Nuestro país se desangra con numerosos nuevos casos de feminicidio; más de 40 denuncias diarias de violencia se presentan en nuestra ciudad y, sin embargo, del CADE 2018 no he escuchado propuestas de solución alguna a este enorme problema.
¿Es que acaso la violencia de género no tiene nada que ver con la empresa? ¿Las empresas, el sistema económico y los mercados son áreas en las que no tiene nada que ver el ser humano y su vida diaria? ¿Nuestras empresas no son parte de la comunidad peruana? ¿O no comparten esa misma comunidad que compartimos todos? ¿La empresa ya no es una comunidad de personas, un organismo intermedio más de la sociedad?
El mensaje del presidente en dicho foro ha sido bien elaborado, según los especialistas, pero todo referido a inversión en infraestructura, y un poco en educación. Pero también en su infraestructura. Desde siempre me he preguntado ¿teniendo cada vez más puentes, como el que dicen se inaugurarán en Piura en breve, nuestra sociedad estará mejor? ¿Por qué no se puede invertir en fortalecer las familias y los demás organismos intermedios de nuestra sociedad? El barrio (donde nos cuidamos unos a otros frente a la inseguridad), la escuela, el club, la parroquia, la universidad, la empresa, el gobierno local, el colegio profesional, y un largo etc.
El Primer Ministro ya expresó que, producto de las conclusiones del CADE, se reformará la regulación del trabajo, pues tenemos muchas vacaciones los peruanos.
A mí, la verdad, me da la impresión de que al mercado no le conviene fortalecerlos porque no quiere intermediarios entre él y los consumidores. Pero con ello debilita más el tejido social en el que trabaja, hasta el grado de desaparecerlo. Un individualismo que nos lleva a mirarnos a nosotros mismos de manera aislada, frente al inmenso mar comercial en el que nos ahogamos poco a poco. Y el gobierno se compra el cuento. ¡La política se orienta al bien común, señor Premier!
Nuestros amigos del G20 dicen que han acordado luchar contra la discriminación de género. Pero, para que el árbol crezca cada vez más hacia arriba, sus raíces deben estar cada vez más profundas y fuertes. Para que la política de niveles altos llegue a funcionar o a ser parte todo el árbol social, sus raíces (los organismos sociales señalados, empezando por la familia) deben estar cada vez más profundas y fuertes. Como le gusta repetir al maestro Carlos Hakansson, no podemos pretender construir la casa empezando por el techo.