Luciana Olivares presentó su libro «I Will Survive – Verdades de una emprendedora», una publicación que recoge su experiencia de crear su propia empresa.
Infomercado conversó con la CEO de Boost Brand Accelerator y conocida experta del marketing para conocer su visión del mundo emprendedor peruano.
¿El emprendedor nace o se hace?
Se va haciendo. Las nuevas generaciones están más interesados en ser su propio jefe, apenas salen de la Universidad, pero no es un proceso sencillo. La mayor cantidad de emprendedores que he conocido no tenia el gen emprendedor sino que se construyeron por necesidad o por decisión. Tampoco te gradúas de emprendedor sino que te vas actualizando y aprendes sobre distintos temas. La calle del emprendimiento es la incertidumbre y debes ir aprendiendo nuevos conocimientos.
En las últimas décadas, miles de peruanos empezaron su negocio por la crisis económica. ¿Esto ha cambiado o ser emprendedor es una moda?
Somos un país de emprendedores y el principal gatillador es la necesidad, crear tu propia chamba. Pero no es solo eso porque hoy existen unas genuinas ganas de tener tu propio desafío y hacer las cosas a tu modo. ¿Es una moda? No lo considero así porque [el emprender] es una verdad que se viene cultivando por años. Es verdad que hoy a las marcas les gusta hablar del emprendimiento, les conviene hablar de ello porque tienen una gran masa de potenciales clientes.
«El fracaso no solamente pica sino que también duele», aseguras en tu libro. En Latinoamérica somos poco tolerantes al fracaso, ¿cómo lo asume un emprendedor?
En el libro hago esta analogía con los piojos porque es un tema que nos daba roche en el colegio. De la misma manera, a la gente no le encanta decir que fracasa porque duele, salvo que quieres parecer cool o tener una pose. Hay que abrazar el fracaso porque enseña, pero no hay que dejar que pasen dos situaciones. Primero, declararte masoquista. Por ello, si no está saliendo lo planificado, toca revisar, hacerlo de otra forma o dedicarme a otra actividad. Segundo; no está bien fracasar en lo mismo porque se debe aprender de los errores y no tropezar con la misma piedra.
¿La sociedad peruana es más tolerante al fracaso o el emprendedor lo asume distinto?
En el Perú y en el mundo, la palabra fracaso se ha puesto de moda. Incluso, las organizaciones más grande hablan del fracaso de manera natural, reconocen que la innovación está llena de procesos fallidos. El fracaso no es para el apestado sino para el que se atreve. Lo importante es que no sea de la boca para afuera, que no se convierta una oda al fracaso sino que para avanzar se debe retroceder dos pasos. Al emprendedor se le permite fracasar porque depende de él mismo, pero la posibilidad de fracasar no debe ser ilimitada.
Tomaste la decisión de dejar un trabajo seguro y empezar tu negocio. ¿Qué tan difícil es esa decisión?
Es una decisión dificilísima. Dependiendo de tu ciclo de vida y de las responsabilidades que tengas se vuelve más compleja. Conozco gente que quiere dar el paso a emprender pero no lo hace porque tiene una carga importante en su espalda y, probablemente, no sea lo correcto. Además, hay que estudiar bien qué problema le vas a resolver al segmento que has escogido. Luego, conocer tu valor agregado, qué aportarás en el rubro en el que te quieres desempeñar, donde seguro habrá muchos competidores. Para mi fue la decisión más difícil a nivel profesional, no canté victoria desde el día uno y la pasé mal. Se tiene un montón de dudas y tentaciones porque si eres bueno en el mercado te tentarán para regresar al mundo corporativo.
¿Cuán importante es construir marca personal, incluso, antes de ser emprendedor?
Importantísimo, así vayas a ser o no emprendedor. Es de los temas a lo que le hemos prestado poca atención. Alguna vez me han preguntado si puedo generar mi marca personal a costa del lugar donde trabajo y yo les digo que eso no es errado porque las marcas entienden y reconocen que sus colaboradores sean influencers, que sean voz propia alineados a los valores de la compañía. Cuando me atreví a emprender reconocí que uno de mis activos era mi marca personal, que había construido un nombre y probablemente habría gente que quería trabajar conmigo.
El ideal del emprendimiento son los grandes personajes de la innovación. Pero, eso podría ser difícil de alcanzar para un emprendedor. ¿Cómo tomar un referente para construir marca?
Está bueno que tengas referentes internacionales. Hace poco conversaba con un joven que me decía: «estamos a un twitt de nuestros ídolos». Pero, como bien señalas, tenemos referentes más cercanos, en Perú hay gente talentosa que se ha hecho sola, y no solamente emprendedores, sino lideres empresariales. Hay que darse el tiempo de aprender porque un twitt puede ser revelador para lo que no conoces. Cuando la gente dice que puedes estar vagando en las redes sociales pero puede ser muy productivo.
Tu padre te dijo, alguna vez: «No te quejes por la cantidad de trabajo sino agradece por tenerlo». ¿La autocompasión es una característica de la ‘Generación de cristal’, que no ayuda a construir a un emprendedor?
Totalmente de acuerdo. Cuando hemos sido muy sobreprotectores como padres hemos formado ‘hijos de cristal’, confundimos amor con sobreprotección y eso no le servirá para el futuro. Me encuentro mucho con este tipo de chicos, con poca tolerancia a chambear y sudarla, y utilizamos diversas palabras para justificar esa situación. El trabajo duro, el esfuerzo, la entrega, nunca pasará de moda. Los que han logrado algo importante la han sudado muchísimo y eso no significa ser explotado. Sino estás dispuesto a aprender y esforzarte te quedarás en lo ordinario porque lo extraordinario es el extra y eso cuesta, duele. Lo que he podido construir me ha costado una barbaridad, es muy bueno mirar atrás y ver todo lo que me costó. ¡Qué bien que mi papá me lo haya dicho en ese momento!
«No hacemos acto de presencia sino que buscamos ser memorables», señalas en tu libro. ¿Esa es la visión de todo emprendedor?
Así es. Vivimos con tantos estímulos y profesionales que pasan, que existe una gran diferencia entre estar presentes y trascender. Necesitamos aspirar a trascender en lo que hagamos y digamos.