Emprendimientos

Combito: Esta profesora de primaria creó un banco que fomenta el emprendimiento en niños y mejora su rendimiento académico

La profesora de primaria Marleny Villalobos creó "Combito"debido a que presentaban un bajo rendimiento escolar.
Por Daniel Flores
8 minutos
Marleny Villalobos

Marleny Villalobos Benel, nació el 19 de abril de 1964 en Lanchiconga, Chota, Cajamarca. Fue influenciada por su madre docente y su padre textilista. Creció observando la dedicación de su madre, quien era conocida por su vocación de servicio en la comunidad. Estudió en un colegio con recursos limitados, donde varios grados compartían aula. Realizó su secundaria en Santa Cruz y sus estudios superiores en Chiclayo. Se formó en Educación en el Instituto Pedagógico Nacional Sagrado Corazón de Jesús, donde desarrolló el programa «Voluntariado de fortalecimiento y habilidades sociales», promoviendo hábitos saludables y ambientales entre padres y estudiantes.

Marnely cuenta con 30 años de experiencia como educadora siendo una destacada docente con numerosos logros académicos y pedagógicos. Desde 1996, enseña en la Institución Educativa N° 10797 “Micaela Bastidas”, en el distrito de José Leonardo Ortiz, Chiclayo. Cuando comenzó, las condiciones del plantel eran desfavorables, tanto en infraestructura como en el aprendizaje de los estudiantes. Recuerda que al llegar encontró un aula con niños que enfrentaban muchas dificultades para leer y escribir, prácticamente fueron separados de los demás. Asumió el reto de ser su docente, aplicando empatía para impulsar a sus estudiantes y llevarlos adelante.

Proyectos

El colegio Micaela Bastidas está ubicado en una zona en desarrollo, pero que aún enfrenta múltiples desafíos. Para enfrentar algunos de estos problemas, Marleny implementó varios proyectos. Entre ellos tenemos al «Voluntariado». Con la participación de 20 madres de familia, se capacitó en la enseñanza de hábitos de limpieza para los niños, especialmente aquellos provenientes de sectores vulnerables. La iniciativa fue tan exitosa que el Ministerio de Educación la reconoció, solicitando a Marleny sistematizar su trabajo para presentarlo formalmente, lo que marcó el primer paso hacia varios reconocimientos.

Marleny Villalobos también destaca por su enfoque inclusivo en la educación. Logró mejorar el comportamiento y aprendizaje de una niña con síndrome de Down, involucrando a estudiantes y padres en el proceso. Sensibilizó a los padres para que comprendieran que no todos los niños deben ser evaluados bajo los mismos estándares y promovió actitudes positivas entre los compañeros de la niña. Este éxito la llevó a incluir a otros niños en el sistema inclusivo, adaptando su enseñanza a las necesidades particulares de cada estudiante.

Asimismo, implementó la práctica de invitar a los padres al aula para que observen y participen en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De esta forma, los niños llevan a casa no solo tareas escritas, sino ideas y conocimientos que los padres pueden reforzar con el mismo sistema educativo del colegio. Esta estrategia ha sido adoptada y promovida por el Ministerio de Educación bajo el nombre de “Jornada y Encuentros”, donde se instruye a los padres sobre cómo apoyar a sus hijos en casa y se observa la relación entre padres e hijos en el entorno educativo.

Palmas Magisteriales

En 2015 el proyecto se amplió para incluir buenas prácticas ambientales. Padres y estudiantes comenzaron a promover incentivos en otras instituciones educativas que demostraban buenas prácticas de reciclaje y siembra de árboles. Ese mismo año, Marleny recibió las Palmas Magisteriales (Máximo reconocimiento y distinción honorífica que otorga el Estado peruano) en el grado de Educador, otorgado por el Ministerio de Educación a los mejores profesores del país. Sus colegas la propusieron para el premio, y tras ser evaluada a nivel regional y nacional, obtuvo esta distinción que la impulsa a seguir mejorando en su labor educativa.

Finalmente, la última iniciativa que desarrolló fue el proyecto “Combito”, enfocado en proporcionar alimentación sana y de calidad. Los estudiantes realizan estudios de mercado y encuestas para determinar los alimentos más aceptados, asumiendo la responsabilidad de preparar estos alimentos semanalmente. Gracias a este proyecto, el colegio recibió reconocimiento del Ministerio de Educación en el marco de Loncheras Saludables. Por esto y otros proyectos a nivel regional, Marleny Villalobos ganó el premio “Maestro que Deja Huella” de Interbank en 2018.

Proyecto Combito

«Proyecto Combito», que hace alusión a un combo de comida, tiene como objetivo fomentar en los niños la cultura del ahorro y el cuidado de la salud mediante un emprendimiento enfocado en la preparación, consumo y venta de refrigerios saludables. Este nació al observar un bajo rendimiento en la competencia de matemáticas entre sus estudiantes y que muchos niños gastaban su dinero en golosinas, sobre todo del sector primario.

De esta manera, «Combito» incluye dos actividades principales: El Banco Ahorros y la alimentación saludable. El banco de niños enseña a los estudiantes a gestionar sus recursos económicos de manera adecuada. Cada niño maneja un plan de ahorro con metas mensuales, lo que les permite vivenciar la matemática de forma creativa. El combito, por otro lado, se centra en la preparación de refrigerios saludables para vender a precios módicos. Los estudiantes, junto con sus profesores, investigan sobre alimentos saludables, hacen publicidad y elaboran encuestas para determinar la preferencia de los consumidores.

«El banco permite que can haciendo operaciones matemáticas. Situaciones matemáticas reales que les permite vivenciar la matemática y llegar a ellos de otra manera, de una forma creativa.

Banco Ahorros: El banco de los niños

Banco Ahorros inició como un juego de roles, donde los alumnos se desarrollaron como personajes de un banco. En la misma aula se acondicionó espacios para que realicen las operaciones con dinero de material didáctico. Tanto les gustó a los niños a tal punto que empezó a funcionar como un banco real, con cajeros y gerentes que son los mismos estudiantes.

«Las tarjetas de ahorros son manuales y lo hemos hecho nosotros, los profesores en computadora. Hemos diseñado una tarjeta donde está su código, que está formado por su DNI, el número de ahorrista, grado, sección y su nombre. Luego tiene espacios para poner la fecha del depósito y cuánto está depositando».

Los cajeros, que manejan una cartera de clientes fija, registran los depósitos en las tarjetas de los ahorristas y en un arqueo de caja para verificar la exactitud de las transacciones. Si hay discrepancias, se revisa el arqueo para corregir errores, que han disminuido con la experiencia.

Los niños pueden ahorrar desde 10 céntimos, que luego pueden utilizar para invertir en sus proyectos o para comprar su «combito» cuando no llevan lonchera. La iniciativa recibió una cocina industrial de tres hornillas por parte del alcalde Elber Requejo Sánchez a título personal, lo que ha sido fundamental para su desarrollo.

Organización del banco

El Banco de Niños está compuesto por un directorio de 10 estudiantes de diferentes aulas. El directorio incluye 2 gerentes, 4 cajeros y 3 asesores, con estudiantes de segundo y tercer grado actuando como asesores para guiar a otros en la apertura de cuentas. El banco opera los jueves durante el recreo para no interferir con las clases. Además, se otorgan estrellas a los ahorristas que realizan al menos 10 depósitos, reconocidos públicamente cada lunes en formación. Al final del año, estas estrellas se pueden canjear por premio.

El banco escolar opera todos los jueves de 10:20 a 10:40 Los miembros del directorio llegan 10 minutos antes para preparar los documentos y estar listos para atender a los clientes. La respuesta fue positiva, ya que los jueves, a la hora de apertura, hay una fila de niños esperando con sus tarjetas. Existe una cola preferencial para los niños de primer grado y otra para los de segundo a sexto grado de primaria. Actualmente existe más de 61 ahorristas.

¿Cómo se prepara el «Combito»?

Este proyecto, que se realiza de forma semanal, involucra a un docente o a todo un grado escolar en la preparación de un refrigerio, que comienza el lunes con sesiones de aprendizaje. Los estudiantes investigan qué alimentos ofrecer, diseñan la publicidad y presentan su propuesta a las demás aulas, explicando los beneficios de consumir el refrigerio. Además, elaboran encuestas y gráficos para determinar las preferencias sobre el «Combito» que se va a ofrecer.

Los escolares se encargan de todo el proceso, incluida la planificación de presupuestos, gastos e ingresos generados por la venta de los combitos. Las madres de los estudiantes son las encargadas de la preparación y compran los ingredientes en el mercado. El dinero para comprar los insumos proviene de un préstamo otorgado por el Banco de Niños. Cada aula que se encarga de la preparación solicita un préstamo después de presentar un presupuesto detallado. Una vez realizada la venta, los estudiantes calculan el balance presupuestal, destinando un porcentaje para la cocina y otro para reembolsar el préstamo, beneficiando así a los ahorristas del banco escolar.

«Esta propuesta es nueva, por lo que recién estamos implementado este modelo. Esto parte gracias a que la UGEL Chiclayo nos hace una visita, difundiendo el trabajo. A partir de esa evidencia, nos han visitado varios medios de comunicación como Televisión, ATV y fuentes informativas locales también».

Objetivo del proyecto

«Combito» integra la iniciativa del banco de niños con la promoción de la alimentación saludable. Este proyecto es una actividad que genera ingresos mediante la venta de refrigerios saludables. Parte de las ganancias se destina al banco de niños para aumentar los intereses de los ahorristas. Esto fomenta el hábito del ahorro en los niños, mostrándoles que, a través del emprendimiento y el trabajo conjunto, es posible generar y hacer crecer sus ahorros.

Otra parte de las ganancias se utiliza para el mantenimiento de la cocina, cubriendo gastos como el gas y la limpieza. El objetivo principal no es la obtención de grandes ganancias, sino enseñar a los niños el valor del ahorro y cómo el emprendimiento puede contribuir a incrementar sus fondos para futuras necesidades.

«El objetivo es hacer sostenible el proyecto en el colegio. Se han buscado apoyos externos, como el de la municipalidad del distrito de José Leonardo Ortiz. Los niños fueron los voceros y lograron convencer al alcalde, quien donó una cocina industrial, un recurso valioso para el emprendimiento. Se continúa buscando apoyo de otras instituciones para avanzar en este proyecto».

Para Marleny, el objetivo del proyecto es que los estudiantes aprendan a manejar sus recursos económicos desde temprana edad. Valorando e invirtiendo adecuadamente incluso pequeñas cantidades como sus propinas. Se busca inculcar el hábito del ahorro y la inversión en algo productivo. A través de actividades prácticas, como la gestión del banco escolar y la venta de refrigerios saludables, se espera mejorar su rendimiento en competencias como la resolución de problemas de cantidad.

Asimismo, Marleny espera que este proyecto pueda llegar al nivel secundario, ya que muchos de ellos han prestado mucho interés en el proyecto. Además, cree que con el apoyo de más personas, «Combito» puede llegar a muchos más colegios.