Hace unos días me llamó un amigo periodista para hacerme una pregunta muy común en estas épocas de campaña electoral: ¿qué te parecen las propuestas de los candidatos?
En mi ciudad, hago entrevistas a candidatos al Congreso desde hace algunos años. Para este campaña ya he conversado con una veintena de ellos. En este tiempo he llegado a algunas conclusiones sobre el discurso y las propuestas de los aspirantes a una curul.
En primer termino debo reconocer que, en muchos de ellos, se nota la buena intención por cambiar o mejorar el entorno y la realidad de los grupos que dicen representar. Pero, de buenas intenciones está plagado el camino al infierno.
Otra denominador común es que hay mucho diagnóstico pero pocas respuestas concretas a los problemas expuestos. Es verdad que muchos problemas del país son históricos, pero los tiempos no son los mismos para poder enfrentarlos. La población se multiplica, los recursos económicos siempre quedarán cortos y se suman otros problemas.
En algunos candidatos, la paporreta electoral es el denominador común, es decir, discurso efectista que a millones les gusta escuchar y compartir. El enfrentar al débil con el fuerte, al rico con el pobre, enfrentar a los extremos siempre polariza y ganas adeptos, pero no votantes informados.
Finalmente, apena mucho que no genere ningún tipo de escozor en los candidatos el no tener bandera política. Para muchos de ellos, cambiar de partido, con frecuencia, no merece ninguna reflexión. ‘Es parte de la vida política’, aseguran. Esta es un gran deuda que los partidos políticos tienen con el país: la formación e integración de células que realmente crean y difundan un proyecto político y de país.
Así estamos. Esto nos espera. A partir del 28 de julio tendremos 130 nuevos padres de la patria. Ojalá se porten como tales.