En 2014, Jorge Cajacuri materializó una idea que germinó como parte de su tesis en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Estudiante de la Facultad de Arte y Diseño, buscaba establecer una empresa de moda con un enfoque sostenible. Aunque en ese momento existían propuestas de moda con impacto social que involucraban a artesanos y bordadores, ninguna se centraba en el impacto ambiental. Este vacío lo motivó a explorar materiales que permitieran crear accesorios de moda de forma respetuosa con el medio ambiente.
En esta búsqueda, contactó a un amigo con vasta experiencia en tejidos y confección, quien le presentó un material extraído de un árbol, la shiringa. Este hallazgo lo llevó a investigar más, contactando con algunas personas del Ministerio del Ambiente, sin recibir respuesta ya que la información sobre este material resultó ser escasa. En ese contexto, apareció Cristian Gutiérrez, un antiguo amigo y administrador con conocimiento sobre el caucho que viajó a la selva mucho antes. Al compartir la idea de emprender con este material, ambos decidieron viajar a las comunidades de la selva peruana para entender su manejo y evaluar su impacto y beneficios.
El primer viaje
El primer viaje se convirtió en una aventura inolvidable. Alquilando un pequeño bote, navegaron por las aguas del río Momom durante casi dos horas, rodeados de la majestuosa selva y su cielo azul. La desconfianza inicial de las comunidades fue superada gracias al respaldo de la cooperación internacional y al apoyo de Sernanp y Serfor, facilitando la conexión con los habitantes locales.
La aventura se transformó en una estadía de una semana. Jorge y Cristian convivieron con las familias y los maestros artesanos de Centro Fuerte, adaptándose a un ritmo de vida marcado por la naturaleza. Aprendieron a despertar con los primeros rayos del sol, a integrarse con la vegetación y a recorrer senderos invisibles. Buscaban presenciar la extracción del caucho de la shiringa, un árbol cuyo látex se obtiene al raspar su corteza, conocido como caucho silvestre.
“A través de una red de contactos llegamos a unas artesanas que trabajaban con el caucho silvestre. En ese momento Cristian, que estaba interesado en los bosques, y yo decidimos ir a conocer el producto para empezar a trabajar en prototipos de biotextiles. No teníamos idea de qué es lo que iba a salir de eso”.
Evea Ecofashion
Durante este tiempo, Jorge dividía su tiempo entre su empleo y el proyecto, dedicando los fines de semana a Evea. Se embarcó en una investigación exhaustiva sobre el árbol de la shiringa, dándose cuenta que al extraer el látex, sin dañar el árbol, se puede transformar en láminas y convertir en accesorios de moda, como suelas para zapatos. La experiencia de conocer a las familias de la selva fue enriquecedora y motivadora.
«Sabía que la Amazonía peruana tenía un gran problema con preservar sus árboles debido a la tala indiscriminada, es por eso que decido hacer algo para evitarlo, buscando materiales que no los comprometan. Asimismo observé que las comunidades que viven en la Amazonía peruana viven en pobreza. Más del 70% es pobre y un 38% es pobreza extrema. Es por eso que decidí buscar su apoyo para que de una u otra manera generen ingresos sin dañar su ambiente.»
De regreso en Lima, conscientes del potencial de lo que habían descubierto, se sumergieron en la investigación y el desarrollo de bocetos para posibles productos. A esta iniciativa se unió Celeste Moreno, hermana de Jorge y diseñadora de moda con formación en Italia. Así, en 2015 nació Evea Ecofashion.
El equipo fundador de Evea Ecofashion lo conformaban tres socios: Cristian Gutiérrez, encargado de marketing y negocios internacionales, con experiencia en la problemática de la deforestación en la selva peruana. Jorge, encargado de la producción y desarrollo del producto. Celeste, proyectista de indumentaria que diseñaba los modelos. Más adelante, el equipo se expandió con la incorporación de Estefanía Cavalie, publicista, y Elizabeth Javier, gestora social.
Primer lote
El desarrollo del primer lote de calzado tomó cuatro años. Este incluía una suela compuesta por un 60% de caucho silvestre y utilizaba telas recicladas. Evea incorporó el concepto de circularidad como uno de sus pilares. A través de alianzas estratégicas con organizaciones como WWF, PNUD y Sernanp, la empresa mejoró la calidad de vida de 59 familias de las comunidades Yutupis, Kagkas, Inayuam, Saasa, Kachi, Kuith y Nueva Jerusalén, estableciendo además vínculos con otras comunidades en Madre de Dios y Cerro de Pasco.
Evea Ecofashion se especializó en la fabricación de biomateriales sostenibles, accesorios y calzado, con una fuerte premisa de sostenibilidad. Sus productos se elaboran con caucho silvestre de comunidades amazónicas, textiles reciclados y algodón orgánico. La marca cuenta con el certificado PETA – Approved Vegan, garantizando que sus productos están libres de maltrato animal.
«Evea paga a los productores 15 soles por cada kilogramo de lámina de caucho, más del doble del actual precio internacional, a cambio de que los bosques sean patrullados y los árboles de shiringa, de donde se obtiene el látex, se mantengan protegidos».
La empresa recibió numerosos reconocimientos, incluyendo el Premio Latinoamérica Verde 2017 en la categoría Producción y Consumo Responsable. El Premio Latinoamericano Viva Schmidheiny en Innovación Ambiental, y fue galardonada en el Tic Americas 2018 en las categorías «Startup Challenge» y «Mejor Emprendimiento Peruano». A pesar de los desafíos de la pandemia, Evea mantuvo su misión y diversificó su catálogo en 2020, incorporando productos como pantuflas y sandalias para el hogar.
Como pionera en la inclusión de comunidades amazónicas en la cadena de valor del calzado sostenible, Evea ha preservado más de 2,723 hectáreas de bosque y 3,540 árboles de caucho silvestre, empoderando a las comunidades al duplicar sus ingresos mensuales. Además, la empresa experimentó con materiales como el polvo de neumáticos usados para crear suelas y biotextiles a base de caucho de shiringa, con el objetivo de reemplazar el cuero animal y los plásticos.
Caxacori Studio
Mientras que Evea seguía diversificando sus productos durante la pandemia, en 2021, Jorge retomó su proyecto de tesis en base a biomateriales para la moda fundando Caxacori Studio, su segunda empresa. En 2022 desarrolló un biotextil llamado «Uwatex» a partir de cáscaras de uva, proveniente de los residuos de la industria vitivinícola y del pisco. Este material vegano se proyecta como una alternativa al cuero animal y sintético, que causa un fuerte impacto ambiental debido al uso de químicos y al consumo excesivo de agua en su procesamiento.
El desarrollo de este proyecto contó con la colaboración del CITEccal Lima del Instituto Tecnológico de la Producción (ITP) y el cofinanciamiento de ProInnóvate del Ministerio de la Producción (Produce). Aprovecharon los residuos de cáscaras de uvas que alcanzan 14 mil toneladas al año, de las cuales solo una pequeña parte se utiliza en subproductos. El resto se incinera, generando emisiones de gases y problemas de almacenamiento. Gracias al capital semilla de StartUp Perú de ProInnóvate, se desarrolló la fórmula del biocuero y se elaboró un prototipo con hasta un 60% de composición orgánica.
«La inversión de este fondo hizo posible, además, el equipamiento necesario para que la empresa realice las aplicaciones y los ajustes necesarios para obtener las variaciones del biocuero y sus presentaciones en tamaño, grosor, texturas».
Reconocimientos
Reconocimientos notables incluyen ser finalistas del concurso Startups 4 Perú 2022, ganar el premio 4COMMUNITY por su labor con las comunidades Awajún, y obtener el Fondo Emprendedor 2023 de la Fundación Wiese obteniendo 150 mil soles. Además, se alzó con el premio en el concurso Generación 8 de StartUp Perú y en Innovación Empresarial de ProInnóvate.
Caxacori Studio, una empresa de moda sostenible, emerge como un faro de esperanza en la Amazonía peruana. Colaborando con las comunidades Awajún, la segunda población indígena más grande de la región, Caxacori también se enfoca en la recolección sostenible de látex de árboles de shiringa, evitando así la tala indiscriminada. Este enfoque favorece la conservación del bosque amazónico y empodera a 59 familias Awajún, brindándoles ingresos justos y sostenibles.
Proyecciones
Actualmente, la empresa se ha centrado en el desarrollo y mejora del Uwatex en su laboratorio de I+D y escalamiento. Los resultados son sorprendentes, ya que han logrado crear un material con un 20% de composición orgánica, que cumple con los requisitos de resistencia exigidos por la industria de la marroquinería. De esta manera, Caxacori Studio convierte estos desechos en un nuevo material adecuado para su uso en la moda. Ofreciendo el insumo a empresas y diseñadores, y lanzando una colección propia de mochilas y carteras para su comercialización.
«Estamos haciendo pruebas con biocueros a base de residuos de cacao, con residuos de maíz, usamos colores naturales como achote. Incluso estamos haciendo un biocuero. Con pico de hoja de coca que es un verde muy curioso. Estamos usando suela de calzado de coco virgen silvestre, caña de azúcar y residuos de cebada provenientes de la cerveza».
El equipo de Caxacori Studio, liderado por el empresario Jorge Cajacuri, recibió anteriormente el apoyo de ProInnóvate para el desarrollo de otro proyecto. Esta línea de calzado, elaborada con caucho natural, se realizó en alianza con las comunidades productoras del árbol de la shiringa, bajo el lema «Moda que conserva bosques».
Caxacori Studio espera llegar a más lugares y crear nuevos diseños a base de mejores materiales que reduzcan el impacto ambiental.