Lo temido se hizo realidad. Poco antes del medio día Pedro Castillo Terrones, mediante un mensaje de la Nación, disolvió el Congreso de La República. Con las manos temblorosas—sabiendo que con este acto se desprende la careta de apoyo a la democracia que ha venido portando—comunicó una serie de medidas, encabezada por el cierre del poder Legislativo.
Esta situación intolerable no puede continuar, por ello, en atención del reclamo ciudadano (…) se decide disolver temporalmente el Congreso de la República, e instaurar un gobierno de emergencia.
Pedro Castillo Terrones durante el mensaje a la Nación.
De tal manera anuncia que se instaurará un Gobierno de Excepción. Algunas de las medidas que se aplicarán, son el toque de queda, desde hoy. De tal manera, se prohíbe el tránsito desde las 22:00 horas hasta las 4:00. Asimismo, refiere que se convocarán, a la brevedad, a la elección de un nuevo Congreso. Ello, con el fin de que se geste una nueva Constitución, en un plazo no mayor a nueve meses.
Termina el mensaje con una frase «Viva el Perú». Irónico, cuando menos.
¿Es determinante el cierre del Congreso?
No se observa, hasta el momento, apoyo de las Fuerzas Armadas. Los congresistas, aún en el hemiciclo, lo califican como un golpe de Estado. Parlamentarias como Norma Yarrow, alzan la voz anunciando que permanecerán en el recinto y que si desean retirarlos, tendrán que hacerlo por la fuerza.
Del respaldo de la organización militar, depende que se afiance el cierre del Congreso. Por otro lado, sus ministros—incluso los más cercanos—han ido renunciando a sus cargos, deslegitimizando la decisión del jefe de Estado. Además, se reveló que no existe un acta, firmada por los ministros, que refrende la decisión del mandatario. Salas, Landa, Chero, Burneo. Uno a uno. ¿Qué significa ello?
Solo queda esperar para poder ver el desenlace de este terremoto político que ha remecido las bases del Estado peruano, hoy 7 de diciembre.