Allá en la época en que Fernando Henrique Cardoso era el presidente de Brasil, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, trascendía las canchas para ocupar una espacio en el poder Ejecutivo de su país natal. Y es que Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, nunca se limitó a su estatus de deportista, o incluso, de ídolo de masas: desarrolló diferentes facetas a lo largo de su vida y el ingreso a la política, no fue la excepción.
De tal manera, el jefe de estado lo eligió como Ministro de Deporte en 1994. Él desempeñaría este cargo hasta el 1998. Desde el momento de su selección, no recibió apoyo por parte de la clase política. Y pronto encontraría otro rival: el empresariado y la corrupción. Ello, debido a que sus propuestas se contraponían a los intereses de las grandes esferas de poder del deporte.
Su principal legado como titular del ministerio fue la aprobación de la «Ley Pelé» en el año 1998. Con ella, trasformó las estructuras de los clubes y sus formas de contrato. Todo ello, en favor de los intereses de los futbolistas. Mejoró sus condiciones laborales, pues les otorgó un mayor poder de decisión respecto a sus futuros. Cabe destacar que, antiguamente, muchos deportistas eran prácticamente esclavos de las determinaciones de sus directivos.
Con la medida aplicada, la Confederación Brasileña de Fútbol, veía limitado su poder. Por ello exautoridades de la institución se mostraron en contra del proyecto legislativo. Uno de ellos fue Ricardo Teixeira. A este se sumó un Joao Havelange, ex presidente de la FIFA.
“Me gustaría que el futbol en Brasil funcionase tan bien fuera como dentro del campo. Por desgracia, en la Federación tenemos un montón de problemas y esos problemas impiden ayudar lo suficiente a los jugadores jóvenes”.
La «Ley Pelé» promovía la constitución de los clubes como empresas. Por otro lado, instaba a la participación civil en la elección de los altos cargos, para evitar los casos de corrupción. En esta misma línea, aprobaba las auditorías a los clubes. Asimismo, se preocupó por conferirle derechos a los árbitros.
Pese a haberse desempeñado en el ámbito de la política, su rol nunca fue el de uno. No opinó sobre temas polémicos o controvertidos, como el gobierno dictatorial, el racismo y demás.
«Ha sido uno de los goles más difíciles de mi vida, pero ahora el deporte en Brasil está listo para el siglo XXI». Es así que Pelé, representante del ‘jogo bonito’, no solo revolucionó la forma de jugar dentro de las chanchas, sino también fuera.