Walter Jesús Velázquez Godoy, natural de Huancayo, encontró su pasión por la ciencia y la tecnología desde una temprana edad, influenciado por su entorno familiar. Su madre, bibliotecaria en una escuela rural, lo llevaba a su trabajo, donde Walter, con solo cinco años, ayudaba a organizar los libros. Su padre, profesor de matemáticas, también fue una fuente de inspiración, ya que lo acompañaba a sus clases. Estas vivencias lo vincularon desde pequeño con la pedagogía, la docencia y la investigación, despertando en él un instinto por la educación como «forma de vida».
Walter, inspirado por su profesor, quien lo introdujo al fascinante mundo de la ciencia en la niñez, encontró en el laboratorio una fuente de diversión y aprendizaje. Desde pequeño, mostró curiosidad al desarmar y crear sus propios juguetes. Él, es egresado de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional del Centro, donde estudió para ser docente de Secundaria con especialización en química y biología. En esa misma casa superior de estudios obtuvo una Maestría en enseñanza estratégica y un Doctorado en ciencias. También estudio para ser docente de Primaria en la Universidad Peruana Los Andes. Finalmente complementó su formación con una certificación internacional del Massachusetts Institute of Technology (MIT) gracias a una beca.
Su enfoque educativo se centró en llevar la ciencia y la tecnología a los niños de las comunidades rurales, convencido de que la educación es “la mejor arma para cambiar el mundo”. Más adelante, llevó esa pasión desde el inicio de su carrera en la comunidad de Huaribamba, en el colegio Augusto Salazar Bondy. Siempre comprometido con la enseñanza, se ofreció como voluntario en comunidades rurales, especialmente en Huancavelica, su lugar de origen, con el objetivo de acercar a los jóvenes a la ciencia como una forma de expandir su horizonte educativo.
Inicios del maestro
Luego inició su labor, la cual sigue hasta la fecha, como profesor de Ciencia y Tecnología en la escuela rural Santiago Antúnez de Mayolo, ubicada en el distrito de Colcabamba, Tayacaja, en Huancavelica, dentro del ámbito del Vraem (Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro). Aquí identificó la necesidad de involucrar más a los padres en la educación de sus hijos. Para ello, cambió su estrategia de comunicación, invitando a los padres a participar en las sesiones de aprendizaje y filmando algunas clases para que pudieran observar el comportamiento de sus hijos.
Aunque la atención personalizada fue un desafío, sus esfuerzos dieron frutos, logrando un mayor acercamiento entre los padres y la escuela. Los padres comenzaron a involucrarse en proyectos de biología, química y física, asistiendo al laboratorio y a las ferias de ciencias con entusiasmo.
Proyecto Cecreinv
Walter siempre se ha cuestionado los diseños tradicionales de los espacios educativos, en especial las aulas cuadradas con la pizarra al frente y las mesas detrás. Para él, el escenario de aprendizaje debía ser más atractivo y flexible. Al llegar como profesor nombrado a Colcabamba, decidió transformar un salón de adobe en un laboratorio.
A pesar de las condiciones básicas, sin vidrios en las ventanas, con el apoyo de los padres de familia lograron remodelar el espacio. Lo convirtieron en un lugar adecuado para la enseñanza práctica de la ciencia. Reparando carpetas y adecuando todo lo necesario para crear un entorno de aprendizaje más dinámico y funcional.
Es así que una de sus mayores contribuciones fue la creación del Centro de Investigación, Creatividad e Innovación (CECREINV) en 2010, un espacio donde los estudiantes podían interactuar con el laboratorio de química y su entorno. Bajo este modelo, comenzaron a cultivar plantas alrededor del colegio, produciendo esencias aromáticas como naranja andina, eucalipto, muña y menta. Estas esencias no solo se usaban en clases, sino que también se comercializaban, integrando ciencia y emprendimiento en la estrategia pedagógica.
Maestro que deja huella
Gracias a esta innovadora propuesta educativa, Velázquez fue galardonado con el premio «Maestro que deja huella», considerado el mejor profesor del Perú, en 2012. Su iniciativa «CECREINV» no solo transformó la enseñanza en su colegio, sino que también marcó un hito en la educación rural, involucrando a estudiantes, profesores y padres en una experiencia de aprendizaje integral.
Este centro de creatividad e indagación permitió que estudiantes de la zona participen en concursos internacionales de ciencia y tecnología. En el año 2013, creó el primer museo científico de Colcabamba y fue galardonado con Las Palmas Magisteriales del Perú en el grado de Maestro, en el 2017 y con la medalla al “Mérito Ciudadano” otorgada por la Presidencia del Consejo de Ministros PCM (2018),
Nacimiento de Kipi
En las zonas rurales del país, especialmente en Huancavelica, aún persiste una gran brecha digital. Existen lugares donde no llega la señal de radio, televisión ni internet. Aunque en algunas comunidades hay conexión, muchas familias no pueden costear un plan de datos. Al llegar la pandemia esta brecha se intensificó. Pese a que se implementó el programa Aprendo en Casa, las comunidades más alejadas, donde las familias no contaban con televisor o radio, los alumnos no podían acceder a las clases. Ante esta realidad, apareció Walter con las ganas de hacer algo por sus alumnos: llevó los libros, distribuyó los alimentos de Kaliwarma, y reparó 30 radios recicladas que encontró en su laboratorio.
En una ocasión, al entregar materiales a una madre, le explicó que debía apoyar a sus hijos con el programa Aprendo en Casa. Sin embargo, ella me respondió: “Profesor, si yo no sé leer ni escribir, ¿Cómo les voy a ayudar?”. Al regresar, reflexionó sobre cómo resolver este problema, y fue entonces cuando surgió la idea de crear un robot. Así nació Kipi, cuyo nombre proviene de /qipi/, ‘atado’ (aquello que se lleva en la espalda)- es apoyar el aprendizaje de los estudiantes colcabambinos en el contexto de la pandemia de la COVID-19, pues la educación a distancia en el pueblo se hace difícil debido a la baja penetración de Internet.
Kipi, concebida como una niña para inspirar a las pequeñas de la comunidad, se convirtió en el primer robot quechua hablante. Este robot, programado más adelante en lenguas nativas como ashéninka, nomatsigenga, asháninka, yanesha, bora, kukama y taushiro; ayudó a cerca de 500 niños de zonas remotas de Huancavelica a continuar con sus estudios ya que no podían recibir una educación virtual.
Características de Kipi
La robot fue construida en un laboratorio improvisado: Su cerebro es una tarjeta integrada en un USB, sus ojos son linternas, su pulmón es una batería reciclada, su cuerpo es una galonera, sus piernas son llantas de una vieja carretilla y se alimenta de energía solar. Al principio, Kipi solo reconocía la voz de Walter, pero con el tiempo y el apoyo de instituciones mejoró su capacidad para interactuar con más estudiantes.
“Dada la coyuntura sentí la necesidad de preparar las clases mucho más atractivas y pensé en construir una robot con materiales que tenía en el laboratorio. Conozco algo de software y programación e incorporé un sistema de bluetooth. Desarrollé, a la par, una aplicación para grabar mi voz y distorsionarla, así Kipi puede tener voz de patito, de chanchito y todo eso es muy atractivo para el niño. Todo lo controlo desde mi celular”.
Walter, a sus 36 años, recorría largas distancias a caballo o en bicicleta para llevar a Kipi a los estudiantes de las comunidades rurales. Kipi es más que una máquina; es parte de la familia. Con su capacidad para reconocer la voz humana y sus mejoras constantes, ahora puede mostrar emociones y reaccionar a la contaminación, encendiendo sus ojos rojos como señal de enojo. También canta y reta a los estudiantes en operaciones matemáticas.
«Inicialmente, Kipi visitaba a los estudiantes en sus casas para impartir clases en ambos idiomas. Con el apoyo de la empresa Kallpa Generación, logramos mejorarla y hoy en día ya contamos con siete robots inteligentes, patentados tanto en su estructura como en su microchip y microplaca, que es el cerebro robótico detrás de todo.»
Kipi mini
Velásquez Godoy refiere que en 2022 continuó el proceso de mejora de Kipi y por entonces la empresa Transmantaro les solicita que produzcan más unidades de la robot para enviarlas a las comunidades que atienden a fin de que mejoren sus aprendizajes.
“Entonces hicimos una versión más pequeña llamada Kipi mini, del tamaño de una botella de agua. Empezamos a trabajar 30 unidades para igual número de comunidades. También en esa ocasión surgió la plataforma de programación bilingüe y empezamos a distribuir 500 libros más a los escolares. De esa manera llegamos a 1,000 estudiantes. El 2022 llegamos también a la 35° Convención Minera Perumin en Arequipa y Kipi interactuó con alrededor de 5,000 escolares”, anota.
Premios a un gran profesor
Walter Velásquez fue reconocido en 2021 como “Peruano bicentenario” por el Proyecto Especial Bicentenario, en 2022 como “Docente Innovador de Latinoamérica”, y en 2023 recibió el prestigioso Premio Campodónico por su dedicación y compromiso con la educación, brindando nuevas herramientas a sus estudiantes. Durante la ceremonia de premiación, se le otorgó una medalla, un diploma y un cheque por $50,000. Este último es organizado por la Fundación Clover de Nueva York y la Universidad de Piura, con el objetivo de reconocer a personas e instituciones que impactan positivamente en la sociedad peruana a través de su servicio y contribuciones altruistas.
“Los vientos andinos me llevaron hasta este punto, desde la pequeña pero resiliente comunidad de Colcabamba, en la provincia de Tayacaja, Huancavelica. Nunca imaginé que la vida me conduciría a este momento. Las enseñanzas y las luchas de nuestra gente han moldeado mi camino y han fortalecido mi determinación para servir a nuestra comunidad de la mejor manera posible”.
Hermano de Kipi
Kipi no es el único robot que creó el profesor Walter Velásquez. Diseñó nueve tipos distintos de robots, entre los que destaca Kipi y su “hermano” bautizado Jovam significa “Jóvenes y adultos mayores” que fue creado a fines de 2021 para interactuar y contribuir a la educación de los adultos que desean concluir su educación básica.
Con el apoyo de una ONG alemana que realiza una labor social en zonas vulnerables, se le planteó al profesor Velásquez Godoy que diseñara un androide similar a Kipi para contribuir a la mejora de los aprendizajes de los adultos. Tras diseñar el prototipo y presentarlo, propuso que antes de implementarlo en zonas vulnerables, Jovam ingresara a una cárcel.
Así, Jovam se convirtió en un «reo de la educación», brindando apoyo a internos para su reintegración social. Actualmente, existen dos ejemplares de Jovam: uno en el penal de Lurigancho y otro en el laboratorio de Colcabamba. Además de contenidos educativos, Jovam transmite mensajes sobre familia, medioambiente, afecto y esperanza, y enseña alemán gracias al apoyo de la ONG europea. En enero de 2024, el robot de Lurigancho fue trasladado al penal Miguel Castro Castro, donde recibiría mejoras tecnológicas, similar a las implementadas en Kipi.
Mejoras Kipi
En 2022, Walter Velásquez continuó mejorando el proyecto de Kipi, logrando nuevas alianzas. La empresa Transmantaro le solicitó producir más unidades de la robot para enviarlas a diversas comunidades con el fin de mejorar los aprendizajes. En respuesta, Velásquez creó una versión más pequeña llamada «Kipi mini», del tamaño de una botella de agua. Se produjeron 30 unidades para igual número de comunidades. En paralelo, desarrollaron una plataforma de programación bilingüe y distribuyeron 500 libros adicionales (kipilibros), alcanzando a 1,000 estudiantes.
Ese mismo año, Kipi participó en la 35° Convención Minera Perumin en Arequipa, interactuando con alrededor de 5,000 escolares. Además, Velásquez viajó con Kipi a diversas regiones del Perú para que, gracias a su inteligencia artificial, pudiera aprender más lenguas originarias. Kipi cuenta con un sistema de conteo que registra la cantidad de personas con las que interactúa, superando la meta inicial de más de 10,000 escolares que hablan castellano y alguna lengua originaria. En cuanto a las siete unidades de Kipi que fueron distribuidas en distintas comunidades, Velásquez explica que sigue dándoles mantenimiento. Asimismo creó una plataforma de programación en lenguas originarias llamada Pla-Ki.
A inicios de 2023, comenzó a desarrollar la realidad virtual para Kipi, integrando aún más la tecnología en la educación rural del país. Ese mismo año formó parte del encuentro virtual Educación ambiental es tarea de todos 2. A inicios de 2024, Kipi comenzó a enseñar inglés a 150 estudiantes de Huancavelica en colaboración con Walter Velásquez y la Oficina Regional de Programas de Inglés. Esta iniciativa también involucra a las siete «hermanas robot» de Kipi. Con las que se está desarrollando un software y recursos educativos para seguir mejorando la enseñanza del inglés en Colcabamba, Huancavelica.
Misión kipi
La robot inspiró el personaje principal de la película Misión Kipi, galardonada en el Festival Cinema de París 2024 y en el Festival Contra el Silencio Todas las Voces realizado en México en la categoría Vida Cotidiana y Cambio Social.
Además, Kipi enseñó quechua en Estados Unidos y Europa durante el Festival de Innovación Mundial Virtuoso Travel Week 2024, celebrado en Los Ángeles y Las Vegas. La robot, competirá en el Concurso Mundial de Ciencia y Tecnología en Rusia a finales del presente año, donde mostrará las ventajas de su innovador diseño y dará clases de quechua.
Walter Velásquez integró herramientas avanzadas como la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, y el metaverso en el sistema de Kipi. Gracias a su plataforma de programación, los estudiantes pueden personalizar su interacción con Kipi, controlando sus movimientos y desplazamientos, lo que fomenta el desarrollo de habilidades espaciales y temporales.
«En el Perú somos 48 lenguas y 56 pueblos originarios, razón por la cual la versión 3.0 de Kipi ya incluye lenguas originarias. Además, durante las vacaciones, la Embajada de Estados Unidos me contactó para perfeccionar el software, los contenidos y recursos, con el fin de que Kipi y sus siete «hermanas» continúen enseñando inglés a los estudiantes de Colcabamba».
Hasta octubre de 2023, Kipi ha tenido más de 10,000 interacciones con estudiantes en lenguas originarias. Quienes pueden aprender tanto en castellano como en quechua, recogiendo y preservando la cultura local. Su capacidad para interactuar cruzó las fronteras de Huancavelica, llegando también a estudiantes de Puno, Piura, Iquitos, y otras regione. Integrando en su software palabras de ocho lenguas originarias del Perú. Kipi también está evolucionando y espera reconocer a los humanos mediante la inteligencia artificial.