En 2006, Carolina Sánchez viajó a la región de San Martín sin imaginar que su pasión por la agricultura orgánica renacería en la selva peruana. Esta experiencia le trajo recuerdos de sus prácticas universitarias en bioagricultura en Casa Blanca, Pachacámac. A su lado, Michel Paz, su esposo, estaba cansado de su trabajo en el sector construcción, debido a los conflictos que existían en su área.
Sin embargo, al llegar a Lamas, en San Martín, la pareja se encontró con una oportunidad inesperada: el sacha inchi, un superalimento casi desconocido en el mercado. Sin experiencia en la zona ni en el cultivo del sacha inchi, Carolina y Michel decidieron fundar Shanantina, una empresa que hoy exporta productos en base a este alimento a países de Europa y Asia. Descubre la historia de esta pareja emprendedora y su empresa Shanantina.
El nacimiento de Shanantina
Carolina, apasionada por la agricultura orgánica, llegó a Lamas sin imaginar que este lugar le proporcionaría el recurso clave para cambiar sus vidas. Los vecinos, familiarizados con el sacha inchi, los motivaron a comercializar el producto. Sin embargo, sin experiencia en el cultivo, necesitaban apoyo.
Fue entonces cuando conocieron al biólogo César Valles, pionero en la investigación y comercialización del sacha inchi, quien les brindó información y estudios sobre este alimento sin pedir nada a cambio, impulsándolos a quedarse en la tierra de los Chancas y comenzar Shanantina en octubre de 2007.
La pareja sabía que emprender en esta industria requeriría investigación y recursos. Por eso, para financiar sus proyectos iniciales, participaron en el concurso de INCAGRO, un programa del Ministerio de Agricultura que apoyaba proyectos innovadores. Ganar este concurso fue el primer impulso para su emprendimiento. Con el tiempo, lograron el respaldo de CONCYTEC y otras instituciones, lo que les permitió establecer una base sólida para el crecimiento de Shanantina.
Crecimiento y expansión
Inicialmente, Shanantina operaba como acopiadora, trabajando en colaboración con productores locales que compartían su entusiasmo por el sacha inchi. En 2010, la empresa dio un paso crucial al transformar el sacha inchi en aceite, snacks y harina, lo cual consolidó su presencia en el mercado internacional. Además, Shanantina promovió iniciativas para fortalecer las relaciones y el trabajo en conjunto entre pequeños productores.
Con una capacidad instalada de 6,000 litros de aceite, 5 toneladas de harina y 5 toneladas de snacks al mes, la empresa afrontó el desafío de ampliar su producción ante el creciente interés de exportación.
“La demanda nos obligó a buscar formas de aumentar nuestra capacidad sin expandir la frontera agrícola y manteniendo la producción orgánica”.
Gracias al apoyo de la Alianza Empresarial por la Amazonía, lograron fortalecer sus operaciones sin comprometer la sostenibilidad de sus prácticas siendo un gran logro para sus productos.
Shanantina: Desde la Amazonía hasta el mundo
Con el pasar de los años, Shanantina fue logrando grandes vaances y es que en 2013 destacó por su compromiso con un proceso productivo orgánico y sostenible, en alianza con productores locales de Lamas y El Dorado. Estos productores recibieron capacitación y asistencia técnica para asegurar la calidad y el rendimiento de la materia prima, cumpliendo con los estándares del mercado internacional.
Es así como la empresa logró exportar el 80% de su producción, tanto directa como indirectamente, con clientes en Lima. Los principales destinos de su aceite de sacha inchi eran Suiza, Alemania y España, mientras que Canadá y Estados Unidos lideraban la demanda de snacks de esta semilla amazónica.
La expansión internacional no se detuvo allí. En 2013, Shanantina firmó un convenio con una empresa francesa que planeaba incluir su aceite en una línea cosmética, sujeta a la certificación ECOCERT. Ese mismo año, también enviaron muestras a Japón y recibieron la visita de una delegación de empresarios chinos, interesados en establecer alianzas comerciales con la empresa peruana.
El crecimiento continuó, y en 2016, los snacks de sacha inchi encontraron un mercado clave en Japón, mientras que el aceite consolidó su presencia en Europa y Oceanía, y la harina en Estados Unidos. En colaboración con 110 productores de la región Lamas, Shanantina no solo ofrece productos de calidad, sino también una oportunidad de desarrollo para las comunidades nativas quechua-hablantes, quienes participan en capacitaciones y reciben asistencia técnica en sus cultivos.
Este éxito fue posible gracias al apoyo de la ONG Mecanismos de Desarrollo Alterno (MDA) y el financiamiento de la Alianza Empresarial por la Amazonía. Con su ayuda, Shanantina logró construir un centro de acopio que ha permitido diversificar su oferta, incluyendo productos como harina y almidón de yuca, además de ajíes.
“Hemos pasado por muchas dificultades. Hubo momentos en que perdíamos producto y dinero, como cuando la lluvia derrumbaba parte del almacén anterior. Hoy, ver a los productores usando el nuevo centro de acopio y cultivando diversos productos me llena de orgullo”.
Consolidada en el mercado, Shanantina opera bajo normativas nacionales e internacionales y adopta prácticas de conservación que sus productores incorporaron como parte de su identidad. El equipo evita la deforestación, usa mínimamente agroquímicos y conserva la calidad orgánica de sus productos, promoviendo un modelo de producción sostenible.
La inversión en tecnología y asistencia técnica con la que cuneta Shanantina, lees permitió a los agricultores preservar los bosques y mejorar la eficiencia y calidad de sus productos.
En 2022, Shanantina celebró otro logro: la expansión a mercados exigentes como Japón, Taiwán, Corea, Alemania, Francia y Estados Unidos. Con una línea innovadora de snacks de sacha inchi en cuatro sabores: natural, salado, acaramelado y picante, y una mantequilla de sacha inchi, destacando en la escena global.
Para Michel y Carolina, participar en ferias internacionales y rondas de negocio fue muy importante, ya que estos eventos les permitieron presentar las propiedades del sacha inchi, explicar sus procesos productivos y certificar la calidad técnica de sus productos. Gracias a estas estrategias, Shanantina se posiciona como una marca de referencia en su enfoque de sostenibilidad y calidad, que siguen llamando la atención del cliente.
La motivación de Shanantina: Crear empleo y conservar el entorno natural
Con el pasar del tiempo, Shanantina logró formar un equipo sólido y comprometido para impulsar su crecimiento. Este equipo incluye a tres ingenieros de planta, un ingeniero de campo, dos técnicos y cinco operarios. Gracias a la modalidad de trabajo «a destajo», donde los empleados son remunerados por la cantidad de tareas o unidades producidas en lugar de por horas trabajadas.
Además, la empresa pudo ampliar su plantilla de 11 a 25 personas. Esto, además de optimizar la producción, permite flexibilidad en la contratación, especialmente en zonas donde el empleo formal es escaso.
El cultivo de sacha inchi representa una oportunidad clave para la comunidad local. Un 80% de su personal está compuesto por mujeres, en su mayoría madres de familia, madres solteras y mujeres nativas de la región.
«Es un orgullo saber que estamos contribuyendo con su desarrollo personal y económico».
La alta participación femenina se refleja tanto en el área administrativa como en la operativa, demostrando el compromiso de Shanantina con la inclusión laboral en una región desatendida.
Shanantina también tiene una firme convicción de conservación. Por ello, sus actividades agrícolas se desarrollan únicamente en áreas previamente manejadas, respetando el bosque de conservación. La estrategia es clara: hacer más productivas las áreas que ya están disponibles para los agricultores locales, evitando así la necesidad de deforestar zonas protegidas.
“Es gratificante saber que estamos llevando productos de nuestra región a otras partes del mundo, y a la vez creando oportunidades para nuestra gente.”