Desde muy pequeño, Rodolfo Ortiz tuvo que enfrentar muchos desafíos que lo llevaron a tomar la decisión de trabajar y estudiar al mismo tiempo. Rodolfo siempre sintió curiosidad y el deseo de encontrar soluciones a los problemas que observaba a su alrededor, por lo que se volvió un apasionado por la innovación. Por ello, cada vez que sus clases terminaban, corría a su casa para no perderse ni un capítulo de su programa favorito de ese entonces “Ventana hacia el Futuro”, el cual mostraba distintos inventos que poco a poco transformarían el mundo. A continuación te contaremos tu historia.
Primeros inventos
Humberto Rodolfo Ortiz Chávez nació en Cajamarca, en una familia de bajos recursos. Él forjó una gran pasión por la electrónica desde muy pequeño, estudiando y trabajando como ayudante de sus hermanos mayores en un taller. Desde ese entonces Rodolfo empezó a incursionar cada vez más en ese mundo, aprendiendo cosas por sí solo.
Con el paso del tiempo y perfeccionando técnicas, Rodolfo tuvo el deseo de emprender por lo quedesarolló varios inventos. Es así que a su corta edad, creó un inversor de energía que ideó durante la época del terrorismo del Perú.
“Diseñé un inversor que convertía la energía de una batería de 12 V a 220 V, lo que me permitió alimentar algunos artefactos durante los apagones por atentados”.
Y es así como Rodolfo Ortiz, siempre perseverante y preso de su curiosidad innata, siguió desarrollando inventos que dejaban incrédulos a cualquier adulto que observaba lo que este hacía. Es por esto que, a su corta edad, haber desarrollado estos inventos, generaba dudas entre sus conocidos.
“Cuando mostraba mis creaciones, muchos dudaban de que fueran mías. Decían: ‘Eso lo hizo tu papá; no creo que lo hayas hecho tú. Yo apenas tenía 14 años y a pesar de mi apariencia delgada, estaba decidido a demostrar mi capacidad”.
Pero esto no fue impedimento para que siguiera inventando. Su amor por el aprendizaje lo llevó a hacer conexiones entre la electrónica y las matemáticas, por lo que buscaba los principios físicos y científicos y los aplicaba. De esta manera logró hacer cuatro inventos en el colegio a sus 13 años. Uno de ellos fue un tren de levitación en pequeña escala, el cual solo operaba en el Reino Unido de manera experimental.
Estudios superiores
Al finalizar la secundaria, su impulso por la electrónica no se detuvo e ingresó a un instituto local donde estudió durante tres años. Al mismo tiempo, con tanto solo 17 años, abrió su propio taller, donde reparaba artefactos, convirtiéndose en representante de marcas reconocidas como Sony, LG y Epson en Cajamarca. De hecho, le gustaba tanto la electrónica que decidió nombrar a su primer hijo Sony.
Mientras continuaba sus estudios, Rodolfo también se desempeñó como técnico en el instituto, demostrando sus habilidades. Por lo que logró que tanto profesores como ingenieros lo invitaran a trabajara en laboratorio dejándolo a cargo de este espacio.
Esto le permitió seguir trabajando junto a marcas reconocidas como Carsa, La Curacao y Mavila. No solo se sumergió en el mundo del servicio técnico, sino que también continuó su formación viajando constantemente a Lima para tomar cursos. En su búsqueda de conocimiento, se especializó en electrónica de potencia y automatización, concentrándose en la electrónica industrial, donde identificó oportunidades significativas de crecimiento.
“Apenas salí del colegio estudié una carrera técnica en electrónica en un instituto local. Mis habilidades me llevaron a que con el tiempo ese mismo instituto me contrate como parte de su equipo técnico. Luego estudié Administración de Empresas, tengo una maestría en Gestión y unos estudios en la Universidad Católica (PUCP) y la Universidad George Washington”.
El invento de pandemia
En 2015, con una carrera ya establecida, Rodolfo decidió viajar a Colombia para especializarse en metrología biomédica. Ya que en Perú esta disciplina aún no contaba con regulaciones definidas, lo que le permitió explorar un campo poco desarrollado. Empezó a ofrecer servicios a hospitales en áreas electromecánicas y de equipos biomédicos, siendo uno de sus principales objetivos contribuir a la salud pública.
Todo esto se intensificó tras el inicio de la pandemia del Covid-19. Este evento reveló un grave problema para el sistema de salud: la escasez de ventiladores mecánicos necesarios para salvar la vida de los pacientes afectados por el virus. Fue en este contexto que creó AliVia, un ventilador mecánico múltiple que ideó durante la primera ola.
“Había una escasez de ventiladores en el mundo. Me encontré con dos publicaciones del MIT y busqué cómo aplicar esa misma tecnología con los materiales que tenía disponibles. Así, diseñé una bolsa ambu que se activaba con un sistema mecánico, generando la presión necesaria para asistir a los pacientes que no podían respirar”.
A Rodolfo le tomó solo dos días diseñar el primer prototipo, el cual publicó en redes sociales antes de irse a dormir. Sin imaginar que se volvería viral, en la madrugada recibió una llamada de un amigo periodista que le contó todo lo que estaba causando su invento. De esta manera logró tener innumerables reconocimientos de instituciones locales, nacionales y extranjeras.
Gracias a esto, más personas se sumaron al proyecto, logrando formar un equipo con ingenieros, técnicos y estudiantes. Con todos ellos, en un mes y medio, perfeccionaron el invento ganando el concurso especial de «Patentes frente al COVID-19», organizado por Indecopi.
Debido a la atención mediática, recibió llamadas del Ministerio de Salud y diversas instituciones del sector en Lima. Aquí, Rodolfo fue invitado a presentar su ventilador junto a otros prototipos de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Marina de Guerra a finales de abril de 2020. Tras rigurosas evaluaciones de ingeniería, su ventilador cumplió con todos los estándares requeridos.
Pese a que muchos profesionales de la salud destacaron su logro, el proyecto enfrentó un obstáculo significativo: la falta de autorización para su fabricación, debido a la necesidad de superar ensayos clínicos.
Invento que purifica el agua
Después de haber consolidado su nombre en el sector público con la creación de AliVia, Rodolfo Ortiz decidió asumir un nuevo desafío. Por lo que comenzó a diseñar una solución para un problema recurrente en las comunidades: la escasez de agua potable en las zonas rurales.
«En los últimos diez años, he desarrollado tecnologías para deshidratar frutas, secar café y crear molinos, pero la crisis del agua me ha impactado profundamente».
Al descubrir que enfermedades como las diarreas agudas y crónicas en niños son el resultado directo de la mala calidad del agua en comunidades rurales, donde el Estado a menudo no llega, Rodolfo decidió tener múltiples conversaciones con ingenieros hídricos. Sin embargo, las respuestas fueron desalentadoras. A pesar de esto, su determinación lo llevó a encontrar una manera de resolver el problema.
Es así que diseñó un sistema de potabilización alimentado por energía solar, que inicialmente incluía tres filtros: carbón activado, zeolitas y un filtro multimedia. Sin embargo, pronto se enfrentó a un nuevo obstáculo: la presencia de metales pesados en el agua, un desafío común en regiones mineras como Cajamarca.
Pese a los desafíos encontrados Rodolfo logró desarrollar su sistema de purificación de agua, denominado «Limphuy Yaku». El cual está diseñado para potabilizar el agua en comunidades rurales de Cajamarca. Este sistema demostró ser efectivo en la eliminación de contaminantes.
“En la zona donde hice el estudio, los niveles de hierro y manganeso son altos debido a la geografía local. A través del ozono, diseñó un reactor que oxida estos metales. Cuando se convierten en partículas, el filtro los separa. El equipo fue sometido a varias pruebas de laboratorio, y se comprobó que científicamente cumplió con lo prometido. Obtuve el primer puesto en el concurso, y el pequeño prototipo unifamiliar se transformó en un modelo que abastece a 10 familias”.
Posteriormente, el modelo fue trasladado a Santa Rosa de Chaquil, donde fue probado con éxito. Esto le permitió ganar otro concurso, esta vez organizado por la revista ProActivo. Actualmente, Rodolfo colabora con la Universidad Nacional de Cajamarca y la minera Southern Perú para que Limphuy Yaku alcance una escala industrial. Además fue galardonado en «Peruanos que Suman» por su contribución al bienestar de comunidades vulnerables.
“Esta tecnología no tiene límite; solo depende del presupuesto asignado a la investigación. Soy un investigador particular, así que el acceso a los fondos siempre es el mayor obstáculo. Pero el gran objetivo es poder ejecutarlo en todas las zonas rurales que lo necesiten”.
Asimismo, se encuentra trabajando para sensibilizar a los gobernantes sobre la importancia de su propuesta. Ello, con el objetivo de impactar positivamente a las comunidades y demostrar que en Perú es posible hacer ciencia y tecnología de alto nivel. Es por esta razón que Rodolfo Ortiz aspira a ser un referente para los jóvenes del país.