Natalia Gordillo Guerra es una peruana de 65 años que lleva menos de veinte elaborando pisco. Su vida era completamente diferente y dio un giro cuando llegó a Azpitia.
Estudió Zootecnia, pero nunca ejerció la carrera; se casó con Alberto Sommaruga Bedoya, tuvo hijos, y se dedicó a ellos hasta que todos alcanzaron la edad escolar.
Hizo voluntariado en el Hospital del niño por 12 años, una labor a la cual se entregó en cuerpo y alma.
Algunos años después, aquella formación la preparó para encargarse de distintos programas sociales, educativos y deportivos en la gerencia de la Municipalidad de Miraflores.
Azpitia
Hasta que llegó el momento alejarse un poco de las diferentes actividades que realizaba y tomarse una pausa. El destino la llevó a Azpitia, a unos 80 kilómetros de Lima.
Inicialmente ella y su familia tenían la idea de una casa de campo para relajarse. Los Gordillo encontraron un terreno en 1998 y empezaron ahí de cero: a construir, a nutrir la tierra para que pudiesen crecer plantas y hortalizas.
«Cuando vinimos por primera vez a Azpitia nos enamoramos del sitio. Empezamos haciendo campamentos en lo que ahora es nuestra propiedad, sin conocer al dueño. Fuimos averiguando en el pueblo y logramos convencerlo de que nos lo venda», recuerda Gordillo.
Por la cabeza de Nati Gordillo jamás se cruzó la idea de sembrar vid y hacer pisco, mucho menos pensó que ella se encargaría del proceso de destilación.
En el 2002, Nati tuvo su primera cosecha de uva quebranta. En menos de veinte años ha logrado destilar uno de los piscos más reconocidos en el mercado internacional bajo la marca Piscología.
«La tierra estaba totalmente estéril, tuvimos que ir cuidándola, quitando el salitre. Empezamos a sembrar uvas en el 2002 o 2003, siempre quebranta. Teníamos una producción considerable», rememora.
A lo largo de los años ha acumulando premios y logros en distintos certámenes especializados.
Destilación
Gordillo confiesa que en la destilación, la primera lección que hay que tener es que con el manejo del fuego, la temperatura y el lavado de alambiques se pueden corregir algunas cosas y potenciar otras.
Su sensibilidad y buen olfato la han llevado a crear uno de los piscos más exclusivos del mercado: Piscología. Para la tercera destilación Gordillo ya tenía en mente fabricar un alambique y hacerlo ella misma en su finca.
“Todo lo que sé lo sé de observar, de hacer preguntas. En Azpitia destilan a la leña, era un proceso totalmente artesanal”, añade.
En un principio el pisco que iba saliendo se destinaba solo para la venta a amigos, familia y algunos ex colegas laborales. En concreto, de la Municipalidad de Miraflores, donde la creadora había laborado varios años.
“Teníamos poca cantidad, pero empezó a venderse para regalo”, añade.
Uno de sus ex compañeros de trabajo, un inglés instalado en Lima interesado en el pisco, la contactó con una amiga que se dedicaba a exportar.
Piscología
En el 2017, el negocio de los Gordillo dio un giro enorme, Piscología se consolidó como marca, y el pisco de Nati Gordillo empezó a venderse en el extranjero.
“Hoy exportamos a Canadá, Singapour, Estados Unidos, Macao y varios puntos en Europa”, cuenta.
El suyo es un pisco boutique, con una producción limitada, tres mil a cuatro mil litros anuales.
Esa es su mejor carta de presentación y el motivo por el cual distintos periodistas del mundo se han acercado a conocer su trabajo en Azpitia. Aún conservan un lote para familia y amigos, pero todo el grueso de la producción de Piscología se destina al exterior.
Es ahí donde ha recibido distintos premios. En el 2019, Nati ganó la Medalla de Oro en el premio de vino y alcohol femenino en Londres.
El último que recibió es como Maestra Destilera en el Craft Spirits de Berlín, uno de los concursos de destilados artesanales más famosos de Europa.
“Es una pena que no haya más rostros visibles femeninos, porque siempre hay mujeres haciendo el trabajo de destilación, sobre todo en las bodegas pequeñas”, finaliza Gordillo.
Pueden seguirlos en sus redes sociales como @piscologiapisco.