Hace unos días el Gobierno solicitó facultades al Congreso para legislar en materia tributaria.
Una de las propuestas de reforma más resaltantes es la de realizar cambios en el Impuesto a la Renta; puntualmente en los porcentajes aplicables a las actividades de primera y segunda categoría.
Al respecto, el ministro de economía, Pedro Francke, ha precisado que se pretende aumentar el impuesto tanto para los alquileres como para la venta de inmuebles; actividades que a la fecha pagan una tasa del 5%.
La nueva tasa, según la propuesta, sería una no mayor al 10%, con la finalidad aumentar la recaudación y equilibrar la carga tributaria en las personas de mayores ingresos.
Sin embargo, esta propuesta, lejos de obtener una mayor recaudación, tendrá un impacto perjudicial para las personas que tienen, como ingresos, los que resultan del arrendamiento de inmuebles.
Hoy por hoy, la evasión tributaria por el alquiler de inmuebles es muy alto. ¿Qué garantiza que esta reforma promoverá la recaudación tributaria en una de las actividades más golpeadas por la pandemia?
No tan distante es el caso de la venta de inmuebles, que tiene como práctica evasiva el acordar un precio de venta menor al real (o al costo de adquisición del vendedor) con la finalidad de evitar el pago de impuesto a la renta del 5%.
Un aumento del impuesto a la renta por esta actividad generará dos muy posibles consecuencias: mayor informalidad en la compraventa de inmuebles y el aumento de los precios de venta de los inmuebles (pues, claramente, el vendedor trasladará el porcentaje del impuesto al comprador para no verse afectado).
Ambas consecuencias son perjudiciales para el dinamismo del mercado inmobiliario que poco a poco viene recuperándose.
Finalmente, estas propuestas dejan un sinsabor en la política tributaria del Gobierno pues lejos de suponer una ampliación de la base tributaria o un planteamiento de políticas para que los informales en el sector inmobiliario cada vez sean menos, lo único que van a generar es un impacto negativo –a mi modo de verlo- en aquellas personas que sí tienen cultura tributaria y cumplen con el pago de sus impuestos.
En mi opinión, esta propuesta promoverá mayor informalidad en el arrendamiento y la venta inmobiliaria, por lo que sería conveniente reconsiderar otras formas de recaudación o, cuando menos, evaluar si existe un momento más prudente para llevar a cabo esta reforma.