La última semana un reconocido centro comercial peruano ha obtenido un reconocimiento positivo por parte del público debido a que anunció dos iniciativas de inclusión para personas neurodivergentes, quienes, debido a su diagnóstico, podrían enfrentar dificultades para socializar, concentrarse o exponerse a ruidos fuertes.
Demostrando que la atención al cliente va más allá de lo comercial, Jockey Plaza ha implementado un nuevo servicio de audífonos diseñados para personas con sensorialidad auditiva que deseen visitar sus tiendas y, en colaboración con Cinemark, ha anunciado la proyección de funciones distendidas que contarán con condiciones de iluminación tenue, sonido regulado, puertas abiertas y personal a disposición para atender cualquier eventualidad.
Disfrutar de una película o visitar tiendas para adquirir un nuevo atuendo son actividades habituales en nuestra rutina que podrían ayudarnos a relajarnos, sin embargo, no es así para todos. Uno de los retos más grandes para las personas autistas, con dispraxia, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), entre otros, es hallar espacios donde se sientan cómodos.
La inclusión es un tema que congrega diversas opiniones en la esfera corporativa. La era digital ha hecho posible que más comunidades puedan exigir ser visibilizadas y tomadas en cuenta, sin embargo, el compromiso de las empresas debe exceder lo verbal y los eslóganes publicitarios. Si Jockey nos dice a través de redes sociales que es “una ciudad para ser feliz”, ha dado un paso interesante al comprender que la felicidad implica más que precios bajos o multiplicidad de opciones, tiene que ver con romper barreras para conseguir el disfrute de todos sus visitantes.
Nadie puede ayudar a quien no conoce, por ello el primer paso es esforzarnos por saber qué aqueja a nuestros clientes y cómo, a través de nuestra propuesta empresarial, podemos ayudar. Hacerlo realidad implicará que la letra salga del papel y que se haga tangible a través de acciones concretas que tengan a la persona como centro.