La empresa belga Inspiratus Technologies instaló en Piura la primera planta industrial de biochar en el país, marcando un cambio importante para la agricultura y el medio ambiente. Con una inversión de 3 millones de dólares, esta planta busca transformar residuos agrícolas en un recurso útil que mejora la tierra y ayuda a combatir el cambio climático.
La primera planta de Biochar en Piura
La planta está ubicada en Jibito, en el distrito de Sullana, y podrá procesar 40,000 toneladas de residuos agrícolas al año, en su mayoría broza de caña de azúcar. Con ese material, se producirán hasta 10,000 toneladas anuales de biochar, también conocido como biocarbón.
El biochar se obtiene al calentar residuos orgánicos sin oxígeno, en un proceso llamado pirólisis. El resultado es un material que ayuda a retener agua, conservar nutrientes, mejorar los suelos y capturar carbono de forma permanente. En otras palabras, convierte basura agrícola en un producto que cuida la tierra y el clima.
Según Sebastiaan Saverys, fundador de Inspiratus, esta planta demuestra que se puede hacer empresa con propósito, ya que se regeneran suelos, capturan carbono y fortalecen comunidades al mismo tiempo.
Más que una planta, un modelo de impacto
El objetivo de Inspiratus va más allá de producir biochar. La empresa espera regenerar más de 2 millones de hectáreas de tierras degradadas en Perú, impulsar las agroexportaciones y generar más de 800 mil empleos directos en el campo.
En el corto plazo, esta planta protegerá más de 30,000 empleos agrícolas, especialmente en cultivos como banano orgánico y cacao, que están en riesgo por la pérdida de fertilidad del suelo.
El uso de biochar trae beneficios concretos: mejora los rendimientos agrícolas hasta en un 20%, reduce el uso de agua y fertilizantes en la misma proporción, limpia suelos contaminados con metales pesados y ayuda a frenar el calentamiento global.
Un punto clave para la innovación agrícola
La decisión de instalar la planta en Piura no fue casualidad. La región es líder en producción agrícola y genera grandes cantidades de residuos que, en lugar de ser quemados —una práctica que contamina—, pueden convertirse en biochar. Esto convierte a Piura en un centro de innovación sostenible.
“Inspiratus nació para probar que se puede hacer una economía al servicio de la vida. Esta planta es solo el comienzo”, explicó Saverys.
Un proyecto con respaldo y visión a futuro
Inspiratus no está solo. Su planta en Sullana forma parte de una red más amplia impulsada por el grupo Inspiratus Holding BV, que promueve proyectos de impacto en América Latina, África y EE.UU. Entre sus unidades está Durabilis, dedicada a inversiones agrícolas con enfoque social.
En Perú, el proyecto cuenta con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la organización Perú Justo y Orgánico, que brindan soporte técnico y promueven el impacto positivo en comunidades.
La visión de la empresa es replicar este modelo en otras regiones, creando una red de plantas que fortalezcan la seguridad alimentaria, el desarrollo rural y la lucha contra el cambio climático.