Andrea Parra era una niña cuando su papá la llevó, por primera vez, al odontólogo. El olor a canela, la pulcritud y el mandil blanco se grabaron en sus retinas y en su memoria con ese gusto particular de los buenos recuerdos. Aunque aún no lo sabía, algunos años después, la odontología sería su profesión.
Estaba por terminar el colegio y la psicología apareció como una segunda opción. Pero no hay como una buena cena familiar para hablar de lo importante de la vida. Mientras esperaban el pedido en un chifa de la ciudad, su padre le preguntó: «¿Hija, no deseas verte con un mandil blanco reluciente y que la gente te llame ‘doctora’?». La cuestión estaba planteada y la duda resuelta.
La cirujano dentista Andrea Lucía Parra Fernández, de 29 años, es egresada de la Universidad César Vallejo-Campus Piura (2013). Para Andrea, la teoría universitaria se complementó con la práctica en el externado y el Servicio rural y urbano marginal en salud (Serum). El primero lo realizó en la posta de Pachitea, y el último en Canchaque y Chulucanas, donde estuvo un año atendiendo a los pobladores de todas las edades y aprendiendo con cada paciente que llegaba al consultorio.
Emprender: un largo camino
En el segundo piso del Jr. Junín 1123, en el centro de Piura, se ubica el consultorio odontológico «Identis». Aunque hoy es una realidad, todo empezó con el dilema de aceptar un préstamo bancario. Corría noviembre de 2016 y, como en aquella cena familiar, la decisión se tomó luego de escuchar varios consejos de personas en las que Andrea confía.
“Siempre quise tener mi propio consultorio, incluso lo visualicé en este lugar, aquí en mi casa, pero para poder hacer un consultorio se necesita dinero y fue un poco difícil», asegura Andrea. En diciembre de 2016 llegaron los equipos con los que implementó su consultorio.
Febrero del 2017 fue su primer mes de atención y le iba súper bien. Sin embargo, en marzo ocurrió el desastre de las lluvias del Niño Costero. El río se desbordó y toda la ciudad se afectó. ¿Las consultas? «Decayeron tanto que tuve que cerrar la atención y me preocupé mucho porque el préstamo para montar mi empresa seguía corriendo y no había para pagar», recuerda Andrea aun preocupada.
En los meses siguientes al desborde, tuvo que retomar su anterior trabajo en un conocido restaurante de la ciudad. Allí, por tres meses, administró el local y siguió aprendiendo de administración, ventas, marketing y redes sociales. En julio de ese mismo año decidió reabrir. Hoy continua y mantiene el deseo de cuando empezó: en tres años, tener su propia clínica dental.
¿Por qué Identis?
“Para definir el nombre de mi empresa, me ayudó un amigo del restaurante que administrativa. Tras analizar algunas propuestas, escogí Identis porque considero que la sonrisa es la identidad de una persona, es decir, no vas a encontrar a una persona con la misma sonrisa, no todos tienen los mismos labios ni forma de la cara”, explica Andrea.
En el centro de la ciudad, abundan los consultorios dentales y médicos. Solo en algunas cuadras a la redonda, Identis compite con 11 consultorios privados. Sin embargo, Andrea está convencida de que la diferencia está en la confianza que genera con su paciente.
“Trato de hacer un buen trabajo, seguir con protocolos, aislar dientes, darle tranquilidad. Es lindo ver un consultorio lleno, pero a la vez me gusta trabajar con pacientes citados porque les doy su espacio, cada uno con su turno para no incomodar a los demás. Creo que mi punto fuerte es la paciencia, que mis pacientes se sientan cómodos, sepan qué tratamiento reciben, despejando sus dudas y tratándolos como a mí me gustaría que me traten”, comenta.
Lo mejor del trabajo bien hecho es que tus mismos pacientes te recomiendan. “Estoy en Facebook e Instagram, y los interesados preguntan por las redes sobre promociones; pero la mayoría de mis pacientes es por recomendación”.
Como todo negocio propio, el inicio suele ser difícil, pues se materializa la idea de negocio y se va adaptando al mercado al que entra a competir.
«Sé que tener un consultorio propio no es fácil, pensé que por montar mi unidad y calcular mis citas diarias, ya imaginaba mis ganancias del mes; sin embargo, no fue así, es un tira y jala, es muy diferente que trabajes para una persona y tengas un sueldo fijo, a no saber cuánto puedes generar en tu empresa», advierte.
Andrea afirma que el vaivén de los ingresos, al inicio, es lo que marca el emprendimiento: «Conocí el estrés, aquí me frustraba y llegué al punto de pensar si había hecho bien en poner un consultorio, en un día te puede ir excelente, pero de pronto hay semanas en que no hay pacientes».
¿Que ha aprendido en estos meses de emprender? «Aprendes a controlarte, meterle ‘punche’, a atraer con buena energía para que vengan los pacientes. Creo mucho en la energía. La perseverancia es siempre la clave», concluye.