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Mujer emprendedora en Piura: el reto de llegar a los espacios reservados para los varones

Por César Flores Córdova Publicado: Últ. actualización: 30 mayo, 2020 08:47
7 minutos

Informe elaborado por Enrique Villegas y Ricardo Parra.

Flor Chávez Villar, consultora en temas de género se pregunta: ¿por qué todavía las mujeres tenemos el temor de ir más allá, a esos espacios que solo están reservados a los hombres?

Y es que durante su ponencia, en la presentación pública de los resultados de la promoción de las relaciones equitativas de género en las mujeres emprendedoras: caso bancos comunales del FopromCipca, Chávez Villar lamentó que pese al espíritu emprendedor de la mujer, se le sigue reduciendo su participación laboral.

Pero sobre todo, cuestiona que muchas emprendedoras continúen siendo víctimas de la violencia de género.

De acuerdo al estudio del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sobre la medición de la violencia contra las mujeres, niños, niñas y adolescentes del 2015, entre las principales creencias que apoyan la violencia contra la mujer aparece con un 56.3% la que considera que el esposo o pareja, siempre debe ser el jefe del hogar y quien represente a su familia.

Con un 54.7% encontramos  la idea de que toda mujer debe cumplir primero su rol de madre, esposa o ama de casa y después realizar sus propios sueños y con un 46.2% la creencia de que en todo hogar se necesita a un varón para que ponga orden y disciplina.

Del mismo modo, la confederación internacional Oxfam en su último informe global sobre desigualdad y precariedad laboral, informa que en el caso de Perú, la brecha salarial entre hombres y mujeres es superior al 30%. La economía peruana depende del trabajo de cuidado –no remunerado- que realizan las mujeres.

Detalla además que a nivel regional, somos el país con menor participación laboral femenina, tanto en sectores de media y alta productividad. El mayor número de trabajadoras peruanas se concentra en sectores de baja productividad, con ingresos reducidos y precarias condiciones laborales. Apenas una de cada veinte mujeres ocupadas tiene la oportunidad de trabajar en un sector de alta productividad, donde las remuneraciones y condiciones laborales son mejores.

Fortaleciendo el emprendimiento

Es por ello, que la Directora ejecutiva del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca), Rosa Prieto Mendoza, resalta que por el FOPROM (Fondo de Promoción de la Mujer Rural) han pasado alrededor de 2,500 mujeres desde 1995, las cuales en su momento no eran consideradas “sujetos de crédito” para ninguna entidad financiera, principalmente las mujeres rurales.

Detalla que fue esa la razón primordial para que el Cipca iniciara esta experiencia con la metodología de los Bancos Comunales, lo cual permitió que la mujer del campo generara un rol productivo en su hogar.

“Este proceso estuvo acompañado con capacitaciones y asesorías para evitar así recargarla y mejorar la relaciones de género dentro de la familia de tal forma que exista equidad en los roles productivos y reproductivos.”, indica.

Con esa reflexión, la docente y consultora en temas de género, Marixa Bobadilla Carrera, considera que una de las mayores deudas que el estado peruano tiene es con las mujeres, pues las grandes brechas de género han originado una gran desigualdad entre mujeres y varones.

Manifiesta que la visión de Foprom ha ido más allá de entregar micro créditos, sino de romper con aquellos roles tradicionales que generan retraso, sumisión y siguen poniendo en desventaja a las mujeres. Es por ello que la experiencia de los Bancos Comunales ha sido fortalecida con las diversas capacidades en un plan de formación.

“Los objetivos de Foprom están dirigidos a identificar los principales cambios en la brecha de género relacionada con la participación de las mujeres en la toma de decisiones referidas al manejo y control de los recursos económicos en el hogar, a conocer las relaciones de poder entre varones y mujeres dentro de la familia, a evitar la imposición de patrones reproductivos que recargan las tareas del hogar solo a las mujeres, a impedir el ejercicio de la violencia física, psicológica y sexual hacia las mujeres y a promover la participación de las mujeres en actividades o roles comunitarios y de liderazgo.”, sostiene.

Una de las mayores deudas que el estado peruano tiene es con las mujeres, pues las grandes brechas de género han originado una gran desigualdad entre mujeres y varones.

Garantizar oportunidades

Otro punto a tener en cuenta y que revela el estudio del INEI, es que entre las actitudes más arraigadas en la población es que si una mujer no atiende a su esposo o pareja o no cumple con sus deberes del hogar, merece ser reprendida por su esposo o pareja y que la mujer no puede tomar decisiones sin el permiso de su esposo o pareja.

“Foprom ha permitido que las mujeres se inicien en actividades como: preparación de chifles, venta de algarrobina, venta de abarrotes, incluso se pensó en albañilería, pero este punto sigue siendo controversial, ya que su labor aún sigue muy asociada a los varones.”, expresa la consultora Flor Chávez.

Para Chávez Villar, esta exclusión le suscita un gran debate, pues hay diversas habilidades y capacidades que no sólo pueden estar vinculadas a la fuerza masculina sino también a la femenina.

En la misma línea, la past decana del Colegio de Economistas de Piura, Hilda Alburqueque Labrín, piensa que garantizar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es una preocupación no sólo en el Perú sino a nivel mundial y ello se puede lograr a través de programas y proyectos que traigan beneficios.

Sin embargo, manifiesta que si bien en nuestro país existen normas y leyes que obligan a los gobiernos locales a incluir la participación de las mujeres en sus programas, los estudios demuestran que solamente el 1% de los programas de género de gobiernos locales son en beneficio de la mujer.

Marixa Bobadilla recuerda que en 1990 el estado puso los ojos en las poblaciones vulnerables, iniciándose algunas experiencias de emprendimiento, primero con varones y luego con poblaciones mixtas.

Entre 1990 y 1995 se impulsa un proyecto en la selva del Perú “choba choba” (tú me ayudas, yo te ayudo) es así que en 1995, Cipca decide comenzar su propia experiencia, la cual ha tenido que ir actualizándose y respondiendo a las expectativas a través de todos estos años.

“En un inicio, eran créditos individuales, hasta que Cipca replantea su dinámica otorgando créditos que fomentan un trabajo cooperativo y con corresponsabilidad.”, explica.

Igualdad de roles

En cuanto a los roles, Flor Chávez comenta que hay algo que Piura debe tener claro y es que una relación conyugal implica responsabilidades compartidas. Es decir, se tienen que suprimir términos como “apoyo” y “ayuda”. Y sobre todo evitar pensamientos como: “Cuando mi esposa se enferma yo la apoyo a lavar los platos, yo la ayudo a barrer, yo la ayudo a ver a los niños”.

“Es cierto que hay regidoras, pero los cargos que se les da en las municipalidades las reducen a comisiones no tan cruciales en cuestión de roles. El estudio que se ha hecho dice que  las mujeres, aparte de los Bancos Comunales, pertenecen a los vasos de leche, a Qali Warma u organizaciones religiosas; es decir, una extensión de más de lo mismo que se hace en casa, como roles tradicionales.”, puntualiza.

Sin embargo, la economista Hilda Alburqueque Labrín, resalta que las mujeres se siguen organizando para poder hacerse visibles a nivel político, especialmente las mujeres de las zonas urbanas.

“Las mujeres de las zonas rurales han estado mucho tiempo olvidadas,  por ello se valora que Cipca continúe dando apoyo a través del Foprom, sobre todo a mujeres de zonas rurales.”, finaliza.

Por el momento, historias como las de nuestras entrevistadas Fiorella Núñez y Rosa Amelia Monzón están construyendo el camino a reducir las brechas de oportunidades entre hombres y mujeres, a eliminar la idea que el varón no puede realizar responsabilidades domésticas porque son exclusivas de la mujer, pero sobre todo empezar a valorar  y respetar el emprendimiento de la mujer.

Como reflexiona Rosa Amelia Monzón. “Cuando me encuentro a mis amigas me preguntan en qué estoy trabajando, les contesto en mi casa, pero lo toman como que si no lo hago, sin embargo quiero que mi hija aprenda y si algún día pasa lo mismo que yo, se acuerde lo que hice y no se desanime.”.