En la última década, la economía de Piura pasó a estar liderada por el comercio, actividad que alcanzó una participación del 12.5% en la canasta productiva de la región en el 2020. De esa manera, desplazó del primer lugar a la extracción de petróleo y minerales, que en el 2010 lideraba la economía piurana con el 17.9%.
Rafael Zacnich, gerente de Estudios Económicos de Comex Perú, conversó con Infomercado para ampliar las reflexiones sobre la realidad económica de Piura y del norte.
¿El cambio de la actividad productiva – de extracción de hidrocarburos a comercio – es positivo o preocupante?
Hacia el 2010, la principal actividad productiva de Piura era la industria petrolera; pero, en los últimos años, es el comercio, la manufactura o la construcción. Esto obedece a una focalización de las inversiones en el desarrollo de negocios y de economía pujante, como las mypes y las grandes empresas del sector. El comercio representa el 13% del PBI de la región y, en ella, las mypes juegan un papel preponderante. La caída de las industrias extractivas está asociada a que es un sector que no ha estado bien llevado, sobre todo, en proyectos donde el estado ha tenido participación. No hay proyectos de exploración y no existen los incentivos para esa actividad. En ese sentido, preocupa esta situación porque estas actividades representarían más dinero para la región, a diferencia de otras actividades caracterizadas por la informalidad, algo que no pasa con las industrias extractivas.
En el sector donde se puede producir con formalidad se ahuyenta la inversión…
Así es. Convivir en un ambiente informal pasa por una cuestión de factores, entre ellos, el cultural. El hecho de no querer ser identificado por la entidad tributaria porque hacer trámites resulta engorroso y costoso, y se percibe que no hay una contraprestación. Es en esto donde debería trabajar el estado, es decir, visibilizar los aspectos rentables de ser formal, que se perciban los beneficios en materia de bienestar.
¿Hay mercado para exportar fosfatos? Un anuncio del presidente Pedro Castillo…
El éxito de cualquier iniciativa de política pública va a depender de qué tan rentable sea la propuesta. Si la empresa que explota el fosfato en Sechura no está viendo que es rentable, no la hará [una planta de fertilizantes]. Si en el futuro, un gobierno quiere intervenir y establecer un planta deberá rendirle cuentas a la población de esa inversión, pues se hará con plata de los peruanos. La propuesta del presidente ha quedado como en el limbo, como muchas de las propuestas de la segunda reforma agraria. A estas alturas, ya casi llegamos a los 100 días de gobierno y el presidente no se puede tomar la ligereza de solo hacer anuncios, debe decir el cómo.
¿Es sostenible el comercio como la principal actividad productiva de Piura? ¿Podríamos volver a la extracción de hidrocarburos?
Dependerá de las inversiones que se generen, es decir, que el gobierno de turno sea claro con respecto a promover las industrias extractivas en el país. Las empresas nacionales e internacionales de renombre son consciente de lo que se debe hacer y cumplir para explorar y explotar recursos. Pero si se bloquea la inversión, no será posible. Las industrias extractivas son de fuerte inversión a diferencia del sector comercio que son del día a día y de baja inversión.
Las mypes piuranas exportadoras crecieron en 20 años. ¿La asociatividad es el camino para su crecimiento?
Sí, con el fin de introducirse en las grandes cadenas de valor. Las mypes exportadoras de Piura (309) podrían ser más, y eso te da una señal de la evolución que ha tenido la región. Es un reflejo del trabajo que se ha hecho en la producción e innovación. En el norte, en la uva hay buenas experiencias de exportación a China.
La agroexportación se consolida, pero la agricultura familiar está relegada. ¿Cómo insertarla en el crecimiento del sector?
Reconociendo y atacando los problemas estructurales que arrastra por años. Por ejemplo, la escases del recurso hídrico, la falta de titulación de tierras, darle paso a los megaproyectos de irrigación, uso de semillas certificadas pues ni siquiera el 30% de la agricultura familiar usa estos productos. Todas estas políticas deben ir de la mano de un plan para saber cuánto de esa cosecha se puede colocar en el mercado local y cuánto en el global. Si no hay un mercado asegurado, más allá de hacer compras públicas, esa inversión será nula y el descontento será mayor.