La historia de la Federación Peruana de Fútbol, en sus últimos 25 años (y quizá mucho antes), ha sido una tragicomedia… presidentes reelectos en listas únicas, ligas departamentales que con sus votos ostentaban el verdadero poder de decisión por encima de los equipos profesionales y otros actores relevantes, fracasos deportivos, manejos financieros dudosos; y un largo etcétera. Ciertamente, la clasificación al Mundial de Rusia 2018 maquilló un poco el asunto, y en la gestión Oviedo se manejó varios temas con una seriedad y profesionalismo inéditos en nuestro fútbol. Lamentablemente, cuestiones extradeportivas cortaron esa gestión, y aunque se debe reconocer los grandes esfuerzos de muchos profesionales que trabajan en las distintas áreas de la Federación, parece que hemos vuelto (o nunca dejamos de estar allí) a los tiempos en que se postulan listas únicas para reelegirse ad infinitum, se bloquea -mediante cambios estatutarios- la posibilidad de que personas capaces y con el deseo de servir, accedan a puestos dirigenciales, se favorece de manera grosera a determinado grupo dirigencial, y seguimos contando…
¿Cómo puede permitirse que una persona sancionada por un acto GRAVE y que va en contra de su misma Federación, sea el Presidente y además pretenda ser reelegido, apareciendo jurídicamente como la única posibilidad? Si bien la sanción impuesta por CONMEBOL fue más que benévola (solamente la imposición de una multa), eso no hace menos grave lo sucedido. Llegamos así al 14 de octubre de 2019, y simplificaremos mucho la historia para hacerla sencilla y digerible… se pretende modificar los Estatutos de la Federación Peruana de Fútbol, a fin de “modernizarlos”, conforme al requerimiento de FIFA, lo cual es, en principio, bueno. Entre las modificaciones más importantes, están los requisitos impuestos de manera, digamos, antojadiza, a cualquier persona que quiera ser dirigente de la Federación; se establece que únicamente la Federación puede negociar los derechos de transmisión de la Liga 1, y de paso, se hace que, por arte de Birlibirloque, el actual Presidente sea quien en lista única, continúe a la cabeza de la Federación, en lo que pretendía ser una presidencia extendida sine die; entre otras perlas jurídicas. La cereza de ese pastel fue que se aprobó los mencionados estatutos sin el quórum necesario para hacerlo. A falta de un voto, y además con los estatutos anteriores ya anulados por la Corte Suprema (algo que entendemos fue notificado a la Federación, pero que ésta al parecer no dio a conocer a sus afiliados), de manera claramente ilegal, se pasó por encima de toda racionalidad, imponiendo una decisión sin la legitimidad establecida.
La historia de la Federación Peruana de Fútbol, en sus últimos 25 años (y quizá mucho antes), ha sido una tragicomedia
Tres clubes profesionales (Sporting Cristal, Alianza Lima y la Universidad San Martín) se “rebelaron” ante el atropello, y más allá de su voto en contra en la Asamblea de Bases, iniciaron un proceso que culminó con un Laudo Arbitral del TAS (Tribunal Arbitral del Deporte) notificado el pasado 14 de setiembre, en el que se declaran nulos los estatutos de la Federación Peruana de Fútbol aprobados en la Asamblea del 14 de octubre de 2019, y se ordena que se vuelva, por el momento y como correspondería jurídicamente, a los estatutos de 2009. Y aquí es cuando el chiste se comienza a contar solo… la Corte Suprema de la República declaró la nulidad de esos estatutos ahora llamados por el TAS a regir a la Federación Peruana de Fútbol mientras no hayan otros, lo que se traduce en que los estatutos que actualmente regirían los destinos del fútbol en el Perú, serían unos de 1996, los cuales están, obviamente, en absoluta discordancia con el contexto futbolístico no solamente regional, sino mundial, y la actualidad normativa internacional.
De pronto, situaciones que parecían sentadas en nuestra realidad futbolística, se pueden cuestionar… ¿qué pasa con los contratos de transmisión televisiva?, ¿pueden los clubes de Liga 1 y Liga 2 sentirse “libres” de negociar por su cuenta dichos contratos?, ¿quién organiza el (los) campeonato(s) o torneo(s)?, ¿qué condiciones se debe cumplir para tentar ser presidente de la Federación Peruana de Fútbol?, ¿quién dirige HOY POR HOY la Federación?, ¿vuelve la ADFP (Asociación deportiva de Fútbol Profesional) a tener verdadera relevancia organizativa?, ¿cómo influye este tema en nuestra afiliación a CONMEBOL y FIFA?, ¿FIFA podría considerar este un caso excepcional y nombrar una Comisión Regularizadora, como sucedió hace algunos años en Uruguay?
Los estatutos que actualmente regirían los destinos del fútbol en el Perú, serían unos de 1996, los cuales están, obviamente, en absoluta discordancia con el contexto futbolístico no solamente regional, sino mundial, y la actualidad normativa internacional.
Por lo pronto, la Federación ha emitido un oficio dirigido a los clubes profesionales en donde de manera bastante enfática les advierte que no pueden intentar negociar acuerdos por derechos de transmisión, pues los mencionados derechos son “de propiedad” de la Federación, al ser la organizadora del torneo, y si bien los estatutos han sido anulados, la normativa FIFA y también la de la CONMEBOL así lo determinaría, de modo tal que se busca frenar cualquier afán de explotación propia que un club pudiera creer posible. Este pronunciamiento de la Federación no es gratuito. Trascendió que el dueño de la empresa que televisa los partidos de ambas ligas profesionales se encuentra en Perú, con el fin de reunirse con los representantes de los clubes. Jurídicamente, el tema es muy interesante, pues además existe un contrato en vigor, así que surgen muchas preguntas que solamente podrían ser resueltas si se accediera a la letra contractual, como por ejemplo: ¿siguen siendo válidos los acuerdos tomados por la Federación en su momento?, ¿qué variables se ha manejado para el transcurso del tiempo y la ejecución de cada periodo de obligaciones pendiente (¿el dinero para los clubes se incrementa en cada temporada, de qué depende?), ¿los clubes, al pretender “subrogarse” en la posición que antes ocupaba la Federación, pero de modo individual y en nombre propio, pueden modificar los contratos anteriores?, ¿pueden hacer unos nuevos?
Y más allá de esos pormenores jurídicos (aunque también urgentes), tenemos una Federación que al parecer no tiene una cabeza legítima hoy por hoy, que no tiene reglas claras que rijan su quehacer y labor, y que no parece poder recomponerse con únicamente llevar a cabo una asamblea de bases y una nueva votación.
Para mayor INRI, se ha hecho pública una carta en la que cinco clubes (Sporting Cristal, Alianza Lima, Melgar, Cienciano y Unión Huaral), solicitan a FIFA una reunión urgente y presencial, misiva que será entregada a la Secretaria General de FIFA a la brevedad. Se entiende que el objeto de dicha reunión será explicar ante el ente rector del fútbol mundial, la caótica situación en la que se encuentra nuestra institucionalidad futbolística, y previsiblemente, una solicitud para que se establezca en nuestra Federación una Comisión Normalizadora, conforme a lo previsto en la normativa FIFA para situaciones excepcionales.
Tenemos una Federación que al parecer no tiene una cabeza legítima hoy por hoy.
Queda entonces, esperar al pronunciamiento de la Federación de Federaciones, y quizá comenzar a ver que ésta es una grandísima oportunidad para “ordenar la casa”. Parece ser el momento para que personas comprometidas con el desarrollo de nuestro fútbol tengan las puertas abiertas para aportar desde sus distintas especialidades, para establecer unos lineamientos jurídicos claros y orientados a la mejora y profesionalización de nuestro fútbol (¿para cuándo una reglamentación seria y verdaderamente profesional para el fútbol femenino?); pero sobre todo, parece ser la hora de la unidad de todos aquellos que quieren desterrar de nuestro deporte los “cotos privados” y exclusivos, en los que reinan por décadas unos cuantos “elegidos”, para dar paso a un manejo dirigencial transparente y ordenado. Es imperativo que se tenga una nueva y definida “hoja de ruta”, con objetivos reales, y que se fortalezca así nuestra institucionalidad deportiva. Para andar el camino, debemos saber antes hacia dónde queremos ir… ¿Quo vadis, FPF? Por lo pronto, hacia la legalidad mínima, y eso, sería ya un gran avance.