Las Municipalidades son los responsables de fiscalizar el cumplimiento de la prohibición del uso y comercialización de las cañitas de plástico, bolsas de un solo uso y envases de tecnopor en las playas, señaló el Ministerio del Ambiente.
Recordó que la Ley N° 30884, Ley que regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables, prohíbe desde el 13 de junio del 2019 la comercialización y uso de este tipo de productos en las playas del litoral y en la Amazonía peruana.
En tal sentido, el Minam indica que, después de ser usados, los productos señalados, cuyos usos son superfluos o innecesarios, son difíciles o hasta imposibles de reciclar.
Además, si son arrojados al ambiente pueden tardar cientos de años en degradarse: 200 años en el caso de las cañitas de plástico y hasta 500 años el caso del tecnopor.
Asimismo, las bolsas plásticas al estar presentes en los ecosistemas marinos son confundidas por la fauna marina como alimentos, mientras que los cañitas las podrían lastimar físicamente.
Los fragmentos de plástico menores a 5 milímetros de diámetro (microplásticos), pueden ser ingeridos por las especies marinas, las cuales consumimos como parte de nuestra dieta diaria.
Además esto constituye uno de los criterios para que la autoridad sanitaria califique a cada playa como “saludable”.
De esta manera se previene la contaminación de las playas, se resguarda la salud de los veraneantes y se preservan los ecosistemas marino-costeros.
Asimismo, los veraneantes, al no usar las cañitas de plástico, bolsas plásticas de un solo uso y envases de tecnopor para bebidas y alimentos, evitan la generación de desperdicios.
Además cumplen de la prohibición de Ley N° 30884, contribuyendo con la salubridad de las playas.
Por otro lado, según el portal Andina la normativa en materia de plásticos busca promover la innovación, a través de la fabricación de productos alternativos elaborados a base de materia prima nacional como el bambú, bagazo, hojas del árbol de plátano, entre otros.
De esa forma, se busca transitar hacia una economía circular del plástico, en la que se prefiere el uso de aquellos bienes que sean reutilizables, retornables, reciclables, entre otras.
Esto con la finalidad de maximizar la eficiencia de los recursos, reducir la generación de los residuos sólidos y contribuir con el cuidado del ambiente y la salud de las personas.