Opinión

Transformación cultural de los mercados de abasto

Lastimosamente, este último jueves 11 de marzo, un incendio de grandes proporciones consumió casi 150 puestos de venta del Mercado Modelo de Piura. En los últimos meses, estos centros han sido protagonistas de noticias alarmantes, de discusiones políticas y de reflexiones académicas.
Por Fiorella Espinoza
4 minutos

Lastimosamente, este último jueves 11 de marzo, un incendio de grandes proporciones consumió casi 150 puestos de venta del Mercado Modelo de Piura.

En el trabajo de rescate de los bomberos se vieron las deficiencias existentes en este centro de abasto, por ejemplo: falta de disponibilidad de puntos de agua, tugurización y distribución peligrosa de tantos materiales inflamables juntos.

En esa misma línea, la epidemia de COVID 19 ha hecho que todos valoremos más que nunca cuestiones que antes dábamos por sentado.

Este es el caso de los mercados de abasto, los cuales nunca antes habían tenido tanta atención de parte de las instituciones públicas, privadas y ciudadanía.

En los últimos meses, estos centros han sido protagonistas de noticias alarmantes, de discusiones políticas y de reflexiones académicas.

En el caso del mercado de Piura es necesario que se vea con lupa la situación de los mercados de abasto, para así generar planes que ayuden a la modernización de estos espacios y no se vuelvan a repetir incidentes tan dolorosos como el de hoy.

Esto nos da cuenta de la urgencia de una transformación real y profunda en estos centros tan importantes para el sistema alimentario, los lazos comunitarios y la economía nacional.

De acuerdo al último Censo Nacional de Mercados de Abastos, a cargo del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2016, el Perú tiene 2, 612 mercados de abastos.

El departamento de Lima concentra el 47,2% (1, 232) del total de mercados en el país, siendo la mayoría de tipo minorista, en donde se vende abarrotes, verduras, expendio de comidas, venta de frutas, entre otros.

Actualmente hay más de 80,000 puestos comerciales en uso, y se calcula 2’000,000 de personas vinculadas a la actividad económica.

Estos datos dan una muestra sobre la cantidad de personas, productos y procesos que convergen diariamente en los centros de abasto de todo el país.

Si bien existe normativa relacionada a los mercados de abasto desde hace algunas décadas, esta está bastante enfocada hacia la productividad y la salubridad que deberían tener; puntos, que a pesar de ser necesarios, aún no logran ser cumplidos en muchos casos.

A inicios de esta pandemia, los mercados de abasto tomaron protagonismo al ser focos infeccioso del COVID- 19, por lo que diversas instituciones estatales vieron la necesidad de poner a los mercados de abasto nuevamente dentro de la agenda pública.

Así, se pusieron a pensar en planes de acción que mejoren esta situación, como lo fue la Meta 1 “Regulación del funcionamiento de los mercados de abastos para la prevención y contención del COVID-19” de los incentivos municipales.

Esto último logró que la mayoría de mercados del país adoptara protocolos que mejoran la salubridad y seguridad en este contexto.

Impulsando la transformación

Sin embargo, la pandemia también nos ha hecho ver que existe la necesidad de trabajar planes a mediano y largo plazo para estos centros.

Es así que en los últimos meses diversas instituciones, organizaciones civiles, activistas y expertos han levantado su voz para proponer planes de acción para la transformación de los mercados de abasto.

Sin embargo, ahora el reto no es un tema normativo ni de recursos económicos, es ver la forma de lograr una transformación cultural, que permita que los involucrados en las dinámicas de los mercados puedan creer e insertarse en este cambio de visión que deberían tener estos espacios públicos.

¿Cuál es el reto? Que las dirigencias, conductores de los puestos, estibadores, transportistas, y comercios anexos vean las potencialidades de la mejora de estos espacios, y la importancia de su rol social, económico y ambiental para el barrio y la ciudad.

Adicionalmente, es necesario una asistencia en la profesionalización del sector, a fin se pueda mejorar la gestión interna de estos centros, y así conseguir cambios sostenidos en el tiempo.

¿Cómo impulsar esa transformación?

No hay una respuesta sencilla ni única. Debemos entender que por muchos años este sector ha estado al margen de las agendas públicas y privadas, y ha avanzado como ha podido, aprendiendo en el camino.

Es así que el cambio se logrará cuando los diversos actores se puedan poner de acuerdo en un solo sentir, el de hacer de nuestros mercados lugares seguros, limpios y acogedores para los trabajadores y los visitantes, más allá de quien hace qué.

¿Potencialidades de esta transformación?  Muchas, entre ellas i) Más puestos de trabajo, ii) Posiblemente más actividades económicas en todo el día, iii) Más visitas diarias de nacionales y extranjeros.

Asimismo, iv) Más alianzas entre estos centros y restaurantes o tiendas del barrio, v) Mayor bienestar y orgullo de los vendedores, y entre otros beneficios.

En la actualidad ya se están gestando proyectos de diferentes frentes hacia los mercados de abasto.

Esperemos que todas estas intervenciones tardías, pero con muy buena voluntad, hagan que podamos volvernos a sentir a gusto y orgullosos de estar en estos espacios.

Finalmente, los invito a reflexionar sobre lo que significa el mercado en sus vidas, y a pensar cómo, desde su lugar, pueden aportar a esta gran y necesaria transformación.