Como se dice en Perú: “raya” con sus donuts caseras de diversos colores y sabores en Lima. Esta es la historia de Eduardo Buquich Buller, un emprendedor de 70 años que de un momento a otro se le ocurrió la idea de aprender a preparar este famoso dulce y venderlo en la calle nada menos que en su propio auto “tico”, el cual modificó hasta adherirle una vitrina de venta y un letrero que dice “Charly Donuts”.
InfoMercado pudo acceder a su divertida y sorprendente enseñanza, y que sirve de inspiración para personas de todas las edades. Como dice Eduardo: “Cualquiera puede emprender”.
Las primeras ideas
Todo empezó a inicios del 2023, cuando Eduardo, ya jubilado, daba vueltas a varias ideas respecto a qué hacer con su vida. Fue durante décadas un visitador médico en Lima, pero ahora necesitaba hacer algo “productivo”.
Mientras tanto, ayudaba en su casa como una especie de asistente de repostería de su esposa, quién sí sabía hacer tortas, queques, galletas, dulces y demás productos.
– Yo lavaba los moldes y las cosas sucias.
En aquellas semanas, Eduardo nunca imaginó que la idea de negocio la tenía allí, viviendo con él y durmiendo con él. “Yo puedo hacer algo relacionado”, se decía. Hasta que, de pronto, se imaginó hacer donuts, unos populares dulces -también llamados rosquillas o berlinas-, cuyo origen oscila entre Europa y América en el siglo XVI, pero que en Perú suele encontrarse, por lo general, en grandes centros comerciales o tiendas específicas.
Él lo relata así:
-Estudié en internet cómo se hacían. Experimenté, hasta que logré la receta perfecta, para lo cual tuve que sintetizar procesos. Logré una masa adecuada. La decoración también empecé. Decidí también que mi carro, un tico, sea mi primera tienda, y le llamé “Charly móvil”.
En España, por ejemplo, le dicen “donuts de autor” a estos postres sabrosos hechos de modo artesanal, en casa, sin compararse a la producción masiva que hacen otras compañías como Dunkin Donuts. Lo cierto es que, ya con la masa adecuada y dominada, Eduardo Buquich y su esposa, primero, y con sus hijos, después, empezaron a hacer donuts de diversos sabores y colores: toffe, chocolate, menta, fresa o chicha morada, incluso
¿Dónde empezó a vender? Las Charly Donuts se encuentran por las tardes en el cruce de las avenidas Canadá con Circunvalación, y luego, por las noches, en Salamanca, exactamente en la avenida Los quechuas.
El poder de las redes sociales
El fuego viral de TikTok fue determinante.
-Al principio tenía bastante miedo. Recuerdo que alguien se me acercó y me preguntó: “¿Acá venden donuts?”, y yo dije: “sí, yo también quiero comprar, no sé quién vende”. Pero después dije: “No, no”. Di la cara.
Para Eduardo, quien dice que para lograr este tipo de éxito hay que “vencer miedos” y “superar las mochilas del pasado”, el punto de inflexión ocurrió cuando un tiktoker se le acercó un día e hizo un video para su cuenta. En pocas horas se volvió viral: era el “viejito” buena onda que vendía donuts en la calle.
-Yo no sabía que era tiktoker. Seguí con mi trabajo. En mi casa se sorprendieron al verme en TikTok, y mi hijo me dijo: “papá, eres viral”. Yo pensé que en serio tenía una enfermedad viral, que estaba enfermo. Al otro día llego a la esquina donde vendía. Y la gente ya estaba haciendo cola. Lo que vendía en dos o tres horas, lo vendí en 15 minutos. Las redes sociales hicieron la magia.
Trabajo en equipo
Desde allí no ha parado. Su familia asumió su emprendimiento y ahora todos apoyan en la producción de donuts. Son meses vertiginosos donde pasó del anonimato común y corriente de un limeño jubilado a ser un famoso emprendedor que vende rápidamente sus postres. Incluso marcas como Casino o Izzi Pay se le han acercado. Incluso ahora ya se da el lunes de llamar “charlylovers” a sus seguidores.
-Mis hijos me empezaron ayudar, les gustó el proyecto, y se hizo ese intercambio generacional. Ellos me ayudan en el uso de redes sociales y la viralidad. Es importantísimo el conocimiento de mis hijos por las redes y el marketing. “Ahora mi hijos haen las donuts mejor que yo”, sonríe.
Tanto ha sido el impacto digital de Eduardo Buquich Buller que es invitado a eventos corporativos de universidades que trabajan con emprendedores y emprendedoras mayores de 50 años, como al tercer encutrno Junta Plateada, contando su historia para cientos de autoridades, ejecutivos, periodistas y estudiantes. En realidad, una verdadera inspiración, sobre todo si cuenta su business con simpatía, haciendo reír al público.
-Si yo lo hice, la edad no es el límite. Todos tenemos la oportunidad de emprender con éxito algún tipo de actividad.