Entrevistas

Carlos Fernández: «Es relevante que cada país pueda tener una startup unicornio»

Dialogamos con el cofundador de Polymath Ventures e inversor ángel de startups en España y Colombia. Lo buscamos para conocer el trabajo que viene realizando con Wenyi Cai, una empresaria de Silicon Valley. Hasta el momento, han conseguido U$ 50 millones para el impulso de ideas de negocio en Latinoamérica.
Por César Flores Córdova Publicado: Últ. actualización: 6 abril, 2022 20:04
6 minutos

Carlos Fernández de la Pradilla es cofundador y CFO de Polymath Ventures, el venture studio para América Latina. Recientemente fue socio de N+1 Mercapital, donde estuvo nueve años liderando su operación en la región andina. Además ha sido fundador e inversor ángel de startups en España y Colombia.

Infomercado conversó con él para conocer el trabajo de Polymath, una iniciativa que se desarrolla en América Latina, junto con Wenyi Cai, una empresaria en Silicon Valley.

¿Cuáles son las similitudes entre las ideas innovadoras de Latinoamérica y Asia?

Ambas regiones vienen de un retardo y un desequilibrio estructural muy fuerte. Hablamos de mercados emergentes como Asía donde había capacidad pero el PBI se encontraba por debajo de Latinoamérica. Adicionalmente, Asia es una región donde existe un claro bono geográfico que genera una visibilidad de crecimiento económico interesante a largo plazo y una consolidación de una clase media emergente. Por otro lado, existe una adopción de lo digital y los negocios digitales pueden dar ese salto que rompan las carencias estructurales de infraestructura que la región ha tenido, lo que consolida su crecimiento económico.

Es evidente que la innovación se asimiló más rápido en Asia que en Latinoamérica…

China tiene un gobierno que decide, controla, ejecuta y es eficiente. Todo ello a cambio de libertad. Su capacidad de ejecución de sus políticas macro es incomparable. En los otros mercados de Asia encontramos mayores similitudes con Latinoamérica, pero en esos países se han desarrollado más rápido porque hay mejores sistemas de formación, existe mayor estabilidad política e institucional, y una mayor apertura a la tecnología que desarrolla China, Japón o Estados Unidos. Luego de un tiempo, países como la India empezaron a invertir en otros destinos, una realidad que en Latinoamérica no pasaba hasta hace dos años. Creo que en los próximos cinco años habrá una mayor tracción en Latinoamérica y se podrá equilibrar esa realidad.

¿Es relevante que cada país latinoamericano tenga una startup unicornio?

La consecuencia de tener unicornios es positiva y relevante porque tiene un efecto de polinización en el propio ecosistema. Es decir, por un lado atrae capital y talento internacional, elevando el nivel. Además, genera que la gente tenga una experiencia operativa de crecimiento relevante. Más allá del efecto mediático, los unicornios crean talento y eso se puede ver en experiencias como Rappi, de donde han salido más de 100 ventures dependientes. En la medida que refuerzas el ecosistema, los inversores ponen mayor atención al país, lo que genera un tracción positiva.

Wenyi Cai y Carlos Fernández, fundadores de Polymath Ventures.

«Polymath apuesta por la construcción de startups centradas en el ser humano». ¿Podría ampliarnos dicha propuesta?

Es un tema de propósito organizativo. Existen una serie de razones que justifican invertir en la clase media latinoamericana pero, por encima de ello, está el deseo de generar un impacto y un modelo de negocio que presten servicios de calidad o que generen una solución de ingresos para la clase media. Teniendo ese propósito, el centro de nuestro modelo es entender las necesidades y proponer soluciones. De esa manera, no nos anclamos a una tecnología o a un modelo de negocio, sino a qué necesidades existen y qué modelos sostenibles cubren esas necesidades.

¿Impulsan ideas de negocio o startups que ya traccionan?

La peculiaridad de nuestro modelo de negocio es que creamos las compañías. Esto nos diferencia de un modelo de Venture Capital que invierten en modelos creados por terceros. La razón de nuestro modelo es porque cuando iniciamos, el sistema latinoamericano estaba muy poco desarrollado y quisimos cubrir las carencias. Nuestro modelo es del Venture Studio, donde no solo realizas la investigación, identificas la necesidad y ubicas a los emprendedores, sino que se necesita una capacidad de operación para el modelo que lanzas. Hemos creado un portafolio con retos que queremos determinar y profundizar.

Explíquenos un poco más la propuesta…

Por ejemplo: ¿cuáles son las necesidades de las mujeres trabajadores en Latinoamérica? Entonces, montamos un equipo que empieza a aplicar una metodología macro y micro, una especie de Human Center Design. Luego, con las oportunidades detectadas planteamos modelos de negocio, los testeamos y, cuando estamos convencidos, buscamos a un grupo de fundadores y juntos lanzamos esa compañía.

¿Hasta qué punto acompañan la idea? ¿Hasta que son escalables?

Nuestro rol va evolucionando en la medida que el proyecto crece. Empezamos de originadores, luego cofundadores, y ejecutamos en la medida que la compañía empiece a generar tracción y ser independiente. Luego pasamos a ser un advisor; y el siguiente paso es ser accionista minoritario significativo y con involucramiento fuerte con el equipo. Es un rol muy evolutivo y cercano.

¿Cuáles son los sectores que les interesan para fomentar ideas de negocio?

Nuestro modelo se enfoca en ciertos sectores porque operativamente es complejo. Estamos enfocados en modelos fintech, ecomerce, y los services marketplace.

En 10 años han levantado más de US$ 50 millones para invertir en ideas de negocio. ¿Son fondos reembolsables?

El que busquemos un impacto social no implica que no busquemos un retorno económico. No somos un modelo asistencial sino que buscamos una rentabilidad adecuada con el típico riesgo que toman los inversores y fundadores. Esto implica que hay una responsabilidad de devolver el dinero a los inversores con una rentabilidad que justifique el riesgo que han tomado al momento de invertir en estos proyectos. Adicionalmente, los incentivos para los gestores van alineados en esa búsqueda de la rentabilidad.

¿Cuál es su tipo de inversionista?

En Polymath, los inversores son grupos familiares de Centroamérica y la región andina que tienen negocios grandes. Ellos invierten porque desean ayudar a la región con sus emprendimientos y adquirir el aprendizaje cuando acceden a las propuestas de innovación. A estas familias les generamos una posibilidad de inversión con expectativa de retorno económico.

¿Cuántas ideas de negocio están desarrollando?

Tenemos cinco compañías. ‘Las precovid’ son compañías más maduras con una evolución muy buena. Tenemos tres ideas enfocadas en el segmento de la clase media: Aflore es la evolución del modelo tradicional de microfinanzas a un contexto más digital y social. Otra compañía es Elenas, cuya propuesta es una evolución del modelo de ventas tradicional. También tenemos a Autolab, propuesta que muestra cómo la tecnología está cambiando la industria informal tradicional de los talleres de reparación mecánica del segmento medio. Por otro lado, tenemos otras dos compañías recientes como Tanisalud, una plataforma que busca ayudar a las personas a que encuentren cirujanos de confianza y a buen precio; y Rockstart, una plataforma que permita generar soluciones de ingreso a través de ropa de segunda mano, con una visión de economía circular.

¿Cuáles son sus tareas pendientes?

Con nuestro futuro estamos ilusionados porque en los dos últimos años hemos evolucionado el desarrollo del ecosistema emprendedor de la región y en los modelos digitales. Esa es la base para seguir construyendo. Queremos construir dos compañías al año de manera recurrente y dar el siguiente paso con el levantamiento de un fondo de Venture Capital. Creemos que hay oportunidad para liderar y apoyar ideas desde etapas muy tempranas, invertir en proyectos que no sean nuestros pero que solucionen problemas de la clase media.