Las Ollas Comunes en el Perú son iniciativas ciudadanas de apoyo o atención alimentaria, temporales o permanentes, de participación comunitaria. Congregan a personas en situación de vulnerabilidad que no pueden acceder a alimentos o que no cuentan con la capacidad económica para adquirirlos.
Además, estas redes de apoyo se organizan de manera voluntaria para complementar sus necesidades básicas de alimentación, para lo cual comparten insumos y esfuerzos en la gestión y preparación de los alimentos.
En el país existen, según datos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), un total de 3,542 ollas comunes. Solo 2,639 están reconocidas por municipios del departamento de Lima. A su vez, de esta cifra, 2,516 se concentran en Lima Metropolitana; es decir, el 70% del total.
Fortunata Palomino, representante de la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana, tuvo una entrevista con RPP noticias y pudo comentar con respecto a su posición ante los excesivos costos por alimentación de los congresistas.
«Tomamos con mucha indignación el tema porque es una cachetada a nuestra pobreza, a nuestra realidad. Parece que los congresistas viven a las espaldas de la realidad, de la gente que día a día saca para comer. Nosotros, como mucho, invertimos cien soles para entre 120 a 160 raciones».
Se sabe, también, que el panorama de las ollas comunes que Fortunata tiene a cargo ha reducido: en el 2020, las encargadas de cada olla cocinaban entre 180 a 250 raciones de comida, pero ahora han bajado un poco porque las personas beneficiarias ya retomaron sus trabajos y pueden sustentarse.
Como la situación del aislamiento social ha cesado y la presencialidad ha vuelto a formar parte del día a día, las personas que comían de estas ollas continúan laburando; pero los que han quedado aún por alimentar son, en su mayoría, adultos mayores, madres solteras y niños huérfanos.
Ante ello, según Palomino, las raciones del 2023 tienen un mínimo de 55 y un máximo de 180. Este número máximo es únicamente si tienen «la suerte» de conseguir los insumos. «En el 2020 tampoco teníamos [dinero] para comprar insumos, pero habían personas que hacían donaciones. Ahora ya no nos llegan ni tubérculos ni carnes porque sabemos que la situación está muy crítica para todos».
«Aquí hay personas que no pueden ingerir tanta grasa o harina, y se alimentan a base de cereales. Además, hay niños que necesitan fórmulas, adultos mayores que necesitan pañales, y nos da mucha rabia escuchar a los señores congresistas que tienen un monto diario para que coma una sola persona de casi S/ 200».
Se debe hacer hincapié en el gran trabajo que tienen las encargadas de cada olla común: conseguir los alimentos en donaciones o comprar a precios módicos, preparar las raciones de menú y tratar de que todas tengan el valor nutritivo para, finalmente, repartir a la hora de almuerzo.
«Nos han dicho que a partir del 24 de febrero van a empezar a entregar víveres de parte de las municipalidades, pero no incluyen leche. Ojalá que lleguen a algo con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego para que puedan reglamentar de una vez una ley que aprobaron con Pedro Castillo para que les compren leche fresca a los productores porque eso es lo que nos está causando muchos problemas».
Además, Fortunata también comentó que el Congreso está al tanto de la apretada situación de las ollas comunes: «Nosotros no estamos ocultos, hemos salido a hacer cacerolazos para hacerle saber al Perú entero quiénes somos y por qué estamos en esta situación».
«También hemos ido a una reunión con el ministro actual, Julio Demartini, quien nos asignó por decreto de urgencia un presupuesto de S/ 98 millones que todavía no llega. Sin embargo, para la cantidad de ollas comunes a nivel nacional, nos toca menos de US$ 1 a cada persona para desayuno, almuerzo y cena».
Cabe resaltar que las ollas comunes no tienen un presupuesto asignado, sino que sale del Fondo de Contingencia que es un dinero que se tiene para una serie de emergencias, de actividades, incluidos desastres naturales. De ese fondo, se da un porcentaje a las ollas comunes, pero no tienen un presupuesto fijo.