Vivimos en la era de la participación ciudadana, donde importa mucho el poder que tienen las personas con sus smartphones y de cómo un mensaje se puede amplificar de inmediato. Ante ello, las empresas tienen que afinar muy bien su estrategia digital, sus mensajes deben mantener una coherencia entre el ser y parecer, es decir, entre el discurso que profesan y las acciones que realizan.
Debemos aprovechar el poder de la comunicación en su máximo sentido, que no es otra cosa que potenciar la capacidad de influir en las personas con nuestro mensaje y generar en ellas un comportamiento positivo hacia nuestra marca o producto. Comunicar por comunicar, sin estrategia, es gastar –como criollamente se dice- pólvora en gallinazo.
Frente a toda esta vorágine que vivimos hoy con la economía de la reputación, las compañías tienen una oportunidad de oro en el mundo digital. Ya sea mediante el buen uso de las redes sociales, páginas webs, landings page o aplicativos móviles se pueden comunicar las iniciativas de responsabilidad y sostenibilidad de manera segmentada. Es necesario mantener una comunicación constante con nuestros públicos estratégicos para generar y reforzar una percepción buena. No basta serlo, sino parecerlo y comunicarlo. Lo que no se comunica no existe, peor aún, si se comunica mal.
Sin embargo, uno de los grandes problemas al que nos enfrentamos es la gran cantidad de información que existe. Por ello, se debe pensar muchas veces qué y cómo llegará el mensaje. Contenido bueno pero mostrado de manera plana arruina todo. Creo que una buena manera de contar lo que una empresa hace por el desarrollo de sus comunidades es a través del uso de historias. Basta un buen caso para enganchar a nuestro público objetivo y lograr comentarios positivos. Esa interacción que brinda el mundo social es básica para mantener el diálogo entre nuestros stakeholders. Así se sienten parte de la compañía y nos ayudan en la construcción de una reputación sólida que será de gran ayuda ante una crisis.
Debemos estar donde nuestra audiencia está, evaluar las plataformas preferidas según nuestros públicos y a partir de una estrategia, definir cada cuánto tiempo darle contenido, de qué manera y responder siempre sus consultas. Estar por estar, sin una dirección no ayuda en nada. La RSC tiene tanto por explotar en lo digital que muy pocas compañías le sacan el verdadero millaje. La tendencia hacia lo transparente, lo socialmente responsable, lo ambiental cada vez hace que las marcas volteen y creen espacios donde exponen sus acciones.
Una empresa que se preocupa por comunicar las acciones de responsabilidad corporativa de manera digital logrará:
Visibilidad: Estar presente donde su audiencia está y adaptar el mensaje a cada uno de los formatos sociales. Cada red tiene sus propias características que la compañía debe saber aprovechar.
Enganche: Esto solo se dará si el contenido es atractivo, si genera interacciones que vayan más allá de comentarios y likes. Necesitamos hacer que nuestro público comparta nuestras publicaciones y el mensaje llegue a más personas.
Huella digital positiva: Esto generará un colchón de reputación increíble, cuyo valor se verá a la hora de las crisis, porque si bien no se pueden evitar, pero sí amortiguar.
Eficacia comunicativa: Estar y llegar bien. Con el mensaje adecuado y con un fin claro.
La reputación no es un juego o una moda. El ser socialmente responsable no es una tendencia. Es el presente y lo que impulsa a que cada vez más empresas reformulen sus prácticas, respeten el planeta y conversen con sus audiencias para tomarle el pulso a su accionar. Comunicar bien las buenas prácticas en el mundo digital puede ser la catapulta hacia el éxito o fracaso. Todo dependerá de la estrategia que se siga y de cómo se maximice la inversión y la potencia de los mensajes.