La Sunat viene detectando casos de evasión tributaria en el pago del IGV. Al año supera los 23 mil millones de soles bajo diversas modalidades.
Uno de los casos donde la Sunat ha puesto la mira es en una cadena de pollos a la brasa que presentaba inconsistencias entre sus compras, ventas y stock de su principal insumo (pollos beneficiados), a partir de la información extraída de sus registros electrónicos.
En la auditoría se comprobó que habían omitido la emisión de cerca de 30 mil comprobantes de pago, principalmente boletas de ventas.
El monto de ingresos no declarados supera el S/ 1 millón, lo que refleja un incumplimiento tributario del 20%.
El contribuyente reconoció el incumplimiento tributario y cumplió con pagar el impuesto omitido, así como las multas por las infracciones cometidas.
Omisión de ventas
Son más de S/ 1,100 millones anuales que se dejan de recaudar debido a la evasión de impuestos por omisión de ventas, alertó la Sunat.
Esta operación consiste en no declarar la totalidad del monto correspondiente a las operaciones de venta efectuadas en un periodo determinado.
El incumplimiento tributario del IGV se estima en más de S/ 23 mil millones anuales bajo diversas modalidades de evasión.
Sector azúcar también en la mira
La administración financiera resalta que el sector azucareroevade en la primera fase de su cadena de ventas (es decir, desde la empresa productora hasta el proceso de distribución) aproximadamente S/200 millones.
“Estimamos que en el primer nivel se acumula el 40% de incumplimiento tributario”, señaló Palmer de la Cruz, intendente nacional de estrategias y riesgos de la Sunat.
La Sunat presentó un caso emblemático de un grupo azucarero para explicar cómo es que se emplea la omisión de ventas, la más utilizada en este sector para evadir el IGV.
“Se trata de un grupo económico de la zona del norte del país. Lo que hace este grupo es constituir empresas hasta el último nivel de distribución”, explicó De la Cruz.
En dicha empresa, se detectó un monto superior a los S/2,3 millones por omisión de ventas, en solo cinco meses objeto de fiscalización, así como el uso de terceras personas para recibir el dinero por estas ventas con la finalidad de evitar el seguimiento de sus operaciones.
Bajo este esquema de evasión, la empresa productora, con administración judicial, le vende el azúcar a la empresa distribuidora, efectuando esta última la detracción por la respectiva venta.
No obstante, el monto de esta venta es canalizada a cuentas de terceras personas, es decir, el dinero no ingresa a las cuentas de la empresa productora, sino que va hacia testaferros.
“El testaferro es una persona no vinculada ni a la distribuidora ni a la productora. Este permite licuar el dinero hacia un verdadero beneficiario”, explica el ejecutivo.
Al respecto, señala que en la Sunat están tratando de descubrir quién es ese verdadero beneficiario. “Lo que queda claro es que ese dinero nunca volvió a la productora, cuando debió haber vuelto”, subrayó De la Cruz.