Campaña agrícola. La situación que se vive a nivel nacional respecto al tema alimentario pasa por un estado crítico. Según la revista The Economist, el Perú es uno de los países más golpeados por el incremento del precio de alimentos en América Latina.
En línea con lo anterior, un reporte del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), indicó que en 17 de las 25 regiones del país más de la mitad de la población viene enfrentado inseguridad alimentaria. Es muy complicado que esta realidad se resuelva en el corto plazo, y además, requerirá especial atención ya que perjudicará a los más vulnerables
De acuerdo con las estimaciones del Instituto Peruano de Economía (IPE), alrededor de la mitad de los productores agropecuarios del país utiliza fertilizantes. A variar por el tipo de producto, los fertilizantes pueden explicar entre el 30% y 50% de la producción agrícola, y entre el 10% y 30% de los costos de producción.
Por ello, las últimas cifras indican que, en el acumulado de los cuatro primeros meses del año, las importaciones de urea (uno de los principales fertilizantes) ascendieron a solo 16 mil toneladas, 90% menos que el volumen importando durante el mismo periodo de 2019 (145 mil toneladas). Por si fuera poco, el precio del insumo se triplico,, al pasar de US$ 0.30 en 2019 por kilo a US$ 0.93 en 2022.
El desabastecimiento y los altos precios son dos aspectos que resultan preocupantes para los productores. Frente a este escenario, actualmente cuentan con alternativas como:
- Comprar a precios altos y de manera reducida ante la escasez, y tratar de trasladar este incremento del costo al precio final.
- Utilizar fertilizantes alternativos que se ofertan a un menor precios pero que son de menor calidad, y esperar que no produzca impactos sustanciales sobre el rendimiento de la cosecha.
- Producir menos con lo que se tenga o nada en el peor de los casos, poniendo en riesgo no solo la cadena alimenticia sino la subsistencia de los agricultores.
Cualquier alternativa que adopten, sin medidas adecuadas y oportunas, la próxima campaña agrícola, a iniciar en agosto, se caracterizaría por una cosecha más reducida y por lo tanto reflejará mayores precios.
Esta situación tendrá repercusión en otras industrias. Por ejemplo, la producción de maíz chala, insumo esencial en la dieta del ganado vacuno, cayó 15% en lo que va del año y el panorama no es para nada alentador de cara a los siguientes meses. Ante la oferta de menores alimentos, la producción de leche y de carne se encuentra en riesgo.
Por último, según IPE, la crisis de los fertilizantes afectará en mayor medida a los más pobre ya que destinan un mayor porcentaje de su gasto en alimentos.