Todo comenzó con un turno de 13 horas lavando platos en el hotel Punta Ballenas de Máncora. Era 2 de enero, temporada alta, y Juan tenía apenas 13 años. Regresó empapado, agotado y prometiéndose no volver. Pero el sueldo al final de la semana y la adrenalina de la cocina encendieron en él una chispa que, 30 años después, sigue ardiendo.
Hoy, La Sirena de Juan es uno de los restaurantes más reconocidos de Máncora y acaba de inaugurar su primer local en Piura. La historia de Juan es la de un joven autodidacta que, con pasión, resiliencia y audacia, ha construido una propuesta culinaria que seduce por igual a turistas de todo el mundo y comensales locales.
Del lavaplatos al “panquequero oficial”
Durante varios veranos, Juan se convirtió en parte esencial del equipo del hotel. Aprendió recetas, cocinó cuando faltaba personal, y terminó siendo conocido como el “panquequero oficial” por su destreza con los panqueques rellenos de manjar blanco y durazno. No había vuelta atrás: su destino era la cocina.
Tras terminar el colegio, se formó profesionalmente en Le Cordon Bleu Lima, gracias a un cliente que le ofreció alojamiento y la oportunidad de estudiar. Ahí perfeccionó sus técnicas y su visión gastronómica.
A los 20 años, sin experiencia en arquitectura culinaria, diseñó y construyó su primera cocina en un hotel en la playa de Vichayito (provincia de Talara, Pura) . Usaba un horno de barro donde preparaba panes artesanales que se servían recién salidos. Ese pan —caliente, con mantequilla y mermelada— fue su primer «marketing sensorial».
También fue uno de los primeros en trabajar con atún en Máncora, cuando este aún no estaba de moda. Esta capacidad de adelantarse a las tendencias sería una constante en su carrera.
Nace La Sirena y llega Hollywood
Mientras trabajaba en el hotel Sunset en Las Positas, conoció a Mavi, una diseñadora y fotógrafa argentina. Juntos fusionaron moda y gastronomía: ella abrió una boutique, y él puso la cocina. El espacio se llamó La Sirena Restaurant Boutique.
Tras separarse como pareja, siguieron como socios un par de años, hasta que dividieron el proyecto. Ella conservó “La Sirena Boutique” y él se quedó con el restaurante, al que rebautizó como La Sirena de Juan.
“Quise ponerle ‘La Sirena de Juanchis’ porque así me decían, pero al día siguiente la pintura del cartel se corrió. Lo tomé como una señal del universo. Se quedó como ‘La Sirena de Juan’”, recuerda.
Durante el primer año, Juan diseñaba el menú a diario. Iba al mercado, compraba lo más fresco, imprimía la carta en papel y la repartía en las mesas. Solo abría por las noches, de 6:00 p.m. a 10:30 p.m. El boca a boca, y los clientes que lo recordaban de sus etapas anteriores, hicieron el resto.
La innovación siempre ha sido su brújula. “La competencia es buena, porque te obliga a renovarte. Si no tienes un propósito como marca, en cualquier momento dejas de existir”, afirma.
Un día, sin que él lo supiera, una periodista del New York Times fue a cenar a su restaurante. Poco después, apareció una reseña que lo catapultó.
Luego llegaron el Financial Times, revistas de viajes, y personajes como Brad Pitt, Alicia Vikander y Michael Fassbender, Adrien Brody, Elsa Pataky. También políticos como Hernando de Soto.
Juan guarda tres cuadernos llenos de mensajes de clientes escritos en varios idiomas. “Cuando los leo, me dan ganas de llorar. Son dibujos, frases, experiencias. Antes de TripAdvisor, esa era nuestra red social”.
Doble apuesta
En uno de los momentos más críticos del restaurante, cuando otros locales con propuestas más baratas empezaron a llevarse a sus clientes, Juan decidió no competir por precio. Hizo lo contrario: subió los precios un 50%, rediseñó su carta, mejoró el servicio, armó una barra, contrató mozos bilingües, y ofreció una experiencia superior.
Incluso firmó convenios con el hostal Loki para que sus trabajadores recomendaran el restaurante a cambio de cenas gratuitas. El plan funcionó. “Me di cuenta que la gente no viene solo por la comida, sino por la experiencia”.
En 2020, la pandemia casi lo obliga a cerrar. Tenía 35 empleados, dos locales (Las Sirenas y Yuca), y los congeladores llenos. Con creatividad y corazón, repartió comida a su equipo y a adultos mayores, conservó a sus mejores trabajadores con sueldo mínimo y usó el préstamo de Reactiva Perú para modernizar La Sirena de Juan.
La reapertura fue un éxito. “Tuvimos las mejores ventas de nuestra historia. Era una locura, teníamos que cerrar temprano porque no dábamos abasto”.
De Máncora a Piura: una nueva ola
Este año, la historia de Juan dio un nuevo giro: abrió su primer local urbano en Piura, luego de recibir la propuesta de un amigo y socio. Aunque el público piurano es distinto, su visión se mantiene intacta: fusionar la cocina peruana con una experiencia nutritiva, auténtica y con identidad.
“En Piura la gente ama comer. Nuestro reto es mostrar que se puede comer bien, no solo mucho. Y lo estamos logrando. La gente está volviendo, y eso es lo más importante”.
Por ahora, Juan está enfocado al 100% en consolidar su propuesta en Piura. Su sueño es transformar la manera en que los peruanos comen, mostrar que una cocina nutritiva, creativa y con propósito no es un lujo, sino un camino de desarrollo.
“Un profesor me dijo una vez: el futuro de las naciones depende de cómo comen. Y yo estoy convencido de eso. Cambiar cómo se come es cambiar una sociedad”, afirma Juan Seminario.
Con casi 20 años de historia, La Sirena de Juan no solo sirve platos deliciosos. Sirve inspiración. Y eso, más que un negocio, es una misión.
Sepa más
- La Sirena de Juan, en Piura, se ubica en Plaza 12, avenida. Andrés Avelino Cáceres.
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