La empresa española de telecomunicaciones Telefónica analiza la venta de su filial en Perú debido a un panorama económico y legal complicado.
Reuniones recientes en Lima con posibles compradores reflejan la búsqueda de alternativas para una de las operaciones históricas de la compañía en Sudamérica.
Pérdidas económicas impulsan la desinversión
Telefónica ha acumulado pérdidas superiores a 2,000 millones de euros en Perú, lo que ha llevado a la empresa a tomar medidas como la reducción de capital y el uso de una prima de emisión valorada en 2,000 millones de dólares. A pesar de estos intentos, los resultados financieros no han mejorado significativamente.
“La situación en Perú es parte de un panorama más amplio que requiere decisiones estratégicas en América Latina”, reportó el medio español Vozpópuli, que también destacó el interés de Telefónica en reducir su exposición en mercados menos rentables.
Disputas legales agravan la situación
Un factor crítico en esta posible desinversión son las disputas legales con el gobierno peruano, que datan de hace más de dos décadas.
Telefónica reclama 1,122 millones de euros por daños vinculados a impuestos y provisiones fiscales pendientes desde su privatización en los años 90.
Además, la Sunat investiga un supuesto esquema de optimización fiscal relacionado con compras centralizadas en Alemania.
Estas tensiones han afectado la estabilidad de Telefónica en el país, aumentando la incertidumbre sobre su continuidad en el mercado.
Escenarios de futuro y negociación con compradores
Telefónica ha iniciado contactos con posibles compradores, incluyendo a los expropietarios de Win, Carlos Torres y Eduardo Barriga, interesados en adquirir su base de clientes de líneas fijas, donde la empresa es líder. Sin embargo, las negociaciones no han logrado un acuerdo.
En paralelo, Telefónica busca un CEO especializado en desinversiones para liderar esta operación. Este movimiento forma parte de una estrategia más amplia que podría replicarse en otros mercados de la región, como Argentina, donde también se considera una posible desinversión.
Con estos cambios, Telefónica podría redirigir su estrategia global, enfocándose en mercados más estables y rentables.