Hace pocos días, mientras estaba en el supermercado, se me ocurrió comprar una crema huancaína.
Entre las opciones disponibles estaban la consagrada Alacena y la de Bells, que costaba dos soles menos.
Compré la más barata.
Al probarla, me di cuenta de que fue un tremendo error. Un error que me costó 5 soles. No pasa nada. Podría volver al día siguiente y comprar la otra. No pierdo mucho.
Estamos escogiendo cremas huancaínas como presidente y congresistas
Es allí donde me di cuenta de que la toma de decisiones de la mayoría de las personas para escoger a sus candidatos es muy parecida a la compra de un producto por impulso: Se apoyan en muy pocos factores.
La mayoría de personas se basa en la apariencia del candidato, si comió o no chicharrón y si va bien en las encuestas. ¿Planes de gobierno? Por favor, quién lee eso.
El problema es que luego no sienten en carne propia las consecuencias de sus errores. A veces es muy grave, pero no les termina afectando en su día a día.
Quizá lo noten cuando mueran de Covid-19 por la falta de atención sanitaria, por la desaparición de su negocio o por una ley que devuelva el monto ahorrado en su AFP al Estado.
Allí uno podría asumir que fue porque votó por el candidato equivocado.
De todas formas, la responsabilidad de esa decisión está diluida entre millones de peruanos que se equivocaron también.
Entonces no se notará la responsabilidad individual por una mala decisión o la falta de análisis para votar por el candidato correcto.
Comprar un auto: Una compra compleja
Pero volvamos a la huancaína.
El proceso de decisión de un producto barato de consumo diario es demasiado simple. Casi es impulsivo, como cuando compré la huancaína basada en que era más barata. Si me equivocaba no pasa nada.
¿Pero qué pasaría si me compro un auto?
Allí el error con el carro equivocado costaría más en reparaciones, servicio técnico, consumo de gasolina, etc.
Es por ello que cuando la gente compra un auto hace un análisis más profundo. Y es lógico, no vas a gastar 5 soles, sino muchos miles de dólares.
Por lo tanto la decisión de compra llevará a un análisis concienzudo de la marca, motor, autonomía, garantía, servicio técnico, disponibilidad de repuestos, opinión de pares y mil características que tomamos en cuenta antes de escoger un modelo y endeudarnos.
El análisis de candidatos no es un juego
¡Si nos tomáramos la molestia de analizar a los candidatos haciendo el mismo razonamiento con el que compramos un auto! ¿Acaso no escogeríamos mejor? Yo creo que sí.
Cuando escojas a tu candidato, piensa como si fueras a comprar un auto.
Entonces analizarías su hoja de vida, quiénes conforman su equipo de trabajo, cómo piensa y cuáles son sus propuestas. Preguntarías a tus amigos y escucharías las opiniones de los que más saben.
Y es que estás decidiendo el futuro de tu país, de tu familia y el tuyo en los próximos 5 años.
Es una compra compleja, como la de un auto, no una crema huancaína.
Quizá esta comparación nos pueda ayudar a decidir mejor. Las herramientas están disponibles, solo falta dedicarle un poco más de tiempo.