Con la proyección de alrededor de 50 millones de entradas vendidas en los diferentes multicines y una lista de por lo menos 25 producciones nacionales sólo este año, el cine comercial peruano vive un momento expectante y de consolidación. (Inga, Diario El Comercio: 22/10/2018).
El cine hecho en regiones, sin embargo, necesita del Estado para lograr su potencial crecimiento y ser parte de la oferta de salas y plataformas digitales. La calidad existe, pero no logra proyectarse a su público de la mejor manera ni en el acceso geográfico que quisiera.
En el caso del norte peruano, las experiencias en cuanto a producción fílmica han sido pocas y la mayoría provenientes de Lima u otra región, siendo prácticamente invisibles las propuestas locales y convirtiéndola en una de las industrias creativas más ocultas.
Por ello, implementar políticas culturales consensuadas con el sector privado y abriendo caminos para una buena distribución y marketing resulta estratégico en el camino que sigue a la financiación que desde el Ministerio de Cultura se da ahora mismo a la producción regional.
Una Comisión de Promoción Audiovisual para el norte (Film Comission)
Una estrategia seguida alrededor de diferentes ciudades en el mundo es la Film Comission: un grupo de trabajo local que fomenta el desarrollo de productos audiovisuales –principalmente cine- en un conjunto de locaciones naturales y culturales del territorio y bajo el soporte y asistencia en logística, asesoría técnica y permisos.
A estas comisiones especiales se unen voluntades y estrategias públicas y privadas para prender la llama del audiovisual variado, de buen relato y de calidad paisajística como técnica.
Desde Tumbes hasta Lambayeque existen una gama singular de locaciones para diferentes géneros cinematográficos: con la presencia de desiertos, bosques secos y tropicales, ceja de selva, sitios arqueológicos monumentales y zonas costeras paradisiacas, sobrarán las ideas y deseos de los creativos y productores para desarrollar historias en ellos.
Sin mencionar además el legado mitológico, histórico y de literatura oral con la que cuenta cada rincón de esta parte del país.
El potencial humano también crece por estos lares: diferentes universidades se están enfocando en la enseñanza, la presentación y pre producción de guiones y creaciones para la pantalla chica o grande; o mejor dicho, para las multipantallas.
Recientes premiaciones –pequeñas todavía-, dan fe de un interesante bagaje de capacidad, habilidad y creatividad. De manera que estamos ante un ecosistema cultural y creativo propicio para apostar y experimentar, tanto desde la gestión y política pública, como de la privada.
El ejercicio de conformación y trabajo bajo un Film Comission puede ser estratégico y poderoso para dar el salto en esta todavía pequeña industria cultural en el país.
La Comisión puede agrupar e impulsar mejores condiciones para llevar a cabo proyectos cinematográficos regionales o nacionales, a través de una red de contactos y entidades que faciliten trámites, capital, capacidades y equipos. Algo que colectivos independientes y creativos en soledad no podrían generar ni tener por su pequeño o mínimo soporte financiero.
Este es uno de los muchos espacios en los que la Economía Creativa puede aportar para el desarrollo sostenible de regiones como las norteñas en el Perú, que siguen basándose en actividades primarias sin por ello generar oportunidades y condiciones para mejor valor agregado y diversificación productiva. Miremos al Bicentenario con ojos creativos.