De un flamante local, en la conocida urbanización Santa Isabel, emana un olor que enamora. Dentro de un edificio de dos pisos se refugia el sabor de uno de los dulces más emblemáticos del mundo: el chocolate. Ese lugar se llama Chocoazú, una palabra que une al chocolate y el azúcar, dos ingredientes que son el deleite de los amantes de esta delicia hecha de cacao piurano.
Chocoazú es parte del sueño de una adolescente de, actualmente, 16 años que, en el 2020, decidió que quería emprender un negocio. La joven empresaria se llama Ariadna Cruz Mego.
La pandemia marcó el comienzo de esta travesía. La educación era virtual y Ariadna tenía más tiempo libre. Hasta que un plan cruzó por su mente: amaba la repostería y quería ofertar algo delicioso para Piura. Entonces, decidió vender productos de chocolate.
Ariadna decidió contarles a sus padres y ellos quedaron sorprendidos, pero, a la vez, confundidos. Una niña de 13 años deseaba empezar un negocio.
«¿Cómo lo hará?» «¿La apoyamos?», eran preguntas válidas en el pensamiento de sus progenitores. Ellos son profesionales de la salud y poner en marcha un negocio propio no estaba dentro de su experiencia laboral.
La joven emprendedora insistió constantemente para que su familia accediera a su pedido. Su papá cedió primero, pero en su mamá aún persistía la duda sobre cuál era el verdadero objetivo de su hija. Ella pensaba que su hija solo quería vender chocolates, no elaborarlos.
Mientras la idea se cocinaba, Ariadna viajó a Trujillo con una tía para conocer una tienda que tenía mucha similitud con la idea que ella quería desarrollar en Piura. Luego de ese viaje, su madre se convenció del proyecto y se convirtió en su principal aliada.
Producción propia
Al principio, Ariadna solo quería vender bombones de chocolate, pero una chocolatera venezolana le propuso la idea de procesar chocolate para elaborar nuevos productos. Así, acondicionó un espacio en su casa para la preparación y venta de sus chocolates.
Usando cacao blanco criollo, una variedad propia de la sierra de Piura, Ariadna ha podido concretar su idea y hoy, a su corta edad, ha inaugurado su primer local en una zona donde se concentran muchos negocios gastronómicos.
En este corto pero auspicioso camino, ya han aparecido nuevos retos a superar. Uno de ellos es compaginar su vida escolar con el funcionamiento del negocio.
Desde hace cuatro años su vida cambió mucho porque, además de cumplir sus tareas escolares, debe combinar esa rutina con manejar su empresa. Ahora, las actividades extracurriculares han sido relegadas a un segundo plano.
Por otro lado, ha tenido que lidiar con un primer rechazo: debido a su edad, Ariadna no pudo realizar una pasantía en una prestigiosa chocolatería europea.
Proceso Chocoazú
El buen sabor de Chocoazú inicia con la compra del cacao fermentado a Joe Ebenzer, reconocido productor agrícola del centro poblado La Pareja, en el distrito de San Juan de Bigote, en la provincia piurana de Morropón.
En los ambientes de Chocoazú, el grano se pone en las manos expertas de tres chocolateros, quienes inician el proceso de tostado, descascarillado, y refinación. Para obtener 35 kilogramos de pasta de chocolate deben cumplir un proceso de hasta 4 días con el fin de obtener una textura prolija que les permita producir el mejor chocolate que exigen sus clientes.
Hoy el staff de Chocoazú suma ocho personas que atienden a los amantes del chocolate. A ellos se les ha explicado el objetivo del negocio y se les capacita en la mejora de los procesos para la elaboración del chocolate.
Asimismo, se ofrecen otros derivados del chocolate como coberturas para pastelería, trufas, postres, nibs de cacao, cremas para untar y bebidas de cacao. Toda esta gama de delicias son entregadas en llamativas cajitas donde resalta la marca que Ariadna fundó.
Metas por lograr
Si el chifle es un producto bandera de Piura, Ariadna espera sumar al delicioso chocolate como otro producto piurano para el mundo. Y que mejor que Chocoazú sea el abanderado de dicha promoción. De hecho, Ariadna ya planifica su expansión en otras ciudades del país.