Lima y otras partes del país se pintan de morado en el mes de octubre. El Señor de los Milagros levanta una gran devoción en el país. Sin embargo, no todos conocen que su imagen quiso ser borrada del muro en el que está pintada. Descubre aquí qué fue lo que pasó.
¿Cómo nació el Señor de los Milagros?
La historia del Señor de los Milagros se remonta al siglo XVII, época cuando en el Virreinato del Perú se traían, desde África, esclavos como mano de obra. Entre las distintas castas existentes, estaban los originarios de Angola, país al suroeste del continente negro.
Ellos fueron trasladados hacia la zona de Pachacamilla en 1651, donde construyeron una improvisada cofradía. Allí iban los demás esclavos a orar. Dice la tradición que, en una de sus paredes, un negro conocido como Pedro Dalcón o “Benito”, plasmó la imagen de un Cristo crucificado.
En 1655, un terremoto azotó la capital, destrozando varias construcciones, incluyendo las paredes de la cofradía. Sin embargo, un mural quedó en pie: era el que tenía pintada la imágen hecha por Benito. Quedó intacta y sin ningún daño.
Desde ese suceso, el Señor de los Milagros se volvió muy popular y empezó a ganar devotos.
¿Quiénes intentaron borrarla?
El esparcimiento del conocimiento de la imágen del Señor de los Milagros no agradó al párroco José Laureano de Mena, quien consideraba que esta veneración iba en contra de la doctrina católica vigente. Por ello, pidió la intervención del virrey de aquella época, Pedro Antonio Fernández de Castro.
La historias cuentan que el virrey ordenó que fuera borrada. La primera persona en intentarlo fue un pintor indio, quien se rehusó a continuar con la tarea, tras sentir temblores y escalofríos que le persuadían mientras pretendía hacerlo.
La segunda persona en tratar de eliminar la imagen del Señor de los Milagros vio en ella algo que lo hizo desistir del acto. El tercer hombre fue un soldado, quien no pudo hacerlo porque vio que la imagen se ponía más bella y la corona de espinas adquiría un color verde.
Los intentos fallidos y el disgusto de la población por la directiva, hicieron que el virrey revoque la orden y que el vicario autorizara su culto en la capital. Así, el 14 de septiembre de 1671, se celebró la primera misa en honor al Cristo Morado