Ondulado, lacio o crespo. Castaño, negro o rubio. Cada cabello es tan único como cada persona que lo posee. Pero hay quienes se desprenden de su cabello para tener dinero.
Alex Leyva, un comprador y vendedor de cabello natural de la avenida Abancay en el Centro de Lima puede pagar hasta 900 soles por un mechón.
“Por lo general son las jovencitas que tienen cabello largo y lo quieren vender cabello por necesidad. Acá lo cotizamos y si les parece el precio se queda”, dijo Alex Leiva, comerciante de extensiones.
Si el cabello está bien cuidado, no ha sido teñido y está hidratado, pueden pagarle entre 100 y 150 soles por una cola de 60 centímetros.
Si tiene el cabello crespo, le pagan el doble. Y si el cabello es largo, le pagan más. Un mechón que le cuesta 900 soles a Alex puede ser vendido a más de 1,500 soles.
Pero antes, eran los vendedores de extensiones y pelucas de cabello natural los que salían en búsqueda de su material para trabajo, como Hillary Hernández, dueña de Hillary extensiones.
«Antes salíamos a cortar el cabello a los asentamientos humanos. Aprendimos un montón porque ves las necesidades de la gente que vive ahí. Una manera de ayudarlos era cortándoles el cabello porque tenían una necesidad de dinero», comenta. «Ahora tenemos proveedores que trabajan con familias ya preseleccionadas», agrega.
Así sea en Abancay o empresas como las de Hillary, siete de cada diez compradores de pelucas de pelo humano son pacientes de cáncer.
El resto, una minoría, las compra para cambiar de estilo. Si bien una peluca sintética y una natural pueden distinguirse a simple vista, para que no le engañen los vendedores de Abancay tienen un método particular.
Aunque el negocio se desarrolla hace quince años y se exporta hace cinco, el Perú no tiene una partida específica para enviar este producto al extranjero. Una mano de ayuda a una pequeña industria que podría despuntar en los próximos años.
Cabello de exportación
El cabello peruano es un bien valorado en el mundo por su bajo precio para compradores estadounidenses y europeos, quienes conocen que la penúltima cuadra de la avenida Abancay les ofrece gran variedad. Incluso se vende a países como Colombia, México y Chile. Alex comenta que vender cabello de otros países no es un buen negocio.
Fuente: RPP