La Segunda Reforma Agraria (SRA) aun deja muchas dudas sobre su real alcance. «No sólo es un reto social, como muchas veces se le pretende visualizar, sino que tiene que convertirse en nuevo impulso de la reactivación y transformación productiva del Perú», nos comenta Luis Ginocchio Balcázar, consultor internacional en sistemas agroalimentarios, innovación y competitividad regional, y ministro de Agricultura, entre 2011 y 2012,
¿Por qué apoyar a la agricultura familiar?
Es urgente darle ‘punche’ a la alimentación y nutrición para mejorar la inmunidad frente a amenazas, como las pandemias, organizando el abasto de alimentos desde los productores al sistema de distribución de alimentos y la defensa civil. Además, porque aporta el mayor porcentaje de los alimentos que se consumen en el país, esto es, su rol es primordial para la seguridad alimentaria reduciendo la dependencia a alimentos importados con alto impacto sobre el empleo y bienestar. Se trata de un sector productivo que es fuente de empleo para las familias productoras y con alto efecto multiplicador, incluyendo la cultura gastronómica, aliada del turismo, cocinas regionales y la identidad nacional. Es crítico reducir la desigualdad entre Lima y el interior del país, que es donde se realiza la agricultura familiar, en prácticamente todos los territorios, próximos y lejanos, en especial los ámbitos más agrestes donde producir alimentos es casi milagroso. Tengo otras razones más que desarrollo en un documento que publico en mi blog Haciendo Futuros.
Algunos sectores se muestran contrarios a la Segunda Reforma Agraria. ¿Podemos confiar en esta propuesta del gobierno?
La ‘Segunda Reforma Agraria’ (SRA) o ‘Cruzada Nacional por la Agricultura Familiar’ se compone de nueve medidas de política pública agraria. El primero de ellos es la Seguridad alimentaria, es decir, tener producción sostenible y nutritiva desde la agricultura familiar para disminuir la dependencia de la importación. Un esfuerzo serio a los tres niveles de gobierno para reforzar los servicios de asistencia técnica y la provisión de bienes como semillas y fertilizantes ayudará a mejorar los rendimientos de los cultivos y crianzas. De otro lado, con el Plan de Cultivos, se irá equilibrando la oferta con la demanda esperando mejoras en los precios en finca de la producción agropecuaria nacional.
¿De qué manera la SRA afecta a la asociatividad agrícola y al cooperativismo?
El fomento de la asociatividad es un fin fundamental de la SRA. Pero también es un medio que permita su progreso productivo, avance social y sostenibilidad ambiental. Para eso se necesita conseguir armonía y ver la unión como la complementariedad que permitirá la ‘escala’ (volúmenes ‘viables’ de cosecha, procesamiento y comercialización) que lleven a la rentabilidad, presencia comercial y capitalización de la agricultura de pequeña escala del Perú. De paso, la escala permitirá contar con los recursos para contratar gerentes y técnicos con el nivel necesario para competir en mercados exigentes y cada vez más cambiantes.
Pero la asociatividad ha avanzado poco…
Tiene varios ‘obstáculos’, a saber, el ‘costo de la formalidad’, sus ventajas poco convincentes, la débil formación en negocios de la agricultura familiar que impide vislumbrar que la ‘unión hace la fuerza’. Asimismo, los prejuicios y experiencias fallidas de la historia reciente de la agricultura peruana. También la carencia de una carrera de administración de empresas asociativas, con todas las peculiaridades y exigencias de gestionar asociaciones y cooperativas, por ejemplo. Desafortunadamente, hay muchos más casos de éxitos asociativos en la agricultura familiar exportadora. Y muy pocos con la agricultura que atiende al mercado nacional. Y no se olvide que la asociatividad es un pre-requisito para el éxito de los otros ejes que se ha planteado la administración del presidente Pedro Castillo.
De acuerdo al Banco Mundial, el déficit de infraestructura hídrica en Perú bordea los US$ 36 mil millones. ¿La SRF afronta este grave problemática?
Como se conoce, la agricultura familiar peruana es de secano por lo que es imperativo invertir en infraestructura y sistemas modernos de riego. Sin embargo, es necesario conseguir un equilibrio entre la inversión en infraestructura de irrigación y las otras infraestructuras necesarias como la construcción de centros de acopio, almacenes en los valles productores y mejoramiento de mercados y sistemas informáticos correspondientes. En el caso de los talleres artesanales de derivados lácteos habrá que modernizar sus instalaciones y tecnologías sin deja de lado la sanidad ganadera. En este y los otros ejes se necesita mucha creatividad para estimular el financiamiento con participación de los inversionistas privados y cooperación técnica internacional. También hay que acudir a las empresas privadas y ONGs que cuentan con experiencia en mejoramiento en sistemas de riego tecnificado con innovaciones que permitan a los pequeños productores, con mayor cercanía a mercados diferenciados, puedan financiar estas tecnologías que ahorran agua y mejoran la productividad.
¿Es posible la industrialización de la agricultura rural?
Este es uno de los ejes más esperados y, al mismo tiempo, retadores de los nueve que componen la SRA. La dependencia al mercado nacional en fresco o sin procesamiento, peor aún, reduce la competitividad de los cultivos masivos y poco diferenciados (comodities), y afecta duramente la formación de precios, el poder de negociación y la rentabilidad y capitalización de la agricultura familiar. Pero hacer industria en el agro familiar no es algo sencillo. No solo por los temas de asociatividad, tecnológicos, la escala o volumen de procesamiento, el producto; sino, sobre todo, por los mercados a los cuales acudirán estos derivados agroindustriales.
Pero se siembran diversos tipos de productos agrícolas….
La agricultura familiar está ‘atada’ al mercado nacional fresco. La dependencia a siete cultivos es evidente: los maíces ocupan el 15% del área nacional sembrada, arroz 12% y papa casi 10%. De este modo resulta que cuatro cultivos ocupan el 37% del área de cultivo nacional. Y de sumar las áreas dedicadas a café, cacao y quinua (19%) se llega a 56% del área de cultivo nacional (en siete cultivos), con datos de 2019. Y esto se agrava al no contar con agroindustrias que añadan valor procesando los excedentes de los cultivos masivos para evitar dañar al precio en finca, entre otros resultados como reducir la perecibilidad y acceder a mercados diferenciados.
Se tendrá que ´filtrar’ la producción para escoger las que tengan más proyección…
Del total de las 3,534,684 hectáreas se podría trabajar para escoger aquellos cuyos derivados cuentan con mayor viabilidad técnica y potencial comercial, que ya se procesan -en alguna medida- y los que aún no se procesan. Además, aquellos con derivados procesados con potencial comercial pero que faltan estudios para precisar la factibilidad técnica, económica y sostenible de su cultivo. Todo ello podría organizarse según sus pisos altitudinales o ecosistemas. Por tanto, no hay que perder tiempo y pasar a la acción en la determinación de nuevos negocios agroindustriales con demanda y tecnologías alineadas con sus realidades. En este eje sería muy importante contar con el apoyo de las empresas agroexportadoras (tanto las coordinadas en AGAP como las que se encuentran en los territorios -por ejemplo, las procesadoras de frutas y hortalizas etc.-), los CITE agropecuarios y agroindustriales, las cadenas de valor organizadas y vigentes, en especial los clústeres como el de lácteos que funciona en Cajamarca.
¿El acceso al crédito podrá mostrar superar los magros resultados de los que siempre se habla?
El financiamiento es una parte importante de la superación de los ‘nudos’ que afectan la viabilidad de la agricultura familiar. Pero, no es el principal ‘cuello de botella’. Existen procesos paralelos en los que se tendrá que avanzar para hacer viable una banca de desarrollo que impulse el desarrollo rural, que no es solo agropecuario y forestal sino también agroindustrial, agroalimentario y de otras industrias no alimentarias.
¿Cómo hacer eficaces los créditos agrarios?
Una meta fundamental es la llamada agricultura familiar de subsistencia, a la que deberá prepararse una estrategia adaptada a sus ecosistemas y diseñar paquetes de apoyo que incluyan formas creativas de financiamiento, primero para mejorar su seguridad alimentaria, luego para hacer más sostenible sus actividades. Y finalmente, para llevar adelante proyectos productivos en forma asociativa. En el documento ‘Por una Reforma Agroforestal Innovadora’ que escribimos con Juan Risi Carbone y Eslania Carrión Elorreaga (Movimiento Cívico Reverdeser), antes de la campaña electoral de 2021, incluimos una propuesta para el tema del financiamiento. Allí se describe el ‘paquete’ de medidas, como seguro agrario y fondos de garantía entre otros.