En el mes de abril la inflación rondo el 8%, la más alta en los últimos 24 años, muy por encima del rango meta del Banco Central de Reserva del Perú (BCR), fijado entre 1% y 3%.
La tendencia al alza de los precios se debe principalmente al alza de las cotizaciones internacionales de energía y alimentos, acelerada por la coyuntura política y los conflictos sociales.
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Factores locales y externos
La rápida recuperación de la demanda, los problemas en la cadena de suministro y las condiciones climáticas desfavorables han ocasionado que, desde inicios del año pasado, los precios internacionales de los combustibles y sus derivados (como fertilizantes) y los alimentos (maíz, trigo y soya) aumenten de manera acelerada
Los factores externos fueron exacerbados por el fuerte incremento del tipo de cambio entre agosto y noviembre del año pasado, esto producto de la coyuntura política post toma de mando y el posterior deterioro de la confianza en la economía nacional.
El Instituto Peruano de Economía (IPE) estima que los factores suscitados de manera local explicaron entre el 20% y el 25% de la inflación en el segundo semestre del 2021.
La conflictividad social y el bloqueo de vías de transporte también ejercieron presiones sobre el alza de los precios de los alimentos al inicio del 2022.
Impacto heterogéneo
El aumento en el nivel de precios ha tenido un impacto diferenciado sobre el poder adquisitivos de los hogares, según sus patrones de consumo.
En ese sentido, según IPE, las familias más pobres registraron una inflación de 9.3% en abril debido a que destinan casi un tercio de su gasto al consumo de alimentos y bebidas.
Por otro lado, para los hogares que cuentan con mayores ingresos, los cuales destinan solo un quinto de su gasto a dicho rubro, la inflación fue de 7.6%.
Efecto en regiones
El impacto del alza de los precios también ha variado a lo largo del país. Ciudades como Huaraz, Moquegua y Chachapoyas registraron tasas de inflación de más de 13% debido principalmente a que las familias de las regiones donde se ubican estas ciudades destinan casi dos quintas partes de su gasto a alimentos y bebidas.
Por su parte, Lima y Arequipa, cuyas ciudades capitales registraron una tasa de inflación cercana al 8%, los hoagares destinan menos de un tercio de sus ingresos a productos alimenticios.