Cuando Pedro Murga llegó a Trujillo con su familia, siendo apenas un niño, la vida le enseñó que siempre habían obstáculos para salir adelante, sin embargo, soñaba con tener su propio taller de calzado.
Con un triciclo y mucha determinación, recorrió las calles ofreciendo reparación de calzado puerta a puerta. Con los años, su dedicación lo llevó a consolidar su negocio, superar desafíos como la pandemia y expandir su marca más allá de Lima gracias a la ayuda de su hijo.
Actualmente, Calzados Murga lleva más de 50 años en el rubro del calzado y ha logrado llegar a Estados Unidos, México, Uruguay y Chile.
Pedro Murga
Cuando Pedro Murga llegó a Trujillo de Santiago de Chuco con apenas 5 años, no imaginaba que su vida estaría marcada por el esfuerzo y las dificultades. Junto a su familia, emprendieron un viaje por carretera hasta que un camión se detuvo para levarlos a su destino.
Desde muy temprana edad, Murga tuvo que trabajar para ayudar en el sustento del hogar. Con su familia caminaban diariamente hacia una ladrillera, donde aprendieron a ganarse la vida. Sin embargo, su visión iba más allá de cubrir sus necesidades, ya que inspirado por el oficio de su padre, un zapatero, soñaba con comprar una casa y establecer su propio taller de compostura de calzado.
A medida que crecía, su determinación se volvía más estable. Durante el día, ayudaba a su padre en la zapatería, y por las noche estudiaba secundaria en un colegio nocturno. Es así como todo el dinero que ganaba lo entregaba a su madre, consciente de la importancia de contribuir a la estabilidad económica familiar.
Un zapatero móvil
Antes de iniciar sus estudios superiores, Murga decidió independizarse con un triciclo y ofrecer reparación de calzado a domicilio. Recorriendo las calles de Trujillo, tocaba puerta por puerta en diferentes urbanizaciones, preguntando si alguien necesitaba arreglar su calzado.
Algunas veces no encontraba clientes, pero otras, su presencia llamaba la atención de los vecinos, quienes le confiaban sus zapatos. Con el tiempo, comenzó a recolectar pares de toda una cuadra y se instalaba en una esquina para repararlos a mano.
Mientras otros usaban máquinas, él lijaba suelas y reemplazaba piezas con técnicas artesanales, ganándose la confianza de los clientes. Pronto su servicio se hizo tan solicitado que la gente lo esperaba por semanas para poder atenderse con él.
El sueño del taller propio
Con los años, Murga logró establecer su propio taller de reparaciones junto a sus hermanos en la avenida España, en Trujillo. Sin embargo, sus ganas por superarse lo llevó a postular a la Escuela Militar y explorar nuevas oportunidades en Santiago de Chuco, Cerro de Pasco y Huacho.
A pesar de sus constantes viajes, nunca dejó de lado su oficio, ya que sus padres no podían costearle una pensión, Murga tuvo que solventarse sus gastos.
Más tarde, migró a Lima y postuló a la Universidad Garcilazo de la Vega. Allí, abrió un taller en Los Olivos, peros las dificultades lo llevaron a probar suerte en San Borja como zapatero ambulante. Sin embargo, fue desalojado y tuvo que buscar alternativas.
Para ello, un cliente le ofreció una cochera para que trabajara, donde vivió y atendió por dos meses. Para luego establecerse en la calle Bellavista, donde consolidó su negocio. Fue allí donde conoció a su esposa, con quien formaría una familia y tendría cuatro hijos, entre ellos Pedro Murga, quien más tarde tomaría el emprendimiento familiar.
Ya establecido en Miraflores, su taller comenzó a atraer la atención de figuras del medio artístico. Frente a su local se encontraba «Gata Caliente, un café-teatro ubicado en la calle Berlín que fue famoso en su época y dio origen a muchos artistas peruanos.
Murga se hizo conocido en el gremio tras ayudar a una bailarina a reparar su zapato en pleno acto teatral, demostrando su destreza y compromiso en su trabajo.
Calados Murga en tiempos de pandemia
Cuando la pandemia golpeó al mundo, muchos negocios tuvieron que cerrar sus puertas. Sin embargo, Calzados Murga logró mantenerse en pie a pesar de la incertidumbre y la ausencia de clientes.
Con siete trabajadores en su equipo, decidieron adaptarse a las estrictas medidas sanitarias impuestas por el Estado. Pedro Murga, fundador del negocio, junto a su hijo Pedro Murga Jr., idearon una estrategia para seguir operando sin recibir clientes en su taller.
Desde el inicio de la crisis sanitaria, trabajaron a puertas cerradas hasta mayo. Fue entonces cuando Pedro Jr. tomó un rol más activo dentro de la empresa. Diseñaron un sistema de recolección y entrega a domicilio.
Además, Pedro Jr. potenció la presencia digital del negocio al utilizar Instagram para promocionar sus servicios de zapatería. En pocos días, comenzaron a recibir pedidos desde distintos distritos de Lima, como Ventanilla, Puente Piedra y Los Olivos.
Con esta estrategia, lograron recolectar entre 15 y 20 pares de zapatos por cliente, lo que permitió repartir el trabajo entre sus empleados y mantenerse en funcionamiento. Contra todo pronóstico, a finales de 2020 Calzados Murga experimentó un crecimiento clave que les permitió mantenerse.
Sin embargo, también enfrentaron la pérdida de Don Pedro Murga, fundador del negocio. A pesar de este golpe, su hijo continuó con el legado y tomó las riendas del emprendimiento.
Calzados Murga: Empiezan de cero
Con Pedro Jr., al mando, dio un paso más allá y diversificó su oferta. Así nació Murga Dance Shoes, una línea de calzado flexible y ligero diseñado especialmente para bailarines. Con esta innovación, logró expandir la marca y llevar sus productos a eventos de baile en Estados Unidos, México, Uruguay y Chile.
El negocio también evolucionó en su identidad, pasando de «Murg’s» a «Murga». Para posicionar la nueva marca en el mercado, Pedro diseñó estrategias que consolidan su imagen y diferenciaron su propuesta.
En la zapatería, el equipo ofrece desde reparaciones menores hasta la restauración completa de calzado, carteras y cinturones, empleando técnicas de mantenimiento utilizadas por marcas de lujo. La filosofía de Calzado Murga es devolver los productos a su estados original sin alterar su esencia.
Para mantenerse a la vanguardia, Pedro Jr. se capacita constantemente y busca aprender de los mejores restauradores del mundo. Para ello, viajó a California, EE.UU., y conectó con expertos de Inglaterra e Italia para perfeccionar sus técnicas.
Calzados Murga: Proyecciones
Las metas de Calzados Murga van más allá de la capital. Planean abrir nuevos locales en ciudades como Trujillo, Arequipa, Cusco y Tarapoto, con el objetivo de descentralizar sus servicios y atender a clientes de distintas regiones del país.
Actualmente, cuentan con tres tiendas en Miraflores, San Juan de Lurigancho y, recientemente, en el Jockey Plaza.
Con más de 50 años de trayectoria, su misión continúa siendo la de salvar calzado y darle una nueva vida, demostrando que con creatividad y determinación es posible reinventarse ante cualquier desafío.
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