Zapatillas Vera, fundada por cuatro de cinco hermanos apurimeños, nació en 2010, pero la semilla del esfuerzo se plantó mucho antes. Infomercardo se contactó con Wilbert, uno de los hermanos, quién nos contó gran parte de la historia.
Originarios del distrito de Chuquibambilla, en la provincia de Apurímac, los hermanos Vera crecieron en un entorno de pobreza extrema. Sin embargo, la figura de su madre fue fundamental. A pesar de no haber recibido educación formal, tener un esposo alcohólico que maltrataba a toda la familia y no saber hablar español, logró sacar adelante a sus hijos vendiendo comida en las calles de Abancay. Esta fortaleza y sacrificio serían reconocidos por los hermanos más adelante al poner el apellido «Vera» como nombre de la marca, en honor a su madre.
«Todos mis hermanos han estudiado hasta secundaria. Mi familia era muy pobre y con las justas fuimos al colegio. Además, nuestros padres tenían problemas. Mi padre era alcohólico y nos maltrataba casi siempre. Mi madre nos sacó adelante vendiendo comida en una carretilla. Y gracias a que un tío nos ofreció una cochera para quedarnos en Lima, decidimos buscar un mejor futuro en la capital. En ese espacio vivimos por un tiempo y ayudábamos en la fábrica de mi tío».
Tras completar sus estudios en Abancay, la capital de Apurímac, decidieron migrar a Lima en busca de mejores condiciones laborales. El destino los llevó a trabajar con su tío, quien fabricaba zapatillas. Fue en ese taller donde aprendieron, de manera empírica, los secretos de la fabricación de calzado. Los hermanos, sin formación previa ni conocimientos técnicos, tenían un gran espíritu emprendedor.
Inicios
En 2004, una hermana que vive en el Reino Unido decidió comprarles un terreno para que la familia pueda vivir. Pese a que las condiciones eran precarias, afrontaron las adversidades, sin saber que ese terreno sería el primer taller del negocio. Para el 2006, con varios años en la capital, los dos hermanos mayores iniciaron un negocio de calzado, que lastimosamente quebró luego de dos años.
Sin embargo, esto no los detuvo y tiempo después, Aurelio el hermano mayor, sugirió iniciar un emprendimiento pero con todos los hermanos. Pese a que la familia dudaba, cuatro de ellos apostaron por la idea, ya que la voluntad de salir adelante fue mayor. Con un capital inicial de 8,000 soles aportados por los hermanos Aurelio, Marta y Frida, decidieron dar el paso y empezar la aventura empresarial. Es así que el 15 de septiembre de 2010 nace Zapatillas Vera.
Ese primer año de trabajo fue muy arduo para todos los hermanos, pero que al final rindieron frutos. Durante los primeros días de producción, en la casa que su hermana les regaló, decidieron apostar por el mercado de Chiclayo. Con 10 docenas de zapatillas recién fabricadas, las hermanas Marta y Frida viajaron con la ilusión de vender en esta ciudad, pero se encontraron con la dura realidad del rechazo en todas las tiendas que visitaron.
Ante esa situación, decidieron dirigirse a Tumbes, en la frontera con Ecuador, pero nuevamente enfrentaron rechazos. Sin embargo, por un golpe de suerte, un ecuatoriano mostró interés en el producto y realizó una compra rápida, siendo la primera venta exitosa. Durante más de dos años le enviaron su productos hasta Aguas Verdes sin ningún proceso formal de exportación.
«Cuando se inició el negocio, mi hermano Aurelio había juntado 4.000 soles como trabajador, mi hermana Marta creo que 3.000 soles y mi hermana Frida 1.000 soles. Entonces eran 8.000 soles que había como capital, así se empezó eso en el año 2010, fue poquísimo, pero las ganas de querer salir adelante definitivamente estaban ahí, entonces en el primer balance teníamos en las cuentas bancarias casi cinco veces más de lo invertido, entonces para nosotros estaba yendo muy bien las cosas».
Para finales de 2011, el pequeño capital se había multiplicado, alcanzando una cifra de 42,000 soles. Esta señal de éxito inicial fortaleció la convicción de que el camino era el correcto. A medida que el negocio fue creciendo, pudieron construir almacenes y expandirse, especialmente en ciudades de la costa y sierra. Esto les permitió mejorar sus instalaciones y operaciones, recordando que sus inicios fueron en condiciones limitadas en su propia casa.
Desafíos
Pero el éxito no es lineal y pronto el escenario cambiaría. En 2012, Ecuador cerró sus fronteras al comercio con Perú, lo que significó un golpe para las exportaciones de Zapatillas Vera. La empresa tuvo que reenfocar sus esfuerzos hacia el mercado peruano, lo que representó una etapa desafiante para los hermanos. Empezaron a viajar por todo el Perú, buscando clientes en cada rincón del país, desde la sierra hasta la costa, con la única excepción de la selva, región en la que tienen pocos compradores.
Este nuevo capítulo no fue fácil. Ser una marca emergente significaba enfrentar rechazos constantes y vender a precios bajos para poder competir con empresas más grandes. Sin embargo, la perseverancia los llevó a construir una base sólida de clientes. Aunque las ganancias eran pequeñas, sabían que, a medida que su reputación creciera, también lo haría su estabilidad financiera.
Extorsión
En 2015, la familia Vera enfrentó una amenaza grave cuando comenzaron a recibir mensajes de extorsión mediante Facebook. Antes de esta situación, la familia decidió apostar por esta emergente red social para promocionar sus productos, lo que les dio algunos clientes potenciales.
Durante su aniversario, la familia recibió amenazas y mensajes que mencionaban su domicilio y la necesidad de «colaborar» con los extorsionadores. Este momento crítico puso a prueba la estabilidad emocional y la determinación de los hermanos, quienes se sintieron inseguros sobre cómo avanzar en su negocio. De esta forma la familia abandonó las redes sociales, centrándose en los viajes a las ciudades para conseguir clientes.
«Yo tenía frustración con la policía, que no mostró interés en mi caso cuando presenté la denuncia. Hablé con unos amigos y me recomendaron contactar a un policía. Este se comprometió a patrullar mi casa para ofrecerme protección, aunque eso significaba que tenía que pagar. Esta medida resultó efectiva, ya que se presentó regularmente durante aproximadamente tres meses, interactuando conmigo y generando una sensación de seguridad. Con el tiempo, la situación mejoró, ya que dejé de recibir las amenazas».
Por casi 8 años, los hermanos Vera gestionaron su negocio de manera empírica, aprendiendo sobre la marcha y enfrentando cada desafío con la experiencia que iban ganando. No fue sino hasta el 2018 que decidieron formalizar su educación en el rubro del calzado. En Perú, lamentablemente, no existían escuelas especializadas en este sector, por lo que recurrieron al CITEccal, una institución gubernamental que les ofreció cursos y capacitaciones. Gracias a esta formación, pudieron mejorar sus procesos y elevar la calidad de sus productos, algo que consideraron crucial para mantenerse competitivos en un mercado cada vez más exigente.
«En 2010 y los años siguientes, el Perú experimentó un notable crecimiento económico, lo que benefició a muchos. Sin embargo, a partir de 2018, la situación comenzó a deteriorarse, lo que llevó a la gente a buscar más educación y formación. En el sector del calzado no existe una escuela de negocios específica en el Perú, por lo que la mayoría de los fabricantes son empíricos. La única fuente de capacitación disponible es el CITEccal, una institución gubernamental que nos ofreció cursos y asesoría técnica».
La familia Vera enfrentó importantes desafíos logísticos y financieros, especialmente en relación con la importación de materiales desde China. Hace aproximadamente cinco años, recibieron un envío de rollos de tela que no cumplía con las especificaciones solicitadas, como el gramaje adecuado, y la calidad del material era deficiente, con múltiples fallas. Este contratiempo representó una pérdida cercana a los 20 mil dólares.
Pandemia y recesión económica
La pandemia llegó en un momento muy inoportuno para la familia Vera. Y es que en 2018 compraron maquinaria brasileña para producir sus calzados, con una proyección de 10 años para terminar la deuda. Este producto solo se pudo utilizar un año ya que en 2019 todo se paralizó, quedando olvidadas por algunos meses. Sin embargo, poco después pudieron reactivar la producción, siendo uno de los mejores años para la familia.
«No hubo forma de trabajar porque estaba prohibido todo y aparte el calzado no era de primera necesidad. A pesar de que la producción se detuvo y enfrentamos dificultades económicas, el apoyo del gobierno, como los créditos y bonos, nos ayudó a recuperarnos temporalmente. Además cuando soltaron las AFP el negocio comenzó a crecer. Creo que fueron los mejores años para la empresa».
Tras pasar la pandemia, viene la recesión económica que les afectó mucho ya que las ventas comenzaron a caer. Es en ese punto que la familia decide dejar de lado el mal momento que vivieron y explorar las redes sociales para buscar nuevos clientes. Inicialmente, tenía dudas sobre hacer videos, pero observando el crecimiento de otros negocios en plataformas como TikTok, decidieron arriesgarse.
Comenzaron a publicar videos de su madre trabajando en la producción de las zapatillas, lo que atrajo la atención del público. A sus 82 años sigue activa en el negocio, trabajando en el taller cada mañana desde las 5 a.m., demostrando que el espíritu emprendedor no tiene edad.
Proyecciones
Con el tiempo, Zapatillas Vera supo ajustarse a las demandas del mercado y mantenerse al día con las tendencias del calzado, lo que les permitió consolidarse como una marca nacional. Actualmente, la familia Vera vende productos en diversas ciudades de Perú como Apurímac, Chiclayo, Trujillo, Lima, Cusco, Ayacucho y Arequipa, donde distribuyen 2,000 pares de zapatillas a la semana.
«Tengo clientes en Ecuador y Bolivia, aunque las ventas se realizan de manera informal a través de entregas en la frontera. Tengo la intención de expandirme internacionalmente y formalizar mis exportaciones, enviando productos a estos países con facturas de exportación. Estoy considerando viajar y explorar la posibilidad de abrir una tienda en esos mercados».
Asimismo la empresa emplea a 30 personas y se proyecta seguir creciendo. A mediano plazo, su objetivo es expandir su presencia en la selva peruana y aumentar la producción a 300 docenas de zapatillas semanales. A largo plazo, los hermanos Vera sueñan con exportar directamente a países como Ecuador y Bolivia. Aunque ya han tenido clientes en estos países, las ventas han sido a través de intermediarios y no de manera directa.