¿Alguna vez te han recetado un medicamento llamado sulfametoxazol? ¿Sabes para qué sirve y cómo actúa? En esta nota te explicamos todo lo que necesitas saber sobre este antibiótico, sus usos, sus efectos secundarios, para qué sirve y sus precauciones.
¿Qué es el sulfametoxazol?
El sulfametoxazol es un compuesto químico que pertenece al grupo de los antibióticos tipo sulfonamida. Estos son sustancias que inhiben el crecimiento de las bacterias al interferir con la síntesis de su ácido fólico, una molécula esencial para su supervivencia.
Suele combinarse con otro antibiótico llamado trimetoprima, formando un producto conocido como cotrimoxazol o TMP/SMX. Esta combinación tiene un efecto bactericida, es decir, que mata a las bacterias, al actuar sobre dos pasos diferentes de la síntesis del ácido fólico.
El sulfametoxazol se puede encontrar en diferentes presentaciones, como tabletas, comprimidos o suspensión oral. Su forma de administración es por vía oral y su dosis depende de la edad, el peso y la condición del paciente.
¿Para qué sirve el sulfametoxazol?
El sulfametoxazol sirve para tratar diversas infecciones causadas por bacterias sensibles a este antibiótico. Algunas de las infecciones más comunes que se pueden tratar con sulfametoxazol son:
- Infecciones de las vías respiratorias, como sinusitis, amigdalitis, faringitis, bronquitis o neumonía.
- Infecciones del sistema urinario, como cistitis, pielonefritis o uretritis.
- Infecciones intestinales, como gastroenteritis, fiebre tifoidea o diarrea del viajero.
- Infecciones de la piel, como abscesos, celulitis o impétigo.
- Infecciones oportunistas en personas con VIH/SIDA o cáncer, como neumonía por Pneumocystis jirovecii o toxoplasmosis.
El sulfametoxazol solo debe tomarse bajo prescripción médica y siguiendo las indicaciones del profesional. No se debe automedicar ni interrumpir el tratamiento sin consultar al médico, ya que esto puede provocar resistencia bacteriana o recaídas de la infección.
¿Tiene efectos secundarios?
Como todo medicamento, el sulfametoxazol puede causar algunos efectos secundarios en algunas personas. Estos pueden ser leves o graves, dependiendo de la sensibilidad individual y de la dosis utilizada. Algunos de los efectos secundarios más frecuentes del sulfametoxazol son:
- Náuseas, vómitos, diarrea o pérdida del apetito.
- Erupción cutánea, picor o urticaria.
- Dolor de cabeza, mareos o somnolencia.
- Anemia, leucopenia o trombocitopenia (disminución de los glóbulos rojos, blancos o plaquetas en la sangre).
- Aumento de los niveles de creatinina o urea en la sangre (indicadores de daño renal).
- Aumento de los niveles de transaminasas o bilirrubina en la sangre (indicadores de daño hepático).
Algunos efectos secundarios más graves pero menos frecuentes del sulfametoxazol son:
- Reacciones alérgicas severas, como anafilaxia, angioedema o síndrome de Stevens-Johnson (afectación grave de la piel y las mucosas).
- Hepatitis fulminante (inflamación aguda y grave del hígado).
- Insuficiencia renal aguda (pérdida súbita y grave de la función renal).
- Síndrome de hipersensibilidad (reacción inflamatoria generalizada que afecta a varios órganos).
Recomendaciones
Antes de tomar sulfametoxazol, se debe informar al médico de todos los antecedentes médicos, alergias y medicamentos que se estén tomando. Asimismo, se debe seguir una serie de precauciones durante el tratamiento, como:
- Beber abundante agua para evitar la cristalización del sulfametoxazol en la orina y prevenir las infecciones urinarias.
- Evitar la exposición al sol o usar protección solar, ya que el sulfametoxazol puede aumentar la sensibilidad de la piel a los rayos UV y causar quemaduras o manchas.
- Evitar el consumo de alcohol, ya que puede potenciar los efectos secundarios del sulfametoxazol y dañar el hígado.