El último miércoles, un grupo de mypes y startups piuranas nos reunimos con la presidenta de la Confiep. Durante esa reunión, Roberto, fundador de una startup abocada a trabajar con pequeños agricultores, nos relató su frustrante experiencia con la Sunat.
Roberto ganó un concurso internacional. El premio incluía un monto generoso de dinero que estaba destinado para un fin social: mejorar sus servicios para mantener el asesoramiento técnico a los pequeños agricultores.
Al momento de cobrar el dinero, Roberto se enteró que debía hacer un pago ante la Sunat, pero el ente recaudador no tenía clara la retención que debía hacerle por el ingreso de ese dinero a nuestro país.
“Lo consideraremos una venta”, le dijeron. Y la retención fue grande. El cobro lo desanimó, lo frustró. “Me quitaron una buena parte de lo que hubiera servido para apoyar a más campesinos”, contaba Roberto aún sorprendido.
Hoy, se ha puesto en guardia. Mientras trabaja con su equipo para acceder a otros fondos, en simultáneo, Roberto se reúne casi a diario con un abogado y un contador para encontrar la mejor manera de cumplir con la ley sin afectar la inversión que espera recibir en pocos meses. “No sirve de nada trabajar duro para solo pagar impuestos”, se lamenta.
La historia de Roberto es la de millones de pequeños empresarios que osamos hacer empresa y vemos a la Sunat como una traba y no como una ayuda. Para los emprendedores, la Sunat es un perro de presa, más que un ente administrador y orientador. Solo persigue y sanciona. No orienta, no acompaña, no enseña.
Y en esto coincidimos con Brenda Silupú, quien fuera directora del Centro de Asesoría Microempresarial (CAM) de la UDEP por casi 10 años y a quien entrevisté hace unos días. En la entrevista, hay dos puntos en los que coincido plenamente con ella.
El primer punto: el ente recaudador debe acompañar y no asustar a la mype. Como olvidar lo que alguna vez me dijo una ‘orientadora’: “Señor: ¿cómo va a pagar? Le podemos fraccionar la deuda porque si no paga le congelamos sus cuentas”. Con la rabia contenida pensé lo muchos piensan: ‘¿Por qué nos asfixias, Sunat?’
Segundo punto: Implementar un verdadero rol orientador para la mype. El empresario necesita estar convencido que pagar impuestos le genera algún beneficio. Caso contrario, la formalización siempre será lejana.
Hoy la situación se agrava porque crece la informalidad laboral que la Sunat misma reconoce: existen 1 millón 600 mil empresas formales pero, 1 millón de ellas, no tienen a sus trabajadores en planilla.
Con tanta carga sobre la mype: ¿será posible su formalización? Apretándoles el cuello, no se logrará. Su mortandad seguirá creciendo. A los nuevos parlamentarios: ¿Se podrá hacer algo por estas empresas que hoy generan el 90% del empleo en el Perú?