Emprendimientos

Latte, la primera wafflería y panquequería regresa con su modalidad delivery

Tras casi 2 años cerrada debido a la pandemia, regresa la primera wafflería, panquequería y crepería de Chiclayo: Latte. Karent Venegas, dueña de este emprendimiento, nos cuenta que por ahora el servicio será brindado únicamente a delivery y no tiene prisa por abrir un local.
Por Verónica Delgado
4 minutos
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Tras casi 2 años cerrada debido a la pandemia, regresa la primera wafflería, panquequería y crepería de Chiclayo: Latte. Karent Venegas, dueña de este emprendimiento, nos cuenta que por ahora el servicio será brindado únicamente a delivery y no tiene prisa por abrir un local.

En noviembre del año pasado volvió al ruedo oficialmente. Como era nueva implementando la modalidad de entrega a domicilio, empezó poco a poco. Al inicio, solo atendía pedidos con anticipación, pero pronto se dio cuenta que no era suficiente. Sus clientes buscaban un gusto para el momento. Y como el “cliente es quien manda”, regresó a atender todos los días.

En esta entrevista nos cuenta el proceso de Latte desde que inició sus operaciones en el 2016 y su visión para el futuro.

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Karent indica que el mercado se ha vuelto más competitivo. La primera vez que abrió Latte, la gente desconocía qué eran los waffles. Hoy en día son bastantes los locales que ofrecen variedades de ese plato.

El sueño de tener un negocio propio

Según Karent, hace tiempo tenía la idea de tener un negocio propio en el rubro de restaurantes. En el 2014, por motivos de trabajo, se trasladó a Trujillo y fue ahí donde probó por primera vez los waffles.

Al siguiente año regresó a Chiclayo. A la par que trabajaba en un hotel, empezó a elaborar un plan detallado de lo que necesitaba para abrir su propio local especializado en waffles, panqueques y crepes; y se puso manos a la obra.

Compró una wafflera y probó varias recetas en su casa. Su mamá, una amante de la repostería, la ayudó a perfeccionar los sabores e identificar con qué toppings podía servir sus platos.

En setiembre renunció a su trabajo para dedicarse 100% a su sueño. Encontró un local y sacó su licencia. En enero del 2016, Latte abrió sus puertas en la cuadra 4 de la calle Francisco Cabrera. En ese entonces, tenía en la carta una variedad de waffles dulces y salados, frappés y cafés.

La originalidad de sus platos y la decoración del lugar hicieron que poco a poco fuera llamando la atención del público. Llegó un punto en el que la gente hacía cola. Y en ese momento, Karent decidió que era hora de tener un espacio más grande. En noviembre del 2019, se mudaron a la calle Amarantos.

Recién estaba recuperando la inversión cuando llegó la pandemia y tuvieron que cerrar.

Un descanso obligatorio y un nuevo comienzo

“Fue frustrante porque armé todo para el nuevo local y solo para operar por 2 meses y medio. Sin embargo, también fue un respiro, un tiempo para descansar porque en 4 años nunca tuve vacaciones”, indicó Karent.

Se enfocó en otros proyectos, pero seguía viniendo a su mente Latte. A fines del año pasado le dio una segunda oportunidad y regresó solo con las entregas a domicilio.

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La fundadora de este emprendimiento chiclayano destaca el importante papel que juegan las redes sociales ahora que está comenzando de nuevo, para atraer a sus clientes frecuentes y llegar a nuevas personas.

“Mi principal preocupación fue hacer que el producto llegara lo mejor posible. Era difícil porque ni bien se hace y se le ponen los toppings, tiene que servirse. Esa fue la razón por la que no hacía delivery cuando tenía el local”, sostiene.

Hizo pruebas de mandar sus postres a la casa de un familiar y con la práctica encontró la fórmula perfecta para que la comida sea recibida en el mejor estado. Para esto, por ejemplo, fue crucial almacenar el helado y las salsas (fresa, fudge, manjarblanco, miel de maple o lenche condensada) en envases diferentes.

También incorporó nuevas variaciones a la carta. Este fue el caso de los waffles congelados que han sido un éxito entre los clientes de Latte por la facilidad para servirlos y la accesibilidad del precio.

“Mi principal preocupación fue hacer que el producto llegara lo mejor posible. Era difícil porque ni bien se hace y se le ponen los toppings, tiene que servirse».

Actualmente, puede recibir hasta 5 pedidos diarios. Aunque esta cifra es la quinta parte de lo que recibía cuando tenía abierto su local, Karent se mantiene tranquila.

“El negocio empezó con pocas ventas, creció y alcanzó el mayor pico con el nuevo local. Ahora está en una subida después de un bajón que fue la pandemia. Es parte del proceso. Estoy abierta a lo que pueda pasar, me tomo las cosas con calma”, confiesa.

Al tener poco tiempo desde su reapertura, está centrada en continuar dando el mejor servicio posible, satisfacer a las personas que reciban sus platos y llegar a clientes potenciales. Si el negocio marcha bien, posiblemente abra un local.