Como se sabe, las autoridades peruanas aún no están aptas para declarar al líder de izquierda Pedro Castillo como ganador de las elecciones presidenciales del mes pasado, sin embargo la élite peruana no esperará el pronunciamiento oficial.
La clase más pudiente del país está retirando su dinero de cuentas locales y enviándolo al exterior a un ritmo que rara vez se observa en una economía que durante décadas ha estado entre las más estables de América Latina.
Según Faro Capital, una pequeña firma de fondos mutuos en Lima, sostiene que sus clientes retiraron la mitad de todo su dinero antes de las elecciones y en el mes que ha transcurrido desde ella. El gran temor, como dice Fernando García, director de inversiones de Faro, es que Castillo imponga restricciones a las compras de dólares y euros de los peruanos, tal como lo hicieron Argentina y Venezuela en años recientes.
Esté o no justificada –el principal asesor económico de Castillo insiste en que la ansiedad es exagerada–, esta preocupación está impulsando a los ricos a sacar su dinero mientras puedan.
El éxodo ha contribuido a que el sol caiga 8.4% desde que se celebró la primera de las dos rondas de votaciones, en abril, lo que lo convierte en la moneda de peor desempeño en los mercados emergentes, a pesar de que el Banco Central de Reserva (BCR) ha intervenido en reiteradas ocasiones en el mercado cambiario para apuntalarla.
Esas intervenciones, junto con una disminución en los depósitos en dólares en bancos locales, han reducido las reservas extranjeras de Perú –la moneda fuerte que forma la red de seguridad financiera de un país– en los últimos tres meses.
Cambio radical
Pedro Castillo Terrones, sindicalista rural de un partido marxista, era prácticamente desconocido a principios de año, pero venció a otros 17 candidatos en la primera ronda después de aprovechar con éxito la ira de los votantes contra la élite política de la nación.
Su lema fue: “No más pobres en un país rico”, lo que significa que la vasta riqueza mineral de la nación debe beneficiar a la gente común, y se ha comprometido a aumentar drásticamente el gasto en salud y educación. Si el tribunal electoral lo declara ganador, asumirá el cargo el 28 de julio.
Perú ya ha estado en esta situación. En el 2011, la elección de Ollanta Humala, exoficial izquierdista del Ejército, provocó preocupaciones similares entre los inversionistas. En cambio, Humala moderó sus posturas una vez en el cargo y los mercados se estabilizaron.
La angustia entre las élites peruanas es más palpable esta vez. Luis Ferreira, director de estrategia de inversión de EFG Capital International, una firma de gestión de dinero en Miami que atiende a clientes en América Latina, indica que, pese a haber estado trabajando en eso durante 20 años, ahora es diferente, ya que se ve un nivel muy alto de preocupación, personas liquidando posiciones, tratando de salir.
Vía Gestión