A inicios de mayo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicó las cifras 2017 de la pobreza a partir de la última Encuesta Nacional de Hogares (Enaho).
Como se sabe, por primera vez en este siglo, la pobreza aumentó y alcanzó al 21,7% de peruanos.
Para entender las causas de este resultado se puede descomponer el cambio en la pobreza en dos efectos: el efecto crecimiento y el efecto de los programas sociales, como Juntos y Pensión 65.
Crecimiento y pobreza
En la dinámica del crecimiento económico y la disminución de la pobreza se pueden diferenciar dos períodos marcados por distintos ritmos de crecimiento. En primer lugar, entre los años 2004 y 2013 la economía poseía un gran dinamismo, reflejado en un crecimiento promedio anual de 6,4%.
En este contexto, la pobreza se redujo en promedio en 3,9 puntos porcentuales (p.p.) al año, de los cuales 3,7 p.p corresponden al efecto del crecimiento, y el resto a transferencias de programas sociales.
Es decir, entre el 2004 y 2013, el 95% del gran avance en la reducción de la pobreza fue producto de la mejora de los ingresos de las familias a consecuencia del crecimiento económico y mejor empleo.
Posteriormente, entre el 2014 y el 2017, el crecimiento disminuyó a solo 3,1% promedio anual. Esta ralentización se debió en buena cuenta a la contracción de la inversión privada, que cayó 4,1% en promedio cada año.
En este contexto, la pobreza solo se redujo en promedio 0,6 p.p. anualmente, de los cuales 0,4 p.p. se encuentran asociados al crecimiento. Este ritmo de reducción resulta menos de un sexto del que se registró entre el 2004 y el 2013.
Los resultados en pobreza del último año, entonces, son consistentes con la tendencia negativa del crecimiento de los últimos años.
El avance del PBI durante el 2017 fue de solo 2,5%, mientras que la inversión privada no creció. En este contexto, el incremento de la pobreza se explica casi en un 100% por la contribución (negativa) del efecto crecimiento.
Mercado laboral
El vínculo entre el crecimiento económico y la disminución de la pobreza se da principalmente a través del mercado laboral. En una economía dinámica, el incremento de las operaciones de las empresas genera una mayor demanda por trabajo, lo cual presiona los salarios al alza.
Así, mejores y mayores empleos y salarios se traducen en una contribución del crecimiento sobre la disminución de la pobreza. En el Perú, sin embargo, el mercado laboral atraviesa su peor momento en varios años.
A partir de los datos de la Enaho se observa que la creación de empleo de calidad ha sufrido una severa desaceleración.
El empleo informal ascendió a 72,5% en 2017, lo cual significa un incremento de 0,5 p.p. en relación al 2016.
En los últimos cuatro años, en neto, se ha creado aproximadamente la misma cantidad de empleos formales que informales (poco más de 400.00 en cada caso).
La desaceleración del crecimiento también afectó los salarios. Durante el 2017, los salarios reales se redujeron 2,3%, primera caída desde el 2005. Así, el salario real promedio para el último año resulta similar al registrado en el 2015.
El retroceso nuevamente golpeó al sector formal de la economía. Los trabajadores formales registraron una caída de 1,8% en sus salarios y regresaron a un nivel similar al del año 2013. Por otra parte, el salario de los trabajadores informales se redujo en 1,0%, por primera vez en una década.
Juntos y Pensión 65
Sobre el efecto de los programas sociales, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) posee una cartera de diversas intervenciones que tienen el objetivo de aliviar la pobreza. Dos de las más importantes son Juntos y Pensión 65, las cuales implican transferencias directas de efectivo.
En Juntos, la transferencia a hogares pobres es de S/200 bimestral y está condicionada a la asistencia de los niños al colegio y de la madre gestante a sus controles prenatales. Pensión 65 transfiere una pensión de S/250 cada dos meses a la población mayor de 65 años en pobreza.
Estas transferencias contribuyeron en promedio 0,2 p.p. por año a la reducción de la pobreza entre el 2007 y 2015. Sin embargo, en el 2016 su contribución fue negativa y en el 2017, nula.
El resultado negativo del 2016 no quiere decir que los programas sociales hayan aumentado la pobreza, sino que entre el 2015 y el 2016 se redujo su aporte a la reducción de la pobreza. Asimismo, su nula contribución en el 2017 significa que entre el 2017 no contribuyeron más de lo que ya lo hacían anteriormente.
Debido a que Juntos y Pensión 65 están focalizados en la población más pobre, es posible que las transferencias no sean suficientes para sacar de la pobreza a sus beneficiarios, pero sí mejorar sus ingresos.
Para evaluar esto se calcula la brecha y la severidad de la pobreza.
La primera mide la distancia que los separa del umbral de la pobreza y la segunda indica el nivel de desigualdad entre los pobres.
En este sentido, al igual que en el caso del nivel de pobreza, el efecto crecimiento ha explicado más del 90% de la reducción de la brecha y la severidad de la pobreza, las cuales se redujeron a menos de la cuarta parte entre el 2004 y el 2016. En el último año, sin embargo, ambos indicadores aumentaron por primera vez en el siglo en un contexto de menor crecimiento.
Si bien la digitalización de los padrones de focalización y el uso de nuevas tecnologías –como las aplicaciones georreferenciadas para la identificación de beneficiarios– han servido para mejorar la eficiencia del gasto, la labor del Midis todavía enfrenta grandes retos.
Más importante aún, no obstante, será el aporte que el crecimiento económico le pueda imprimir a la reducción de la pobreza, como sucedió en años anteriores.
Foto: PuntoyComa