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Ayacucho: Estas son las 9 víctimas de la represión policial durante las protestas contra el gobierno

El 15 diciembre los violentos enfrentamientos entre la policía y la sociedad civil que cobraron la vida de 9 personas, entre ellas un menor de edad.
Por Kathia Guevara Cruz Publicado: Últ. actualización: 20 diciembre, 2022 09:17
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Ayacucho

Edgar Wilfredo Prado Arango (51 años)

El padre de Sheyla Padro Cisneros (18 años) le escribió «Cuídate, no salgas, me dijo, ¡están disparando!», minutos después su progenitor recibiría un disparo mortal a escasos metros de su casa. Edgar Prado salió a socorrer a unos manifestantes que se encontraban herido en la calle. Pensó que los militares estaban disparando perdigones de goma, por lo que uso una calamina para protegerse, sin embargo, una bala lo alcanzo por la espalda y acabó con su vida.

 Jhon Mendoza Huarancca (34 años)

Testigos señalaron a la hermana mayor de Jhon Mendoza Huarancca que él se refugió en una cuneta luego de quedar atrapado en medio de las manifestaciones. Un militar lo vio y le disparó. El segundo de cuatro hermanos, administraba junto a su hermana una pequeña empresa de transporte, con la cual mantenían a sus hermanos y a su madre, quien padece cáncer terminal. Una bala en el tórax acabó con la vida de Jhon Mendoza.

Raúl García Gallo (35 años)

El último mensaje que le envió a su esposa fue «estoy yendo, ya vuelvo». Raúl García asistió a uno de los piquetes del paro en Ayacucho, donde los manifestantes marchaban en contra del Congreso y la presidenta Dina Boluarte. A las seis de la tarde, la esposa de García recibe una llamada: “A Raúl le dispararon”. Rápidamente, acudió al hospital, donde fue recibida con el mensaje que toda persona teme: “Señora, tiene que ser fuerte”.

Raúl García deja cuatro hijos huérfanos de 14, 11, 9 años y el mayor paradojas de la vida, había servido en el Ejército. La misma institución que acabó con la vida de su padre.

Leonardo Hancco Chacca (32 años)

El joven luchó dos días por su vida. Recibió un disparo cerca de las inmediaciones del aeropuerto de Ayacucho, donde los manifestantes se disponían a tomar las instalaciones. Su familia se enteró la noticia de su situación médica por redes sociales. Su hermano David Huanco fue advertido de un video en redes donde aparecía su hermano ayudando a los heridos.

Leonardo Hancco era conductor de la ruta hacia Cangallo y Huancapi. Deja una hija de siete años.

José Luis Aguilar Yucra (20 años)

Salía de su trabajo cuando se topó con la balacera en una calle contigua a su casa. Testigos afirman que vieron como la víctima asomó la cabeza por un callejón para ver lo que sucedía cuando un proyectil impactó en su cabeza que lo dejó tendido en la acera. Su madre llegó cuando la ambulancia se encontraba realizando el levantamiento del cadáver. Deja una hija de dos años.

Luis Miguel Urbano Sacsara (22 años)

Luis salió de su casa al promediar las tres y media de la tarde. Tenía que hacer un trabajo del instituto, estudiaba Administración en la institución privada CESDE, luego asistiría a un campeonato. Cuatro horas después, su mamá recibió una llamada: “Señora, ¿usted es madre de Luis Miguel Urbano Sacsara?”. Un proyectil de arma de fuego acabó con la vida de Luis Urbano.

Clemer Fabricio Rojas García (23 años)

Era natural de Quinua y estudiaba Mecánica Automotriz en Senati. Su padre decidió llamarlo luego de que escuchó la balacera cerca del puesto que tenía junto a su esposa en el mercado. Cuando contestaron el celular, una voz distinta a la de su hijo le dijo: «¡Señor, al joven le llegó una bala, ya se lo han llevado!».

Josué Sañudo Quispe (31 años)

Josue Sañudo fue enterrado en una multitudinaria ceremonia. Una extensa banderola daba cuenta de una de las 9 personas que perdieron la vida en la violenta represión policial que sacudió la región de Ayacucho. Cuando los medios intentaron hablar con su padre, el señor atinó a decir: la estigmatización de una sociedad desinformada que tilda, sin mayor reflexión, a todas las víctimas de personas violentas.

Christopher (15 años)

Se encontraba en el cementerio cuando recibió una bala por la espalda. El hijo de Hilaria Aime de vez en cuando se ganaba algo de dinero limpiando los nichos y regando las flores del cementerio que se ubica al costado del aeropuerto. Recibió la noticia de su hijo cuando lo llamó por celular y mantuvo esta conversación:

—Aló, hijo, cómo estás.

—¿Usted es el padre?

—Sí, qué pasó.

—Su hijo está en el hospital.