La Universidad de Lima saca las garras. Tras cambiar su logo, la universidad implementará una estrategia más agresiva que buscará relacionar su amplia trayectoria con otros atributos que capten el interés de una nueva generación de postulantes y fidelizar a su alumnado. Este proceso responde a una percepción interna de estancamiento de la universidad, y al acelerado dinamismo de la competencia.
El objetivo final es sumar atributos más modernos a una marca que hoy sólo resalta entre los postulantes por ser considerada ‘prestigiosa’, pero no ‘moderna’, ‘creativa’ o ‘innovadora’, según el estudio de imagen y percepción de universidades de Ipsos, publicado a fines del 2018.
“La universidad ‘se vende sola’, pero el postulante de hoy exige más que solo tener trayectoria”, indica un extrabajador de la Universidad de Lima que prefirió mantenerse en el anonimato. El crecimiento vía nueva infraestructura será parte clave de este proceso.
La estabilidad financiera de la UL no ha decaído en los últimos años, pero empieza a ‘quedarse’ frente a sus pares del ‘consorcio’. Las fuentes coinciden en que la universidad ha logrado mantener cifras adecuadas desde que se licenció en el 2016.
Prestigiosa sí, pero su imagen empieza a decaer
Su imagen, en cambio, sí comienza a cojear. “Su recordación [reconocimiento de marca] era más alta hace 15 años porque las universidades buenas eran pocas. Hoy, tiene una recordación media: está detrás de otras como la PUCP o la UPC”, indica Javier Álvarez, senior director de Ipsos.
Inclusive entre sus carreras bandera, aquellas consideradas como tradicionales —comunicaciones, administración, economía, arquitectura o derecho—, la universidad pierde espacio ante los ojos de los postulantes. “Si bien es mencionada, no es de las primeras”, añade Álvarez.
En ese sentido, el único y principal atributo que le reconocen los postulantes a la universidad es el de su ‘trayectoria y prestigio’, que evalúa la calidad de sus planes de estudios y profesores, su alta exigencia, entre otros.
“Hoy ya tienes entre 20 y 30 universidades que ya van alcanzando cierta edad [que les permite ser vistas como ‘de trayectoria’]. Incluso, hay otras universidades jóvenes que ya son vistas como ‘de prestigio”.
Marilú Martens, exministra de Educación y consultora en temas educativos.
En esa línea, el peso de la trayectoria de la UL ha pasado a ser un atributo menos valorado por el mercado que otros como una mayor modernidad, conforme las demás universidades del mercado van madurando. Palabras como ‘innovación’ o ‘tecnología’ hoy pasan a ser atributos con los que no se relaciona a la UL y en los que otras universidades como la UPC y la PUCP le sacan ventaja.
“La Universidad ha invertido en tecnología y tiene excelente equipamiento, pero son temas que de repente no se han comunicado”, señala la fuente.
EL ‘CLUB’ SE MODERNIZA
La nueva generación de postulantes —provenientes de la llamada generación Z o centennial— sería una de las principales razones para que las universidades busquen posicionarse agresivamente en el lado más ‘moderno’ del mercado.
“Todas las universidades se están adaptando; es un proceso de transformación hacia algo más vivo y reactivo”, afirma Álvarez.
La otra sería la satisfacción de sus propios alumnos: los analistas consultados coinciden en que hoy éstos exigen mayores facilidades y una vida universitaria más integral.
“La universidad ya está entrando a su tercer año de licenciada; en adelante, tanto el filtro del alumno como el de la misma Sunedu va a ser más exigente”, asegura Martens.
Ante ello, la primera respuesta de la UL—también la más evidente y polémica— ha sido el cambio de su logo. Ésta es una de las patas de un plan maestro a largo plazo que solo en su primera etapa tendrá una inversión de S/35 millones.
El logo sería una apuesta por una comunicación más agresiva de la ‘modernidad’ de la universidad. “Renovarnos es una manera de responder a las exigencias actuales y mantenernos en contacto con el mundo que nos rodea”, señala Rosa María Melero, directora de imagen institucional de la Universidad de Lima.
Parte de la modernización también buscaría darle a la universidad una posición de mayor liderazgo. “Universidades como la UL deben apuntar a estar a la vanguardia. Más que refrescarse, deben fortalecer su propuesta al poner en agenda temas de discusión a nivel nacional y generar mejores vínculos”, señala Martens.
El plan maestro también considera la construcción de una ‘ciudadela universitaria’, lo cual involucraría la ampliación de la universidad hacia las casonas aledañas a ésta, que en parte son de su propiedad. Tras el cambio de logo, el segundo paso sería la inauguración de un centro de idiomas para pregrado.
Posteriormente, se contempla la ampliación de la biblioteca y la construcción del Centro Recreativo Estudiantil, que incluiría servicios deportivos, espacios de usos múltiples, entre otros, asegura Melero, aunque “depende de las licencias municipales”.
Así, el objetivo de la universidad sería generar un ambiente que le permita al alumno pasar más tiempo en la universidad y tener un rango de experiencias más amplio. “Su público objetivo puede haberse mantenido, pero podrían haber mayores demandas de cambio de parte de sus mismos alumnos”, indica Álvarez.
Los planes de inversión de capital están vinculados a una mayor apuesta por la sostenibilidad de la infraestructura de la universidad, atributo que es visto positivamente por las nuevas generaciones de postulantes.
“El plan a treinta años considera un complejo de edificios que integrarán un ecosistema de conservación y reutilización de aguas, [además de] promover el aprovechamiento de la luz solar. Mediante el uso de tecnologías y energías renovables, estos nuevos espacios generarán el 80% de la electricidad utilizada diariamente por nuestra comunidad universitaria”, asegura Melero.
Vía Semanaeconomica