Las críticas al nuevo presidente de la República, Francisco Sagasti, han empezado a surgir, aunque sin mucho efecto.
Una de ellas es sobre el autógrafo que Sagasti le pidio al terrorista del MRTA Néstor Cerpa Cartolini, cuando salió de la residencia del embajador japonés, luego de haber sido rehén por algunos días.
«Pancho Sagasti es un consultor palabrero típico y tan desatinado que hasta le pidió un autógrafo al terrorista Cerpa, pero no puede ser peor que una comunista», le recordó hoy Aldo Mariátegui en su columna de Perú 21.
¿Realmente fue un autógrafo?
Para el periodista Umberto Jara, tal autógrafo tiene un contexto totalmente distinto al de un admirador de un terrorista.
Jara es autor del libro «Secretos del túnel», sobre la toma de la residencia y posterior rescate por el comando Chavín de Huantar.
En su cuenta de Facebook, el periodista rememora lo que escribió en su libro sobre este criticado incidente.
«Francisco Sagasti, colaborador de la revista Caretas, que había escrito un minucioso diario, se le ocurrió, con un legítimo sentido periodístico, pedirle a Cerpa que estampe su firma en un pedazo de caja de cartón del agua mineral Fuji (…) Era un recurso de oficio periodístico para llevar a su redacción algún elemento del cautiverio».
Esta interpretación la ha publicado para descalificar a quienes mencionan con saña esta firma. «Me harta esa tendencia difundida en nuestro país de hurgar en el pasado de una persona buscando el dato descalificador», indicó.
Sentimientos encontrados
Umberto Jara afirma, sin embargo, que tiene sentimientos encontrados sobre el nuevo presidente de la Nación. «Me genera desconfianza por su pertenencia al Partido Morado que, en esta crisis, dejó caer su máscara al reconocer explícitamente que buscaban el retorno del corrupto Martín Vizcarra«.
A pesar de todo, espera que Sagasti tenga la lucidez para entender que ha llegado a la Presidencia de la República por un vacío de poder generado por el clamor de las calles.
«Si entiende eso y se dedica a gobernar sin cálculos electorales y sin intereses partidarios, entonces se vestirá de decencia», concluye.
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