historia, activar que otras condiciones venían con nosotros y buscar personas que compartan esas inquietudes. Es tiempo de ver qué otras condiciones tengo para generar valor, qué parte de ese medio lo puedo transformar en una oportunidad. Hay que reinventarnos de acuerdo a cómo pensamos. No puedo pretender generar un negocio si previamente pienso que no lo voy a hacer.

En ese reconvertirse se necesita un equipo. ¿Deben contar con un nuevo equipo o traer al que ya tuvo?

Si voy a refundar mi negocio con el mismo producto convocaría a mi equipo de siempre, pero ya no como empleados sino como colaboradores-socios, que se sientan parte del proyecto, que tenga un encuentro con la prosperidad económica. No podemos manejarnos más con los conceptos de empleados. Debemos asumir una nueva forma relacional de comunicación y saber que una persona que ingresa a la empresa está asumiendo los mismo riesgos del emprendedor. Si me tengo que mover hacia otro rubro preguntemos por las competencias del equipo que tengo porque es una nueva actividad y tengo que buscar a un socio que me va a acompañar. También debemos desterrar la frase «te paso tanto porque es lo que te puedo pagar», hay que reconocer el valor del trabajo y, cuando los resultados se den, ese colaborador puede participar del beneficio. Piensen en su gente porque son los que generan las ideas. Revisen los procesos. Sean empáticos y revisen bien sus números. Hay que recoger lo mejor que hemos aprendido.