En el Perú, la tasa de informalidad en el empleo para las mujeres es del 75% respecto al 69% para los varones.
Por edades, el 30% de las mujeres peruanas entre 14 y 29 años no tienen ingresos propios y dependen económicamente de un hombre.
En las zonas rurales este porcentaje se eleva al 46%.
En Piura, se registran 371 mil 066 (56%) mujeres ocupadas, lo que representa el 55% de la población total.
De ellas el 44,8% son trabajadoras independientes, es decir, crean su propio empleo; el 31,8% son asalariadas (empleadas y obreras), el 4,7% son trabajadoras del hogar y el 1,4% son empleadoras.
Asimismo, el 34% alcanza el nivel secundario, el 39% se desempeña en la rama de actividad de servicios y solo el 26% se encuentra afiliada a un sistema de pensiones.
Además, un aspecto importante para el bienestar de las personas es el uso de sus tiempos y en nuestra región también tenemos una brecha en ese sentido.
Mientras la mujer dedica el 52% de su tiempo de trabajo a labores domésticas no remuneradas; el hombre dedica el 24% de su tiempo a estas actividades.
Las cifras expuestas, reflejan la situación de desigualdad de la mujer en relación al trabajo, pero detrás de estas cifras hay mujeres que cada día se enfrentan a estas situaciones.
Por ejemplo, ganan menos sueldo que los hombres por el mismo trabajo; que su salario promedio en el mercado informal alcanza los 785 soles y en el mercado formal los mil 101 soles (70,8% del salario promedio de un hombre).
A ello le agregamos que, las mujeres se enfrentan a situaciones de acoso laboral, y aquellas que trabajan en empresas agroexportadoras y/o pesqueras, o cumplen labores sanitarias, muchas veces, no cuentan con los equipos de protección personal para la realización de su trabajo.
Economía femenina y Covid-19
En tanto, con la crisis generada por la pandemia del coronavirus, la situación de las mujeres se agrava porque la economía se paraliza y la cuarentena no permite a muchas trabajadoras informales o con pequeños emprendimientos, salir a trabajar y obtener ingresos.
No es ajeno para nadie que, de acuerdo a los tradicionales roles de género asignados a mujeres y hombres: el cuidado de los hijos e hijas; las tareas del hogar; la realización de compras para el hogar, y el cuidado de adultos mayores y/o personas enfermas en el hogar, son labores que realizan las mujeres y, que, en estos tiempos de coronavirus, las coloca en una situación de mayor riesgo.
Riesgo que, también asumen las mujeres dedicadas a las labores sanitarias, domésticas y de limpieza de calles, porque son mayormente mujeres las que se dedican a estas actividades.
Ante este panorama, se necesitan acciones del gobierno como las emprendidas recientemente de entregar un bono de 380 soles a las mujeres en situación de pobreza y creación del fondo de apoyo empresarial a la MYPE.
Pero, además se requiere que estas medidas sean sostenibles y para ello se requiere considerar la participación de las mujeres en todas las fases de recuperación o respuesta.
Adicional a ello, se requiere una lucha frontal contra la violencia hacia la mujer y una muestra es que el Gobernador Regional de Piura, Servando García Correa, tome medidas efectivas frente a las denuncias de acoso sexual en contra de sus funcionarios.
No olvidemos que, el acoso sexual es una forma de discriminación contra las mujeres que afecta el derecho a la libertad sexual, a la integridad física, a la salud y al libre desarrollo de la personalidad; además de su derecho a trabajar libremente y a gozar de un ambiente adecuado.
Cifras del Instituto Peruano de Economía (IPE), GRADE y Observatorio Socio Económico Local (OSEL) Piura.
Tomado de www.radiocutivalu.org